especial Halloween

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Los brillantes rayos de sol calentaban el claro del Clan del Trueno.
Una fresca brisa inesperada hizo a Glayino estremecerse. Se desperezó de mala gana y se dirigió fuera de la guarida de los curanderos. Le rugía el estómago y comenzó a caminar en dirección a la pila de carne fresca. Glayino oyó a Hojarasca Acuática y su hermana Esquiruela hablando cerca de la pila que había sido reabastecida hacia poco por la patrulla de caza.
-Buenos días, Glayino- maulló la curandera del Clan del Trueno.
El aprendiz las saludó brevemente, después cogió un tordo fresco y carnoso y comenzó a engullirlo a grandes bocados. No había acabado de despachar su presa cuando Carrasca se acercó a saludar a su hermano.
-Por fin te has levantado, dormilón- bromeó Carrasca dándole un toque con la cola.
-Ayer no pude dormir bien, estaba cansado- respondió Glayino secamente.
-Ya lo sé- maulló ella- solo estaba bromeando, cerebro de ratón.
Glayino no respondió, aquel día no estaba de buen humor y aque apenas había podido dormir. El cansancio le pesaba como si todo su pelaje estuviera empapado y tirara de él hacía abajo.
Quería acurrucarse en su lecho calentito y descansar, pero sabía que por mucho que lo intentara no podría volver a dormirse.
Glayino agitó la cabeza, tratando de librarse de todo el cansancio acumulado, y se dirigió hacia la maternidad.
<<Si me mantengo ocupado no pensaré en dormir>> se dijo a si mismo.
Pasó entre las zarzas que servían de barrera para la maternidad. Dentro, el calor corporal y el olor a leche eran reconfortantes y la maternidad parecía aislada del exterior.
Glayino entró para comprobar que Dalia, la gata crema del cercado de caballos, estaba bien. El día anterior, la gata se había quejado de estar muy caliente y no encontrarse de todo bien. Glayino le había dado unas hojas de borraja para la fiebre y ahora volvia para comprobar que hubiera mejorado.
-Bienvenido, Glayino- saludó Fronda desde el otro lado de la maternidad- Dalia ha estado bien desde que le diste las hierbas.
La gata crema asintió. Aunque Glayino no era capaz de verla no era necesario para saber que se encontraba bien. Cuando toco sus almohadillas suavemente estas no quemaban y no había rastro de enfermedad. El día anterior, Glayino temió que la reina pudiera desarrollar tos verde, ya que había comenzado a refrescar, aunque aun no había llegado la estación de la hoja caída. Ahora, estaba seguro de que no había nada de lo que preocuparse. Al salir de la maternidad, Glayino oyó que varios guerreros habían comenzado a murmurar, y enseguida captó el olor del Clan del Viento. Era Azorín que ahora estaba hablando con Hojarasca Acuática. Glayino fue trotando hasta donde se encontraban los dos curanderos y solo a una cola de distancia paró para escuchar atentamente la conversación.
La curandera del Clan del Trueno le oyó llegar, ya que dejó de hablar con Azorín y posó su mirada en él.
-Llegas en un buen momento, Glayino- dijo Hojarasca Acuática aliviada- tengo muchas tareas que hacer y sería de gran ayuda que tú acompañaras a Azorín hasta la frontera después de darle unas hierbas de menta acuática.
-Sí,- maulló el aprendiz del Clan del Viento mientras asentía- andamos escasos de menta acuática en el Clan del Viento- dijo Azorín algo nervioso. Estaba claro que el gato negro no quería compartir los problemas de su clan.
-¿Hay algo en el Clan del Viento que ande mal?- preguntó Hojarasca Acuática haciendo eco de los pensamientos de Glayino.
-No, solo necesitamos algo de menta acuática para estar bien abastecidos- replicó Azorín.
<<¿Que está ocultando? Algo va mal en el Clan del Viento>> penso Glayino. Sentía lo nervioso e incómodo que se sentía el guerrero del Clan del Viento, estaba tratando de ocultar algo. Además, la menta acuática se utilizaba para el dolor de estómago y si necesitaban más de la que tenían en su territorio, podía ser que estubieran teniendo una intoxicación a causa de las presas o el agua.
<<Si es así, el Clan del Trueno también habría sufrido las consecuencias >> se dijo a si mismo <<El río del que bebemos también pasa por el territorio del clan rival, y nosotros también comemos conejos >>.
-Glayino.
La voz de su mentora le sacó de sus pensamientos.
-Sería conveniente que salierais cuando antes, hoy es un día muy atareado y necesito que me ayudes cuando vengas, así que se rápido y no te entretengas- dijo Hojarasca Acuática en un tono algo severo.
Glayino y Azorín se dirigieron hacia la guarida de los curanderos. Una vez allí, Glayino entró pasando por la barrera de zarzas. Se adentró en la gruta de la guarida mientras Azorín esperaba fuera, y una vez hubo cogido algo de menta acuática regresó. Dejó las hojas en el suelo y Azorín las tomo con la boca delicadamente. Después se pusieron en marcha y salieron por el túnel de aulagas.
El cielo estaba despejado, con el sol en lo alto, solo tapado por unas pequeñas nubes blancas que rondaban vagamente por el cielo. Había una suave brisa que hacía temblar las hojas que aún no había caído de la copa de los árboles. El suelo estaba cubierto por un tupido manto de hojas amarillas como el sol, rojas como la sangre y marrones como la corteza de los troncos. Glayino y Azorín cruzaron el bosque trotando raudamente. El suelo estaba seco, y Glayino podía sentir bajo sus patas como las hojas crujían. De repente, Azorín viro bruscamente empujando a Glayino que perdió el equilibrio y cayó al suelo duramente.
-¡¿Pero que haces cerebro de ratón?!- espero Glayino, que notó como el dolor se desvanecía ante su creciente irá e incertidumbre.
-L-lo siento- se disculpó Azorín, que parecía avergonzado.
-¡Ten más cuidado y mira por donde vas!- gruñó el atigrado aprendiz del Clan del Trueno.
-Y-yo...vamos, sigamos por aquí- maulló Azorín sin saber que decir. Sin esperar una respuesta el guerrero negro retomó la marcha hacia la derecha.
Glayino se puso en pie y le siguió. Nada más comenzar a andar, Glayino se dio cuenta de que Azorín había tomado el camino erróneo, ya que se dirigía a la frontera del Clan de la Sombra. Glayino aceleró el paso y comenzó a perseguir al curandero del Clan del Viento. No sabía dónde estaba exactamente, pero un tenue olor llegaba de más adelante y siguiendo el rastro llegó hasta la frontera del Clan de la Sombra. Glayino frenó en seco.
<<Cómo podrá ser tan ingenuo ese cerebro de ratón. La frontera del Clan de la Sombra se puede oler desde la otra punta del bosque>> pensó Glayino frustrado.
El aprendiz del Clan del Trueno siguió avanzando raudamente, atento a cualquier indicio de guerreros del Clan de la Sombra. Si le descubría una patrulla, no tendría ninguna oportunidad de salir ileso del encuentro, y Glayino no conocía bien esa zona del bosque. Solo había estado una vez, con sus hermanos, para crear una señal falsa para que el Clan de la Sombra volviera a creer en el Clan Estelar. De repente, Glayino, oyó unos pasos avanzando hacia él. Este, entró en pánico y no tuvo tiempo de reaccionar antes aterrizar dos colas más allá, en el suelo. Se puso en pie tan rápido como pudo tensando los músculos. Notó como el aire de había vuelto más pesado, pero ahora Solo pensaba en quien tenía delante. De repente se relajó. Era Azorín que repiraba agitadamente. Glayino sintió un sentimiento de terror proveniendo del gato negro.
-¡Corre Glayino!- espetó Azorín.
-¿Qué? Por qué?- preguntó Glayino confuso.
-¡¡¡Un guerrero...El Clan de la Sombra... viene!!!- maulló Azorín entrecortado.
Glayino flexionó las patas para empezar a correr, pero una voz hizo que se detuviera.
-¡Alto!- ordenó la voz- ¿Qué hacéis aquí, Clan del Viento?
