La familia Styles-Tomlinson iba de camino a su casa en la carretera, luego de una visita a la madre de Louis.
Estaban muy felices.
El matrimonio se sentía dichoso con solo tener a sus trillizos, Rowan, Ronan y Roman, y claro, de tenerse a ellos.
—Papá, ¿crees que el próximo fin de semana podamos ir a ver las estrellas? —preguntó uno de los pequeños de nueve años; Ronan, para ser más específicos.
—Por supuesto, pero solo si papi está de acuerdo —Harry dijo, sin apartar la mirada de la carretera, pues era quien manejaba.
—¿Podemos? —exclamaron los tres niños hacia su papi Louis, quien iba en el asiento del copiloto, y le pusieron los tres pares de ojos llorones más convincentes del mundo.
Louis no pudo resistirse.
—Está bien —consintió, y los niños celebraron con diversión.
Harry los miró un momento por el retrovisor, pensando en lo hermosa que era su familia. Tres hijos idénticos de piel pálida, ojos verdes y cabello lacio en flequillo, y su maravilloso esposo, que le daba la sensación de ser el mismísimo sol, pues siempre giraba en torno a él.
No podía estar más agradecido con la vida.
—¿Por qué quieren tanto ir a ver las estrellas? —cuestionó Harry con intriga a sus niños.
Hacía tiempo que ellos le pedían con insistencia ver la estrellas en la pradera, pero no terminaba de entender por qué.
—Papi nos contó una historia —comenzó Roman, ajustándose contra su asiento.
—Decía que las estrellas eran miles de almas en el cielo —continuó Rowan.
—Y que podían sonreírnos si estábamos en el lugar exacto, en el momento justo —terminó de completar Ronan.
Siempre hablaban así, y era muy tierno.
—Así que una historia, ¿eh? —Harry deslizó la mano que tenía en la palanca para posarla suavemente en el muslo de su esposo y darle un apretón cariñoso.
—Es una leyenda vieja —aclaró el ojiazul.
—¿Qué tan vieja?
—Tan vieja como la existencia del ser humano.
—Okay —rio cálidamente.
—Yo creo en ella —Louis dijo, mirando hacia atrás, notando que sus hijos se tallaban los ojos en señal de sueño; sabía que no tardarían en dormirse.
—¿Sí?
—Sí.
—¿Quieres contarme por qué?
A Harry le encantaba oír la voz de Louis, aun llevando más de diez años casados. Nunca se cansaría.
—La leyenda dice que el cielo era muy oscuro por la noche al principio de los tiempos, que la luna apenas resplandecía. La tierra se infectaba de seres malignos a falta de luz que protegiera. Entonces, a la necesidad de luz en la tierra, el pueblo se decidió a hacer un sacrificio a los Dioses, esperando que estos oyeran sus plegarias; sin embargo, nadie era lo suficientemente valiente como para ir al campo en medio de la noche, porque sabían que morirían, y nadie quería morir. Sin aviso, un valiente hombre tomó la iniciativa de hacerlo, pues quería proteger a su esposa y sus hijos de cualquier mal, así que se arriesgó; hizo su camino en medio de las peores criaturas, envuelto en oscuridad y ruina. Aunque fue difícil, llegó al claro, donde fue atacado por un ave majestuosa de alas doradas, que no se parecía en nada a cualquier cosa que hubiera visto antes; era su fin, pero aceptó su destino con solemnidad. Cuentan que lo último que pudo oír antes de su último respiro, fue una voz diciendo que todo estaría bien. Cuando él murió, la primera estrella apareció al instante, tan brillante que alejó todos los males. Desde ese momento, cada vez que una persona muere, una estrella se agrega al cielo; se convierten en seres de luz que llevan lejos todo aquello que hace daño a sus amados. Por eso hay tantas, porque son miles de millones de almas ahí arriba, miles de almas que alguna vez amaron, y que aún aman. Y probablemente algún día seremos una también.
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Happened in the car [l.s]
FanfictionHarry lo recordaba en cada poro de su piel, con cada célula de su ser, porque pasó en el auto. Y nunca lo olvidaría.