Promesa infernal

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Una sonrisa se dibujó en sus labios, no solía visitar mucho el bar de la ciudad pero había descubierto algo ciertamente interesante en el lugar, un joven que estaba aquí desde Nueva York por un tiempo de vacaciones, ciertamente era un joven extravagante de cabello rubio y pecoso, además de ojos con heterocroma. Burlista, sin pelos en la lengua y con un encanto afeminado.

El chico se le acerco con una sonrisa en los labios y comenzó a hablarle, rápidamente le respondió de manera sarcástica, pero entablando una conversación más a fondo descubrió que tenían gustos particulares en algunas cosas, no eran tan similares y sus opiniones lo habían llevado a debates verbales pero era peculiarmente entretenido. Y él ciertamente se estaba aburriendo un poco últimamente.

Durante las semanas transcurridas se fueron conociendo un poco más, Ángel aunque él estaba seguro que ese no era su nombre le había dicho; que negocios particulares de su familia lo tenían allí. Pero no hablo que clase de negocios o qué diablos hacía en Nueva Orleans, primero eran por vacaciones ahora eran por negocios particulares.

Una tarde luego de su trabajo decidió que luego de ser entretenido durante tanto tiempo por Ángel quien siempre llegaba a su casa antes de que se fuera al trabajo, además de que le cocinaba y siendo sinceros Ángel no era particularmente un mal cocinero y la comida italiana preparada por él no era mala en lo absoluto. ¡Pero vamos! Necesitaba algo de acción en su vida, tres semanas ya habían sido bastantes pero ¡Oh! Era el Mardi Gras y la ciudad estaba tan animada y festiva que solo debía esperar unas cuantas horas en el pantano a que un tonto intoxicado caminara por allí y bueno una presa sencillamente fácil. Además estaba seguro que Ángel estaba revoloteando entre en alcohol, el baile y las luces eso le encantaría ciertamente.

Y no era como si él se prohibiera pasar algunas horas entretenidas en esa diversión. Pero en esos instantes de la noche se encontraba posicionado en el pantano escopeta en mano esperando una presa, el sonido de pasos le llamo la atención, se asomó ligeramente de su escondite eran tres personas.

–Creo que estas muy lejos de tu territorio, niño –Hablo un hombre alto y corpulento con un revolver en mano –

–Sí, bueno he decidido un poco saltar los limites –Esa voz, él conocía perfectamente esa voz y aun oculta por la penumbra de la noche y solamente alumbrada por la luna, Alastor pudo ver perfectamente la cabellera rubia de ángel –Claro que solo me he estado divirtiendo, nada de malo tiene un poco de diversión.

–No cuando te metes en territorio ajeno e intentas suministrar tu porquería aquí.

– ¡Porquería! ¡Ja! Que insulto, no es como la bazofia que tienen ustedes por favor yo solo tengo la más alta calidad.

Alastor pasó por alto toda la conversación de mafiosos, mirando expectante que sucedería, su sonrisa estaba tensa en sus labios, esperando que ángel en realidad no estuviera mordiendo más de lo que podía tragar, una inquietud se volvió en la base de su estómago, bien que se había vuelto amigo de neoyorquino, el primer mafioso le apunto con su arma, ángel solamente sonrió y levanto sus manos y de un minuto a otro estaba disparando y tenía a los dos derribados.

Armas, las armas estaban en sus manos y en ningún momento las vio, ángel solamente se estaba riendo.

–Putas escorias baratas –Fue lo que dijo para tirar sus cadáveres al pantano y que los cocodrilos hicieran el resto –

Ángel con sus ojos chequeo la zona intentado encontrar a algún testigo pero no vio nadie, se encogió de hombro y salió del lugar como si nada hubiera pasado. Alastor escondido en su sitio intentaba sopesar cual era la sensación que había sentido cuando vio matar a Ángel sin duda fue única le revolvía el estómago de una buena manera y su sonrisa se había anchado con fascinación por supuesto que no era igual a su manera de matar pero era, Letal y seductor podría decir que incluso era estimulante lástima que desperdiciara tan buena carne con los reptiles acuáticos dueños de esas aguas, bueno sería en otro momento.

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