Rápidamente Glayino reconoció la voz, era Sapero del Clan de la Sombra.
-Yo...em..nosotros, ha sido un error!- maulló Azorín.
-Al parecer no has venido solo- maulló Sapero- ¡¿Es que todos los clanes se han puesto de acuerdo para espiar a nuestro clan?!
-¿Todos los clanes?- dijo Azorín confuso.
<<Yo no he visto a ningún guerrero del Clan del Río >> pensó Glayino.
-Hey, Sapero, si crees que te has librado de mi estas equivocado. Necesito ver a Cirro y...- comenzó una voz que a Glayino le sonó molestamente conocida.
-Genial- murmuró Glayino sarcásticamente.
-¿Qué hacéis aquí?- interrogó Neblina, la curandera del Clan del Río.
-No te hagas la despistada, seguro que lo habéis planeado entre vosotros- bufó el gato del Clan de la Sombra.
-¡No hemos planeado nada, ha sido un error!- trató de aclarar Glayino.
Los cuatro gatos se enzarzaron en una pelea, hasta que se oyó un gran estruendo. Todos quedaron inmóviles. Se volvió ha escuchar otro golpe.
-¡Cuidado!- advirtió Sapero.
Glayino no entendía que pasaba, hasta que el estruendo estubo más cerca. ¡Los árboles estaban cayendo!
En medio de la confusión, Glayino pudo reaccionar y comenzó a correr en dirección al territorio del Clan del Trueno.
-Por aquí- maulló él, esperando que su voz se oyera por encima del ruido que hacían los árboles al precipitarse.
Glayino no sabía si le seguían, pero fuese como fuese el tenía que ponerse a salvo. Corría tan rápido como las patas se lo permitían, rasguñandose de vez en cuando con algún arbusto o zarza. No frenó hasta que creyó haber dejado todo eso atrás. Su respiración era entrecortada, y el espeso aire no le facilitaba nada recuperar el aliento.
Entonces oyó unos pasos tras él. Enseguida reconoció el olor del curandero del Clan del Viento, seguido de la gata del Clan del Río y el guerrero del Clan de la Sombra.
<<Genial, ahora están todos en el territorio del Clan del Trueno >> se dijo a sí mismo Glayino.
-¿Que es toda esta niebla?- se quejó Sapero algo asustado por el suceso anterior.
-¿Niebla?- preguntó Glayino.
-¡Sí, que no puedas verla no quiere decir que no esté cerebro de ratón!- espetó Sapero.
-¡No es necesario ponerte así!- replicó Azorín.
-¡Y yo no necesito que nadie me defienda!- espetó Glayino a la defensiva.
Neblina esta apunto de replicar algo, cuando otro árbol cayó cerca de donde estaban.
Siguieron corriendo tan rápido como sus patas se lo permitían hasta que llegaron a la casa abandonada de Dos Patas. Se refugiaron allí, esperando que las paredes de la casa les protegieran, pero un árbol cayó en la entrada bloqueandola. Todos se giraron y Neblina trató de encontrar una salida entre las ramas del árbol, sin éxito.
-Es inútil- maulló Glayino.
-¿Acaso quieres quedarte atrapado aquí? Yo almenos lo intento- espetó Neblina.
-Seguro que esto es culpa del Clan del Trueno- gruñó Sapero.
-¡Eso no es cierto!- bufó Glayino.
-¿A no? Y que pasó con la última vez que estuvisteis en nuestro territorio?- replicó el guerrero del Clan de la Sombra.
-¿La última vez?- dijo Azorín extrañado.
-¡Esto no va contigo!- bufó el aprendiz del Clan del Trueno.
Todos comenzaron a discutir de nuevo, y de repente una risa malvada resonó por toda la casa.
Se quedaron en silencio, escuchando atemorizados esa risa maligna. 
-¿Qui-quien anda ahí?- maulló Neblina.
No hubo respuesta.
-Sí esto es un truco- comenzó Sapero- más vale que...
-Ahora que estáis atrapados, no podreis salir- dijo una retumbante voz grabe.
Unas risas más agudas empezaron a oírse como eco a la otra voz y cada vez más sonoras.
Todos estaban atemorizados.
De repente se oyeron unos pasos.
-¡Tú!- bufó Neblina.
-¿Quién? Qué ves?- quiso saber Glayino.
-¡Estrella de Tigre!- exclamó Sapero.
De repente, más guerreros del Bosque Oscuro comenzaron a aparerecer, entre ellos Alcotán y Estrella Rota.
Los cuatro guerreros desenvainaron las garras bufando mientras los guerreros del Bosque Oscuro se acercaban cada vez más.
Con la poca luz que entraba en la casa abandonada disminuyendo y los malvados gatos muertos acercándose, los cuatro gatos de distintos clanes se abalanzaron contra sus enemigos. Azorín saltó sobre Alcotán que pudo esquivarlo. Antes de que Azorín pudiera recomponerse Alcotán lanzó un zarpazo a su cara, el cual paso rozando al gato negro cuando Neblina empujó al guerrero del Clan del Río. Estrella Rota se lanzó hacia Glayino, el cual quedó inmovilizado bajo el peso de su oponente. Glayino comenzó a rasguñar el estómago de Estrella Rota con sus patas traseras, pero este no se movió, y le propinó un zarpazo en la cara. Glayino comenzó a revolverse desesperado y consiguió morder la pata de su rival, el cual chilló de dolor antes de apartarse de encima. Glayino se puso de pie y se lanzó contra su rival haciendo que este aterrizará de costado. Sin perder tiempo, Glayino mordió el omóplato de su enemigo y lo sujeto para inmovilizarlo, pero notó como unas afiladas garras le rasgaban el costado. Era Alcotán, que había conseguido librarse de sus contrincantes. Glayino se dio la vuelta tratando de propinarle un zarpazo a Alcotán, pero falló.
Estrella Rota se puso en pie y se dispuso a saltar sobre Glayino, pero Azorín se lo impidó. Los dos salieron rodando en una maraña de pelo y garras mientras Glayino trataba de defenderse. De repente cayó al suelo boca arriba y notó como una garra le atenazaba el pecho.
-Hubieras sido un gran guerrero si te hubieras unido a nosotros- susurró Estrella de Tigre a su oído.
El aprendiz del Clan del Trueno, presa del pánico comenzó a dar zarpazos en el aire tratando de escapar de las garras del antiguo líder del Clan de la Sombra.
-Patético- gruñó Estrella de Tigre, que le propinó un zarpazo a su adversario.
Glayino consiguió poner una pata en el suelo y darse la vuelta, lo que hizo que pudiera escapar de su enemigo. Estaba exhausto, pero sabía que no podían parar, si no, esos gatos lo matarían.
Topó con alguien, pero para su alivio era Sapero, que se había desechó de otro oponente. Este sangraba por un costado y un corte en la oreja, pero la determinación brillaba en sus ojos. Los dos, lucharon juntos, atacando a los guerreros del Bosque Oscuro cuando estos se acercaban. De repente pararon. Glayino respiró agitado y algo confundido. La cabeza le daba vueltas y notaba como su el corazón le fuera a estallar.
-Se han desvanecido- dijo Sapero.
-Se han ido todos- repitió Neblina.
Todos se quedaron aliviados y jadeando, el peligro había pasado.
Después de recuperarse, trataron de salir al exterior por un hueco de la pared. El sol estaba comenzando a salir por el horizonte.
¿Habían pasado toda la noche en esa casa infernal?
Glayino estaba demasiado cansado para pensar con claridad, así que se despidieron y cada uno volvió a su campamento. Cuando Glayino volvió y entró en la guarida de curanderos, Hojarasca Acuática estaba despierta.
-¡Glayino!- exclamó su mentora- Estaba muy preocupada, ¿donde has estado? Como te has hecho esos cortes? No tienen buena pinta! Deja que te cure- comenzó Hojarasca Acuática frenética.
Glayino no tenía fuerzas para explicarle todo lo que había vivido aquella noche, simplemente dejó que la curandera limpiara sus heridas y se dejó caer en su lecho, quedando dormido al instante.

FIN

Warrior cats: special Halloween Donde viven las historias. Descúbrelo ahora