Prologo

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   Se suponía que iban a ir juntas a comprar su regalo, dado que su madre tenía tiempo en esos días. Y Alexandra estaba feliz, por que hacía tiempo ya que no pasaba un buen rato haciendo algo con la mujer. Bueno, en defensa de su madre, se la pasaba trabajando para que ambas tuvieran una vida sin muchas preocupaciones.

   Pero su madre nunca llegó, y de repente Alex se encontró a ella misma sentada en la sala de espera del hospital, rogando por que la cara del médico tenga una sonrisa. No era idiota, había visto las suficientes series y películas como para saber que si al auto de tu madre lo chocó un camión de carga con ella dentro, pues... Pero aun después de suplicarle a quien sabe quien, de prometerse no llorar porque todo esta bien, el médico no le sonrió.

  De ese momento en adelante, las cosas cambiaron para mal. Nadie de su familia apareció para hacerse cargo de ella, pero de alguna forma era lógico. Es decir, su madre no tenía contacto con ellos. Como consecuencia, Alex terminó en un orfanato. Y se quedó allí durante años. Cuatro años, a decir verdad. Cumplió los diecisiete allí, sabiendo que nadie la iba adoptar. Aunque realmente ella solo quería salir del lugar y hacer su propia vida, construir su propia familia.

   Una vez más, sus planes se vieron frustrados. ¿Qué derecho tenía esa mujer que decía ser su abuela a mostrarse después de cuatro años y decir que iba a hacerse cargo de Alex? Según ella, ninguno. Pero bueno, solo dos días más tarde de que se apareciera en el orfanato, Alexandra estaba con el cinturón bien puesto en uno de los asientos traseros del auto de su abuela. Bueno, del auto del amigo de su abuela. Con la frente apoyada en la ventana, se dedicó a mirar la ruta. Su mente estaba en blanco. Forzosamente en blanco, ya que cada que le surgía algún pensamiento era sobre abrir la puerta y tirarse para luego salir corriendo. Luego de unas horas del mismo procedimiento, el auto estacionó delante de una casa. Una casa bastante grande y vieja. Horrenda, según ella.

   Pero bueno, iba a tener que acostumbrarse. Después de todo esa sería su estancia hasta que pudiera mudarse y vivir feliz por su cuenta.

Del Tamaño de una HojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora