le début de la fin pour le grand lucifer

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La tristeza del diablo

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¿Quién puede pensar por la tristeza del diablo?

Entre la oscuridad y la luz, la luz es la buena.

El blanco simboliza celestial y el negro maldad.

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El polvo en la tierra árida caminaba por todos los rincones de la gélida roca. Dios creaba al alfa Adán que parecía un pequeño molde de barro en sus manos, al lado de él, Lilit Louis que representaba al ser más fuerte, el modelo que sería apreciado, el mejor que haya hecho.

Los colocó dormidos en la parte de la tierra que había creado para ellos. Verde por todos lados, azul por todos lados. Creó las hojas inspirándose en su mejor ángel, su luz. El azul viendo los matices que rodeaban el iris de su querubín. Él no sentía la envidia de aquellos que se hacían llamar sus hijos. No escuchaba las arpas de dorado siendo tocadas con dureza, cegado de su amor a la nueva creación que habitaba en la tierra, cegado de lo armonioso que se veía desde lo más alto. Azul y verde.

El nevado ángel diseñaba los dinamismos del humano moviendo sus pulcras manos al compás de la serena sinfonía que sonaba siempre. Las pequeñas imágenes hechas con la suavidad de las nubes donde las creaciones emanaban amor, se abrazaban y marcaban al otro. Sonreía con las mejillas sonrosadas. Anhelaba sentir el amor que sentían sus figuras de vapor.

Pensó ¿Cómo se multiplicarían? Su padre aún no se lo había dicho. Pensó. Negó, su padre era tan grande que lo sabía todo, cada movimiento, cada pensamiento.

Sin embargo parecía ser un rey desinteresado, cegado de su grandeza.

Su hermano abría los ojos grandes yéndose lentamente esperando que la otra beldad no lo sintiera. Voló rápido llegando a donde sus otros hermanos esperaban.

Está creando la lujuria. Eso fue lo que se le contó a su padre. El celestial no lo creía, debería ser mentira pero sus ángeles no habían sido hechos para mentir. La mentira fue creada en ese momento al igual que la lujuria, la lubricidad.

Esfumó a muchos de sus hijos, estar en contra de otro no era de ellos, de él. Y aunque los amaba era un ser sin misericordia a veces. Sin piedad.

Su luz preguntó qué había pasado. Él suspiró.

"Haces cosas a mis espaldas."

Lucifer Harry se estremeció, sabía que su padre pensaría que jugaba como cuando él era un pequeño ángel, alguien le había dicho. Asintió, no tenía por qué mentir.

"¿Quién te lo ha dicho?" Su voz en un hilo.

"Tú no forjas."

Harry bajó la mirada y asintió. Si su padre decía que no creara él lo haría. La devoción a él le exigía tomar las órdenes. "Era un regalo, padre."

"No hay regalo más grande que tu sinceridad y lealtad. Vete."

En la tierra las cosas no iban diferentes. Padre había ido con sus hermanos al lugar el cual era prohibido entrar, donde los seres más poderosos entraban; y Harry estaba a cargo de vigilar todo. Él nunca había visto a los semejantes a su padre, eran más luminosos que Padre porque él se dejaba ver ante sus hijos. Harry no sabía cómo era el lugar a donde iban, desaparecían solamente. Pero tenía lo curiosidad.

la tristesse du diable. osDonde viven las historias. Descúbrelo ahora