Recuerdas esas historias románticas donde te dicen que cuando encuentres el amor de tu vida, comienzas a oler mejor, las sensaciones se intensifican y comienzas a ver los colores de una manera más brillante, incluso, te dicen que es cuando realmente comienzas a ver los colores. Leyendo eso una y otra vez, como si fuera posible.
Así es como se vive en verdad, un mundo blanco y negro donde sabes de que color son las cosas por que lees la etiquetas, todas las mañanas antes de vestirte tienes que leer la etiqueta de tu ropa para saber que colores te vas a poner, si es mezclilla, si es negro, hasta las blusas color blanco tienes que checar, por si las dudad. No eres solo tú, todos a tu alrededor pasando por lo mismo.
Solo que hay una cosa, llega un tiempo donde comienzas a ver los colores de las cosas, llámalo destino, si así lo quieres o desgracia para unos, pero es el amor, desde niño te dicen que cuando encuentres a tu alma gemela o al amor de tu vida, es cuando verás los colores. Te lo cuentan tus abuelos, y lo refuerzan tus padres, los maestros en la escuela y en ocasiones conoces a uno que otro niño que ya mira los colores. En ese momento no sabes si es envidia lo que te carcome, por que tienes que admitirlo, es cansado ve todo en colores blanco, distintas variaciones y gris y negro.
Mueres por saber cómo es el color rojo de las manzanas, el azul que te dicen que es el cielo o el mar, incluso saber como es el color verde. Y así es como pasas años con la esperanza de que en algún momento verás los colores, conocerás al amor de tu vida y literal, llenara tu vida de color.
Así es como pase los primeros años de mi vida, creyendo que era un hermoso cuento de hadas, donde todo sería dulzura, pero mientras más tiempo pasaba más lejana se hacía esa ilusión, hasta que conocí a mi vecino, yo tenía 24 años cuando recién me mude de cuidad, conseguí trabajo como correctora en una editorial, todo era nuevo para mí, olores, sabores, comida, la gente, pero los colores los mismo, ya no era algo que buscaba encontrar, a este punto, era solo una historia.
En cambio, mi vecino Gabriel me pintó un cuadro muy diferente, no crean que era el amor de mi vida, el simplemente fue mi guía en una nueva cuidad, a sus 78 años, era viudo. Había conocido a su esposa Emma y amor de su vida a los 15 años. Desde entonces no se pudieron separar, ambos experimentaron momentos mágicos y fueron descubriendo los clores que los rodeaban.
Viajaron por el mundo descubriendo aun más colores, comidas, lugares románticos, fue donde Gabriel encontró su pasión por la pintura y por su puesto su esposa fue la inspiración de muchos de sus obras, su casa estaba lleno de sus cuadros que guardaba con tanto amor, recordándole todos los días a su hermosa amada, por lo que podía apreciar ella fue hermosa, hasta sus últimos días.
Lo que Gabriel me hizo notar es que aun tenia la habilidad para pintar, a pesar de edad, que no era un impedimento para él, la edad es solo un dígito me dijo en muchas ocasiones, pero a pesar de aun tener la habilidad, ya no lo hacía, no por falta de ganas, o por falta de inspiración, tenia aun mucho bocetos por todas partes, era magnifico el pasar la tarde con él, mirando como comenzaba a dibujar, el problema era que desde que Emma murió, poco a poco fue dejando de ver los colores, al principio haciéndose opacos unos, cosa que no le tomó mucha importancia, después comenzó a notar que había mas grises en su vida ahora.
Cuando fue a ver al médico le dijo la cruda verdad, cuando eres niño te venden la historia de los colores, y es maravillosa, pero nunca te dicen la historia completa, que, si tu alma gemela muere, con el paso del tiempo pierdes la hermosa habilidad de ver los colores poco a poco, hasta regresar a los a la monocromático con la que naces.
Gabriel aun podía distinguir un poco los colores, le faltaban uno que otro, y los que podía ver no tenían la misma intensidad que antes, y podías ver como extrañaba eso, pero extrañaba más a Emma.