Andrea

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En las estaciones de tren hay un sitio para esperar con tiendas, bancos y escaleras mecanicas, ¿no? Pues ahi nos estaban esperando Aran y su hijo David, Dan o lo sea su nombre.

-Hola señoritas- dijo Aran intentando ser gracioso, pero en realidad parecia estúpido-. Bienvenidas a Granada.

-Gracias-dijo mi madre, acto seguido me dio un codazo para que dijera algo.

Yo no estaba muy dispuesta a colaborar asique solte lo primero que se me vino a la cabeza:

-¿Podemos ir a lo que mi madre quiere que llame mi 'nuevo hogar'?

-Claro, claro. ¿Os llevo las maletas o podeis solas?- dijo Aran con una sonrisa.

-Creo que podemos nosotras solas, gracias.

El silencio que habia en el coche era bastante tenso, y, cuando se pararon enfrente de una casa de dos pisos, parecia que la habian pintado hace poco de blanco, me baje rapidamente del coche, cuando antes termine este año de mierda mejor.

-Daniel-dijo entonces Aran-¿puedes enseñarle a Celia la casa? Seguramente no la recuerde.

El tal Daniel asintio con una cara aburrida, parece que no soy la unica que no quiere que este aqui, bien, nos vamos entendiendo, poco a poco.

Si Lo Hubieramos Sabido (En Proceso) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora