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El sonido seco de una puerta al cerrarse sobresaltó a Yoongi. El chico llevaba algunos minutos esperando en aquel banco de madera que su manager pasará a recogerlo y la noche sólo parecía volverse más oscura a cada segundo. Revisó su reloj por quinta vez, eran pasadas las 2 AM de un día miércoles, la calle se veía casi desierta, apenas perturbada por el sonido de la sirena policiaca a lo lejos.
Maldijo entre dientes haberse quedado hasta tan tarde componiendo una nueva canción en su estudio, en un par de horas debía presentarse en una entrevista de su banda y por ello necesitaba ir a la casa que todos compartían, para posteriormente salir juntos al llegar la mañana. Odiaba el poco tiempo que le quedaría para dormir, esa época del año siempre era igual, ansiaba la llegada de las vacaciones y con el
El calor era húmedo y hacía imposible respirar con facilidad, había decidido esperar en la calle porque su manager le había asegurado por llamada que estaba a dos cuadras, pero ya habían pasado 10 minutos y no se veía ningún auto llegando.
–Manager, ¿Dónde demonios estás? –se quejó Yoongi frotándose un poco la cara.
Estaba cansado, tenía hambre y el dolor en su hombro estaba matándolo, aquella vieja lesión realmente le molestaba mucho cuando el día era húmedo.
Desde que salió a la calle, un mal presentimiento se le alojó en el pecho y con cada minuto que pasaba, empeoraba más. Con un suspiro se levantó del banco de madera dispuesto a entrar nuevamente al edificio, sin perderse a lo lejos la figura de una mujer caminando apresuradamente mientras hablaba por teléfono.
–Esta no es hora para que una mujer esté caminando sola por la calle – pensó Yoongi preocupado mientras fijaba un poco más su atención en la chica.
Sin poder evitarlo, se detuvo a unos pasos de la entrada de aquel enorme edificio, mirando fijamente a la mujer, pues incluso desde lejos parecía muy asustada. Agudizó su audición para intentar enterarse de lo que decía, pero no reconoció ninguna palabra, claramente estaba hablando en otro idioma.
La chica que caminaba a paso acelerado era María. Quien había ido de visita a Seúl con la grandiosa idea de conocer aquella gran capital asiática. El problema era que no sólo no conocía el funcionamiento del transporte público surcoreano, sino además no hablaba ni una pisca del idioma local y su inglés realmente era penoso, aunque entendía un poco.
–Bien, haber ido a un karaoke sola, beber hasta dormirme y despertarme a la 1 AM no fue la mejor idea –dijo María mientras aceleraba el paso un poco más y cortaba la llamada– pero definitivamente haberme negado a tomar un taxi cerca del karaoke al salir, pensando que si lo encontraba en otro lado sería más económico, fue la mayor estupidez que he cometido en lo que va de semana... Y Dios sabe que puedo hacer algo más imbécil en cuanto tenga la menor oportunidad, así que mejor me concentro en llegar al hotel.
Mientras decía esto, intentó llamar nuevamente al número de una línea de taxis que encontró en internet. Se sentía muy nerviosa caminando sola a esa hora en las calles desiertas, pues, aunque Corea era un país seguro, siempre existía la posibilidad de que algo realmente malo te sucediera de pronto. Con eso en mente, María miró a su alrededor, fijándose en un chico de cabello blanco que estaba de pie y parecía mirarla fijamente.
No tuvo tiempo de detallar el aspecto del chico, pues un par de hombres salieron de la nada y lo tomaron por la espalda, cubriendo su boca con un pañuelo y arrastrándolo hacia una camioneta Hyundai H1 recién estacionada, que estaba estacionada en la esquina más cercana.
–Mierda –Dijo María ahogadamente bajando el teléfono para colgar y llamar a la policía – mierda, mierda, mierda.
–Yeojaga ulileul bwass-eo «La mujer nos vio» – gritó uno de los hombres, señalando a María.
–¡Mierda! –Gritó ella histéricamente mientras se echaba a correr a toda velocidad en dirección contraria.
En su oído una voz femenina le indicó lo que supuso sería el saludo de la operadora policiaca. Con desesperación se estrujó la mente en un intento de explicar en inglés lo que estaba pasando.
–I have witnessed a kidnapping and a man is following me, please, you gotta help me. i'm in seogyo-dong... «He sido testigo de un secuestro y me sigue un hombre, por favor ayúdenme. estoy en seogyo-dong» –Los pasos a su espalda de hicieron más cercanos y un tirón del cabello hizo que María soltara el teléfono, haciendo que este volará muy lejos.
–Dasi ttwineun saeng-gagdo hajima, oegug-in bitch «Ni siquiera pienses en correr de nuevo, perra extranjera» –habló el hombre, tirando sin piedad del cabello de María, haciendo que sus ojos se llenaran de lágrimas debido al agudo dolor que experimentó en el cuero cabelludo.
–¡Por favor, déjeme ir!, ¡No haga esto, señor! –Suplicó María realmente aterrada mientras era arrastrada por el suelo. Intentó estabilizarse con sus manos y sólo consiguió que el asfalto le raspara las palmas.
–Dagchyeo «Cállate» –Habló curiosamente el hombre, logrando afianzar su agarre en el cuerpo de María y cargándola fácilmente mientras corría a la camioneta.
El pánico que sintió María la hizo tener un par de arcadas secas y estuvo segura que hubiera vomitado de no ser por el golpe que sintió en sus caderas cuando fue lanzada sin miramientos al interior del auto. Una rodilla en su espalda baja la empujó contra el suelo mucho antes de que intentara levantarse. Un hombre estaba atado sus manos y otro ataba sus piernas.
No tuvo tiempo de gritar nuevamente, pues una cinta plateada le selló completamente los labios. Todo estaba sucediendo tan rápido que no podía reaccionar con la suficiente rapidez a nada.
–Stay still or I'll open your throat «Quédate quieta o te abriré la garganta» –Habló otro hombre con un fuerte acento coreano mientras le mostraba una navaja enorme.
María abrió los ojos aterrada y se arrastró como pudo lejos, chocando con un cuerpo inmóvil. Se giró asustada y se dio cuenta que era el chico de cabello blanco. Estaba completamente desmayado, lo habían atado de pies y manos y sus labios estaban cubiertos por la misma cinta plateada que la enmudecía a ella.
El golpe contra un asiento y el gruñido que emitió uno de los secuestradores, hizo que María se acurrucara desesperada contra el cuerpo inmóvil, en un intento de sentir algo de protección.
Todos los hombres dentro de la camioneta estaban vestidos de negro y tenían pasamontañas que ocultaban sus rostros. Había en total 4 hombres, uno conducía y el resto estaba atrás mirándola con irritación. El que había golpeado el asiento comenzó a hablarle a sus compañeros.
–Ulineun yeojaleul jug-ilgeoya «Matemos a la chica» –Habló tajantemente.
–Uliga geunyeowa segseuhamyeon deo joh-eul geos-ibnida «Sería mejor si tuviéramos sexo con ella» –Habló uno mirándola de pronto con interés.
–Naneun oegug-ingwa segseu han jeog-i eobsda eo «Nunca he tenido sexo con una extranjera» –habló el conductor mirando por el retrovisor con curiosidad.
–Amudo ajig sonyeoleul manjiji anh-eul geos-ibnida. meonjeo mueos-eul haeyahalji al-anael geos-ibnida «Nadie tocará a la chica. Primero averiguaremos qué hacer» –fue la respuesta del único que parecía estar calmado.
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◄•✖ † AL FONDO DEL ABISMO † ✖•►
Mystery / ThrillerEs increíble como tu vida puede cambiar en apenas segundos. Yoongi pasó de ser un Idol, una verdadera estrella del Kpop, a convertirse en la víctima de un crimen atroz, en sólo un instante. Atrapado en una pequeña habitación oscura con la única te...