¡10 puntos para Gryffindor!
—¡Tomioka cuidado! —Se escuchó el grito de Kanroji, alertando al otro Cazador. Lamentablemente no pudo moverse a tiempo y sólo pudo poner su brazo frente a él para tapar su rostro. La bludger le dió en el centro del antebrazo con tanta fuerza que lo tiró de su escoba.
Varios de su compañeros gritaron, ya que se encontraban a diez metros del suelo.
Una Saeta de fuego voló rapidamente hacia el cazador caído. Rengoku se apresuró a agarrar el cuerpo del chico antes de que se estrellara contra el suelo, pasó su brazo por el torso, pero perdió el equilíbrio y cayó de su escoba haciendo que ambos rodaran por el pasto.
— ¡Agh, mi brazo! —Se quejó Tomioka.
Con cuidado, se sentaron en el suelo y Rengoku quitó con cuidado el guante de cuero, subiendo la manga de su uniforme. El brazo estaba deformado levemente y un moretón se hizo presente instantaneamente. Era claro que el brazo estaba roto.
Vio a los profesores correr hacia ellos, entre ellos pudo ver a la enfermera Kanae.
— Ya viene la ayuda, Giyuu, tranquilo.
Esos ojos azules lo miraron angustiados, luego los cerró y escondió su rostro en su pecho.
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Su yeso estaba lleno de dibujos y buenos deseos, y una que otra grosería de parte de Shinobu y Sanemi. Tendría que estar dos semanas con el yeso, por suerte habia sido el izquierdo por lo cual podía anotar apuntes en clases, pero no podría jugar Quidditch. Era decepcionante, puesto que pronto se jugaría la final contra Slytherin.
Sonríe un poco al recordar que él habia hecho ganar a su equipo contra Ravenclaw.
Estaba en la clase de Pociones, junto a Rengoku, estaba muy nervioso como para hablar, pero quería darle las gracias por haberlo salvado de tener más huesos rotos.
Mientras el profesor hablaba de un suceso del pasado, mientras destapaba una poción, se acercó a él y le dio un leve tirón a su bata.
— ¿Ocurre algo, Tomioka? —Susurró el rubio.
— Sólo quería agradecerte por lo de ayer, evitaste que me diera un buen golpe contra el suelo... —Dijo bajito, manteniendo su mirada fija en el viejo profesor.
— No es nada —Lo miró y sonrió—, además yo dejé pasar esa bludger, me vi responsable de que te golpeara. Mi deber como golpeador es protegerte, Giyuu.
Al escuchar su nombre, Tomioka se sonrojo, abriendo levemente más sus ojos.
De repente el olor a Rengoku lo inundó, un olor a menta fresca y limón, también un poco de madera quemada.
Abrió la boca para preguntar por su olor, pero el rubio fue más rápido.
— ¿Te pusiste más perfume de la usual hoy?
— ¿Perfume? Yo no uso perfume.
— Claro que si, hueles a lavanda.
— Es mi loción para las manos, es suave —Le acercó la mano al rostro.
Rengoku olisqueó, es cierto, era un olor suave a lavanda, pero toda el aula estaba impregnada con el olor.
— Esta es la poderosa poción de amor, Amortentia, dicen que huele como la persona que más les gusta —Habló el profesor.
Giyuu alejó su mano del rostro del rubio y este se alejó, ambos rojos de vergüenza.
Detrás de ellos, Kocho sonrió.
— Son tan obvios —Palmeó las espaldas de ambos.
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¡Gryffindor gana!
Todos celebraron y saltaron en las gradas.
Rengoku, como el capitán del equipo, se paró en la escoba, levantando las manos en puños.
Entre las gradas divisó a su Cazador, su chico, sonriéndole. Aún de pie sobre su escoba, voló hacia él.
De paso, chocó la mano con varios estudiantes de Gryffindor.
— ¡Giyuu! —Tomó su Saeta de fuego y corrió por las gradas, hasta llegar a él— ¡Ganamos!
El pelinegro rió y de repente tenía unos labios sobre los suyos. Por supuesto, correspondió feliz el beso, celebrando así el triunfo de su casa.