UN DÍA DIFERENTE

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Una cálida melodía se escuchaba vagamente, mientras la luz del sol atravesaba mi ventana, mi mano caía suavemente fuera de la cama, el cual era lamida por mi mascota, podía sentir su nariz tan húmeda y fría, eso basto para despertarme, en realidad me daba tanta pereza levantarme que inconscientemente deseaba unos minutos más de sueño, pero eso era imposible. 

Hoy era mi primer día de trabajo, nunca había estado tan lejos de casa, un país nuevo, una cultura nueva; mi vida como adulto comenzaba, eso me llenaba de entusiasmo y preocupación, estaba dispuesto a enfrentarme a cualquier reto que se me interpusiera, mis días de pereza habían terminado, cambiaría mi rutina, mis planes ya estaban trazados.

 Me duché, tomé de mi armario un pantalón color caqui, el cual lo combine con una camisa manga larga color azul rey y unos zapatos cafés; baje, prepare mi desayuno el cual consistía en un plato de fruta, unos huevos estrellados con pan tostado acompañado de un café y jugo de naranja. Meses atrás no hubiera tenido idea ni de cómo calentar agua, pero mi abuela me dio unas clases intensivas sobre cocina antes de marchar a mi destino. Preparé mi almuerzo y me dispuse ir al trabajo, me sentía un tanto ansioso, ¿Qué tipo de compañeros me esperaba? ¿De qué manera me tratarían? ¿Estarían dispuestos a aceptar en su círculo social a un extranjero? 

Esas preguntas rondaban en mi cabeza una y otra vez mientras tomaba el metro. Después de salir del metro; que fue toda una odisea, nunca en mi vida me había topado con tremenda magnitud de personas, llegó un punto en el que estaba por llegar a un ataque de pánico, pero logré controlarlo; caminaba hacia mi trabajo y observé los hermosos paisajes que me regalaba la ciudad, todo me asombraba, definitivamente las cosas eran muy diferentes a comparación de donde yo venía.

 Llegue a mi trabajo, era un edificio enorme cubierto de cristal, entre y en la recepción estaba una señorita muy hermosa, de cabello castaño, ojos rasgados, sus labios eran carnosos y pequeños, su piel muy tersa y blanca, tenía una complexión delgada. –Buenos días, mi nombre es Analí, en que puedo servirle —Me dijo con una voz muy dulce –Hola, mucho gusto, me acaban de dar el empleo de proyectista, ¿podrías indicarme en que parte me debo de instalar? –Claro, espera aquí, llamaré para que bajen por ti ¿cuál es tu nombre? –Daniel –Ok. En un momento vendrán por ti –Gracias, señorita... –Analí —Asentí con una sonrisa en mi rostro. 

Sólo espere unos segundos, escuche al elevador abrir, vi a un hombre de 26 años, bien parecido, piel blanca, ojos negros, pelo negro y lacio, media un metro ochenta cuando menos, llevaba puesto un pantalón de vestir color azul, una camisa blanca de manga larga, saco beige combinado con unos tenis blancos. ¡Rayos! si mi hermana estuviera aquí, ya se habría enamorado –Tu debes ser Daniel –así es, mucho gusto, usted fue el que me entrevistó ¿no es así? –Por favor sin tanto protocolo, soy Han —entramos al elevador y llegamos a las oficinas; la verdad es que se veían bien, se notaba que era una gran firma de arquitectos. 

Lo mejor estaba por venir. El señor Han me llevó a mi oficina, el cual era muy cómoda, me instruyó de cómo se llevaban las cosas a cabo y cuales eran todos los procedimientos por seguir. Me presentó con mis compañeros, ellos fueron muy amigables. Terminé mi jornada laboral y los chicos me invitaron a cenar, como una forma de bienvenida, gustosamente acepté. Llegamos al restaurante Bajíos, con un estilo muy contemporáneo envolvía la velada. Comimos, bebimos, charlamos de tantas cosas, nos fuimos conociendo poco o poco y ahí fue donde supe que el señor Han era el dueño de la firma. 

Sentí un ambiente muy agradable, pero conforme pasaba el tiempo, no podía dejar de pensar en cosas de mi pasado, hacía que mi noche de alegría se volviera tediosa, así que decidí irme antes que ellos. De camino a casa empezó a llover, ¡genial! ¿Qué más podría pasar?, no tome importancia a lo sucedido, ¿Cómo es que después de estar tan motivado en la mañana, ahora me invadía la desgana? Estúpida mente, ¿Cómo puedes traicionarme de esa manera? Levanté mi rostro empapado, estaba a punto de romper en llanto cuando algo llamó mi atención. Una sombrilla de color blanco con bolitas de colores se asomaba entre toda la gente, parecía la sombrilla de una niña, era tan simpático el cuadro que me robo una gran sonrisa. 

Inexplicablemente mi dolor había cesado un instante. Al llegar a casa simplemente me sentí diferente. Algo pasó, pero no entiendo qué. Tomé un largo baño, preparé una taza de café y leí un libro, increíblemente caí en los brazos de San Pedro, nunca había dormido de una manera tan impresionante. Desperté descansado y con ganas de iniciar el día, parece que la pequeña sorpresa de ayer me impactó. 

Estaba a punto de ir al trabajo, cuando al abrir la puerta de mi casa, vi a mi jefe, ¡vaya susto que me llevé! – ¿Estás listo para irnos? —Me dijo el Sr. Han –En este momento iba hacia la oficina –Bien, solo que no iremos a la oficina, me acompañaras a una reunión –Perfecto, sólo déjeme avisar a Jay que llegaré tarde –No te preocupes por eso, ya he avisado —Subimos al carro y empezamos a platicar –Daniel ¿qué? – ¿Disculpe? – ¿Cuál es tu nombre completo? –Oh, Louis Daniel Montes – ¿Cuántos años tienes? –24 Señor y usted tiene 26 ¿no? –Basta, sólo dime Han – ¿Seguro? –Claro –Muy bien –Tienes cara de confundido, ¿Qué pasa? –Me siento un poco impresionado -¿Por qué? ¿No soy lo que esperabas? –No, como cree... sólo que...no debo decir esto pero no creí que fuera tan joven, generalmente las empresas las dirigen personas maduras – La edad no define tu madurez –Lo sé, pero no me refería a eso, disculpe –No tienes que preocuparte, la empresa la heredé de mi padre, tiene 5 años que murió, así que me tocó hacerme cargo –Ah, ya entiendo –Y dime ¿Qué haces aquí? –Es una larga historia, si me lo permite, no tengo ganas de contarla.

– ¿Algo muy doloroso? –Podría decirse que sí –Si en algo puedo ayudarte, no dudes en hablarme —Sonó tan sincero, como si en verdad quisiera ser mi amigo, logró impresionarme así que no dudé en hacerle una pregunta – ¿Por qué me trata así? – ¿Así como? –De manera amigable –Esto es lo correcto –No entendí a qué se refería –la verdad es que me inspiras confianza, quiero pensar y no equivocarme en que eres una buena persona, solo quiero saber si puedo confiar en ti –Supongo... –Louis eso no es una respuesta, se trata de un gran compromiso –Eres muy interesante –Deberías de sentirte honrado –y lo estoy, creo que puedes contar conmigo – ¿Creo? ¿Cómo que creo? Así nunca vamos a avanzar con tanta negatividad – ¿Qué esperas? ¿Qué escriba mis votos? –Eso sería magnífico –De ninguna manera, hemos terminado con esta extraña conversación –Le tienes miedo al compromiso Louis –No tengo miedo a comprometerme, Ok dejemos de hablar de esto, es incómodo. Ya te dije que puedes confiar en mí –Lo ves, sólo tenías que decir eso, pero tienes que complicar la situación —Vaya personaje con el que me topé, pero a pesar de eso me sentí bien, pude sentir su sinceridad. Nadie me había llamado por mi primer nombre, ya que no me agrada, pero me resultaba tan familiar que decidí no reprenderlo. En el fondo estaba muy feliz de haber conseguido a un amigo.

LA NIÑA DE LA SOMBRILLADonde viven las historias. Descúbrelo ahora