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El padre de JiMin emprendió camino hacia la feria, aunque le extrañaba la cantidad de tiempo que le estaba tomando llegar. Anochecía rápidamente y eso solo causaba que el hombre se crispara de nervios, ¿cómo es que aún no llegaba?

—Al fin voy a triunfar con este gran invento —murmuró al viento mientras miraba a su alrededor, preocupado—, creo que por aquí no es el camino —sopesó—. Me tuve que extraviar. —Revisó su pequeño mapa y frunció el ceño—. Quizá no estuve muy atento.

Su caballo, inquieto, pegó un leve relinche. Él miró hacia atrás y contempló con pavor los brillantes pares de ojos ocultos entre la nieve.

—¡Lobos! —susurra atemorizado.

Los lobos avanzaron, gruñendo y siseando en dirección del hombre, bloqueando su paso.

—¡Fuera, fuera! ¡Déjenme! —tomó un pequeño bastón y lo movió al aire, con el fin de espantar a los lobos— ¡Por favor, que alguien me ayude! ¡Fuera!

De un costado, un gran y robusto lobo se abalanzó sobre el, logrando agarrar una de sus prendas.

—¡No, mi bufanda! —Intentando recuperarla del hocico del lobo, cae bruscamente de su caballo. El estruendo provocó la desesperación del caballo, quien corrió hacia el sendero, perdiéndose a la distancia.

Desesperado, corrió lejos de los lobos hasta toparse con una gran reja. Sin dudarlo la abrió y cerró con fuerza.

—Oh, Dios —jadeó mientras se apoyaba en la gran reja.

Contempló unos segundos lo que parecía ser un gran jardín y caminó rápidamente frotándose las manos hacia la gran puerta principal, pues temía por la ventisca que se avecinaba. Tocó con firmeza la puerta y, al no recibir respuesta, abrió la puerta a empujones.

—¿Ho-hola? —Asomó su cabeza por la puerta, y al ver que no había nadie, entró. No pudo evitar sentirse intimidado por el tamaño y la escala del lugar. Era un enorme castillo.— ¿Hola? —volvió a preguntar, pero su voz resonó en un eco. Caminó cautelosamente, mirando alrededor.

—¡Bien, ahora sí lo hiciste! —susurró/gritó SooBin escondido detrás de un viejo diván de cuero—, ¡Te dije que no lo dejes entrar!

—¡No podíamos dejarlo con los lobos! —contestó BeomGyu de la misma manera.

—¿Hay alguien en casa? —preguntó el hombre, frotándose los brazos por el frío que hacía.

—Si nos callamos, tal vez se marche —dijo SooBin pensativo.

—¿Hay alguien aquí? —La insistencia del hombre por asegurarse si había alguien, era admirable cabe decir. 

—¡Ni una palabra, BeomGyu, ni una palabra! —SooBin le señaló con su índice, molesto.

—Yo... yo no quiero importunar, pero he perdido mi camino en los bosques y necesito un lugar para pasar la noche.

—Pobrecito —dijo BeomGyu mirándolo con empatía— ah, SooBin, ten un poco de corazón.

SooBin arrugó su nariz, pero no dijo nada.

—¡Eh señor, usted es bienvenido! —gritó de pronto BeomGyu, saliendo de su escondite, ganándose un golpe por parte de SooBin—. ¡Auch!

El padre de JiMin, totalmente asustado, se giró en dirección a la voz.

—¿Hay alguien aquí? —preguntó—, le agradeceré si sale dónde pueda verlo.

BeomGyu aparece detrás del diván con una enorme sonrisa y postura recta. SooBin apareció detrás de él, con lo brazos cruzados.

—Oh, buenas noches —dijo el mayor.

¡𝐄𝐬𝐚 𝐄𝐬 𝐌𝐢 𝐁𝐞𝐬𝐭𝐢𝐚! [𝐕𝐌𝐢𝐧]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora