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Desesperada.

Esa era la palabra adecuada para describir como me sentía ahora mismo. Muy Desesperada, frustrada y triste. El hombre que iba a mi lado en el avión me daba miradas extrañas, seguro le incomodaba que su compañera de vuelo estuviera llorando sin parar. Pero no podía parar. Esto no era lo que yo quería, esto no es lo que estaba planeando para mi, no es algo que haya visto venir.

Quería estar en mi casa, adoraba mi vida en Arizona y planeaba eventualmente buscar un empleo en Nueva York, tener un apartamento con mi novio y un gato, visitar a mi madre de ves en cuando, sentirme plena y feliz...

Pero nada había salido como lo planee.

Iba camino a Londres, lo único que sabía es que llueve constantemente y hace frío. También se que odio la lluvia, odio el frío, amo la playa y el sol. Nada estaba bien, absolutamente nada.

Horas después llegué a mi destino y comencé a buscar a quien había sido mi salvadora. En cuando nuestras miradas se encontraron ella no dijo nada, sólo me abrazó.

-Se que no somos amigas, se que esto es estúpido y no quiero abusar de tu amabilidad. Pero me preguntaba si puedes acogerme en tu apartamento.- le había llamado una semana atrás.

-¿Estás bien?

-No.

Hazel no preguntaba, no indagaba en mi vida y eso me gustaba. Ni siquiera me había presionado para que le dijera las razones por las cuales quería dejar Estados Unidos de inmediato, tan sólo me había aceptado.

-Estarás bien, estoy segura.- me dijo en cuanto nos separamos. -Ahora vamos a tu nuevo hogar.

La seguí en silencio hasta su auto, era muy pequeño pero demasiado tierno y bastante cómodo. Cuando llevábamos ya un rato atravesando el tráfico pude calmar mis nervios y hablarle.

-No puedo explicarte cuanto agradezco lo que estas haciendo por mi. Prometo que encontraré un trabajo de inmediato y pagaré los gastos que me correspondan.

-No te preocupes. Tomatelo con calma, no gano demasiado pero estaremos bien mientras tanto. Si me permites preguntar, ¿como pagaste el tiquete de avión?

-Tenía ahorros, y mi abuela me regaló algo de dinero para la graduación.

-Oh, genial.

-Gracias, Hazel, te lo agradezco de corazón. Se que nunca nos hablamos per-

-Compartimos muchas clases por cuatro años, se que eres una buena persona. Nunca fuimos amigas, pero ahora podemos serlo.

Ahí venían mis lágrimas de nuevo. Las personas más importantes me habían tradicional, mis supuestos mejores amigos me habían dado la espalda, y ella, tan sólo una conocida con la que había compartido unas pocas veces en cuatro años, me había ayudado, me había aceptado en su propio hogar en otro continente. ¿Cómo es que eso era posible?

Me di cuenta de que toda mi vida había estad o rodeada de las personas incorrectas. Con suerte eso cambiaría.

-Gracias.

Hazel vivía en un apartamento minúsculo, por suerte habían dos habitaciones, la mía era más pequeña pero jamás podría quejarme. Incluso si tuviera que dormir en el sofá eso seria mas que suficiente para mi. Todo era pequeño, el horno, el refrigerador, los closets, la ducha... Pero era acogedor y cómodo.

-Quisiera poder haber decorado mejor tu habitación pero la verdad es que tengo muchos gastos en este momento. Londres es demasiado costosa.

-Oh no, no, no te preocupes. Esto es demasiado, enserio. Y trataré de ayudarte lo más pronto posible, lo prometo.

-Bueno, supongo que necesitas descansar. Sientete como en casa.

Me fue inevitable abrazarla con fuerza y soltar un par de lágrimas. Casa... Ya no tenía eso, no tenía una casa, una familia, un hogar... De un momento a otro ya no tenía nada y a nadie. Deseo con todas mis fuerzas poder avanzar aquí, empezar de cero y estar tranquila.



Ana - H.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora