Vendetta

Nueva York, mil novecientos treinta , de noche. Estoy infiltrado en la casa de mi "Don". Él hombre que me sacó de las calles hace quince años, me dio un lugar al que pertenecer, "La familia Sicilia", y un techo, más no un "hogar". Sé que recibí mucho de parte del Don, pero la vida de mis padres no fue un precio justo para mí. Estoy desesperado, esta sed de vendetta no me deja pensar con claridad y, ciertamente, esta es la primera vez que voy a resolver mis problemas como lo hacían en la Sicilia. Tiemblo por una extraña mezcla de miedo y "valentía" que me recorre el cuerpo mientras me acerco a su habitación, extiendo mi mano lenta pero firmemente y alcanzo el pomo de la puerta, siento su frialdad, su humedad... luego de titubear un poco finalmente decido entrar, y ahí está él, él hombre que me dio y me quitó todo, y ahora soy el juez que dictará que tuvo más peso en la balanza. Me acerco silenciosamente a su cama, su lecho de muerte, como un felino al acecho.

Finalmente... estoy a su lado, ver su cara tranquila mientras dormía me colerizó, ver que una persona que había causado tanta desgracia a tanta gente podía dormir como un bebé me parecía repugnante... pero a la vez admirable, ciertamente este hombre me provocaba una infinidad de "dualidades"... me acerco cuidadosamente a su oído, para darle el privilegio de escuchar algo antes de ser exterminado, lo hago con suma cautela, tanta y tan agraciada que llega a ser envidiable. Siento la quebradura de mi voz y el recorrido de mis lágrimas al pronunciar mi "finale". Ya dicho esto, desenfundo mi arma, la misma que él, crédulo de lo que haría con ella me regaló mi cumpleaños pasado, "esta te va a proteger, mientras la tengas nadie te arrebatará de mi lado, hijo mío", esas fueron las palabras de este sucio viejo cuando me la dio. La pego con fuerza a su frente, presiono el gatillo y...