Te odio.

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Ella estaba lista esa noche para fingir que todo iba bien, que no le preocupaba nada, que iba a ser feliz. Se arregló como siempre lo hacía, práctico miles de veces su sonrisa y risa ante el espejo. No podía demostrar lo infeliz que era.

La enorme casa se encuentraba vacía, desprovista de vida al momento en que ella se dispuso a salir de la misma, no pudo evitar comparar el estado de la casa con ella misma, de alguna manera se sentía vacía y despojada de toda la felicidad que ella algún día pudo albergar.

Subió a su coche, encendió la radio pero no estaba escuchando ninguna canción en particular, sus deprimentes pensamientos la ahogaron en el diminuto espacio de su auto, no se reprimió, dejó que al menos esa pequeña parte de angustia y tristeza que estaba dispuesta a salir lo hiciera, sólo en su auto se sentía segura para hacerlo.

Llegó al establecimiento donde se haría la celebración, su celebración, pero ella ni siquiera sabía que se estaba celebrando, ¿felicidad? Estaba segura de que eso no era, sólo una persona sabía de sus sentimientos hacia todo eso, sin embargo, esa persona no estaba presente. No estaría presente nunca más.

Miró su maquillaje, sabía que estaba hermosa pero se sentía la persona más horrible al tener que mostrale tanta falsedad a sus amigas las cuales solo la querían hacer feliz. Salió del auto y se obligó a mostrarse alegre y agradecida. Sus amigas no tardaron en aparecer y acapararla dándole todo tipo de bebidas.

Sabía que sería contraproducente para ella, en un estado de ebriedad ella no podría controlar lo que decía o lo que hacía, pero no le importó, tomó cada una de las bebidas que le ofreciendo sin saber que era, eran sus amigas, nunca le darían algo malo ¿verdad?

Dejó que el alcohol y la música la envolvieran haciéndola olvidar momentáneamente su vida, su infeliz vida, se movió al ritmo de música sintiéndose libre, sintiéndose plena, con el alcohol corriendo en su sistema no se dió cuenta cuando comenzó a bailar con un chico alto y musculoso. No le importó y dejó que él marcará el ritmo de sus pasos descontrolados, pasó un de sus enormes manos por su cintura acercándola más a él y a su dureza.

Esa vez, al sentirlo tan cerca, lo miró, miró sus ojos, su rostro, anhelando que fuera él, que fuera el hombre que había estado esperando toda la noche. Toda la vida. Pero se llevó la decepción al encontrar otros ojos, otros labios, otra seductora sonrisa. No supo que hacer, quería salir de la prisión de brazos que ese hombre habían formado pero estaba tan borracha que no supo como hacerlo.

— Tengo que ir al baño.— dijo, no supo cómo pero la voz ronca y alergatada exponían su estado, el hombre sin ningún tipo de problema la soltó, quizás pensando que ella iría para volver, pero ciertamente estaba en lo contrario. Ella se sintió sofocada, al entrar al baño sus ojos derramaron las lágrimas que había contenidos desde que llegó.

El alcohol en su sistema no pudo revertir el sentimiento de abandono que surgió dentro de ella, la música no pudo acallar los pensamientos de soledad que la albergaron. Salió sin importarle que su maquillaje estaba corrido, o que el chico la viera, fue a su mesa desierta debido a que sus amigas sí se estaban divirtiendo y tomó su teléfono.

Con los ojos aún vidriosos, buscó su contacto en su celular, tenía, necesitaba escuchar su voz para alejar todo lo malo de su alrededor. Lo necesitaba a él, a sus besos, a sus caricias.

Cinco timbres sonaron antes de que la llamada se cayera, lo volvió a llamar, una, dos, tres, diez veces. Estaba tan mal que no podría enviar un mensaje preguntándole por qué la ignoraba, por qué la había abandonado.

No le dio importancia, salió del club, no le importaba nada más que ver al chico que le robaba el aliento con solo una sonrisa, que hacía su cuerpo estremecer con una sola mirada y que quizás nunca más volvería a poder acariciar.

Te odio «K. NamJoon» •One Shot•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora