Única Parte

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In Our Bedroom After The War - Stars

En el mundo no había, hay, ni nunca va a haber algo más devastador que la guerra.

Para Lafayette no importaba ya a este punto si habían ganado o habían perdido, porque después de todo aquel sufrimiento, nada podría apaciguar el vacío que ahora había en su pecho luego de perder a tantos colegas, compañeros, amigos. Gente que quería ya no estaba, y no se sentía orgulloso por ello, sino totalmente culpable.

Pero ahí se encontraba igualmente, sonriendo hacia la gente de su hogar que lo recibía con alegría, festejando la valentía que tuvo, proclamándolo como el héroe de los dos mundos. Héroe, aquella palabra que tantos amaban repetir, hasta el mismísimo rey de Francia anunciaba la llegada de los que ellos consideraban héroes, sobre todo él. Pero no, no eran aquello, para Lafayette no eran más que sobrevivientes, dejando a sus espaldas miles que ya no llegaron ni a ser eso.

Un nudo se formó en su garganta, pero ni siquiera pudo expresarlo al ser abrazado por los hombros y escuchar un risa familiar— ¡Lafayette, ya estamos en nuestras tierras! Después de tanta lucha y tanto mar, es como respirar nuevamente.

—Exageras, querido amigo, pero sí, es reconfortante estar de vuelta... —Como siempre mantuvo la compostura, volviéndose cada vez su rostro más serio al alejarse del tumulto de personas para subir a un carruaje junto al pelinegro, rumbo a Versalles ya que estaban citados a ir por el rey— La guerra ha terminado y estamos en casa, ¿Cómo te sientes, Fersen?

—¡Feliz, y libre! —El mayor exclamó risueño, llamando la atención de más de uno ante su efusividad tan impropia, aunque a Lafayette no le sorprendía su sinceridad, el hombre siempre había sido alguien de mucha labia— Es decir, tú sabes bien que yo no soy de aquí, pero no cambia mi origen el sentimiento que tengo por pisar el suelo francés. Ojala hubiera tenido la bendición que Dios te dio al nacer aquí, Lafayette.

—No lo creo así, a pesar de todo, tu elegiste a Francia como tu hogar, eso da una honestidad conmovedora a tu amor por este lugar.

—Disculpen —Un sirviente los detiene antes de poder subir al carruaje juntos y hace una leve reverencia en señal de respeto, luego se dirige al pelinegro— Conde de Fersen, temo que por el retraso del navío a destino Su Majestad no podrá recibirlo, le pido disculpas. Sin embargo, se los invita a un banquete para celebraros como merecen, exactamente en cuatro días.

—Lo entiendo, lo previsto era llegar antes del amanecer, y ahora mismo ya es pasado el medio día...Bien, ya nos retiraremos.

—Disculpen pero, marqués de Lafayette, usted a sido invitado por Su Majestad a su estudio. —El sirviente se dirige esta vez al menor que queda bastante asombrado ante tal honra. Es cierto que siempre tuvo cierta amistad con el rey, pero creyó que se mostraría respetos para todos en el gran banquete ya mencionado por el sirviente, no se sentía tan importante como para una reunión con Luis XVI en persona.

—Oh, muchísimas gracias por la información, ya me retiro. ¿Podrías permitirnos un momento? —El joven hace una reverencia mientras asiente con nerviosismo y se aleja, generando un sentimiento de nostalgia en Lafayette al recordar a su viejo amigo, pero Fersen no lo deja reflexionar mucho al sonreírle con orgullo— ¡No puedo creer que vayas a tener una cita con el mismísimo rey! Pero te noto algo decaído, necesito saber qué te aflige tanto como para yo estar más emocionado que tú por tal invitación.

—No estoy afligido, exageras. —Se hace el desentendido, pero ni siquiera puede fingir por segundos ante la intensa mirada de su amigo, suspira mientras se rinde a expresar un fragmento de sus pensamientos— ...Todo el mundo nos está reconociendo por este gran logro que fue ganar la guerra, ¿Pero, acaso lo hicimos, o solo fomentamos una matanza que al final no tuvo sentido?

Detrás De La MáscaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora