<< Capítulo único >>

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Era una mañana de invierno en la Ciudad de México, Camila mi mejor amiga y yo nos encontrábamos en la cafetería de un gran centro comercial desayunando unas crujientes galletitas con café. Reíamos y disfrutábamos de las ocurrencias que decía Camila. La verdad es que esa amiga mía era única, aunque a veces lograba sacarme de mis casillas, no la cambiaría por nada en el mundo.

Entre tanto reir y reir no nos percatamos que se nos hacía tarde para llegar a la oficina. Camila al igual que yo se dedicaba al periodismo, estudiamos juntas desde la prepa, decidimos estudiar la misma carrera y desde entonces nos volvimos más que amigas, hermanas. Rápidamente llamamos al camarero, pagamos la cuenta y nos encaminamos hacia la salida.

Era Navidad, una época adorada por muchos. Siempre había creído en la magia que nos regalaba esa maravillosa época del año. En la salida nos topamos con un hombre disfrazado de Papá Noel, que nos paró para decirnos que teníamos que pedir un deseo de navidad.

- Bueno pues yo deseo un hombre guapísimo y rico que se vuelva loco por mi y quiera casarse conmigo el Día de los Enamorados en Venecia - dijo Camila con esa chispa de picardía que la caracterizaba.

- Ay Camila que cosas dices - no pude evitar reirme al escucharla.

- Ay Cris es por pedir. Además ¿hay algo más romántico que casarse en Venecia el 14 de febrero?

El Papá Noel no pudo evitar sonreír y mirándome fijamente me preguntó:

- ¿Y tu deseo cuál es?

- Yo pido salud - dije suspirando

- ¡Ay no Cristina por favor!  que sosa eres para pedir deseos - me recriminó Camila poniendo los ojos en blanco - Pide algo diferente, algo que te gustaría que ocurriera. Y si no crees en los príncipes azules y toda esa cursilería, pues pide un lobo feroz que al menos te comerá mejor.

No pude evitar largar una carcajada por el comentario e inmediatamente repuse:

- Pues está bien. Deseo ver siempre sonreír a todos mis seres queridos, que esta amistad nuestra sea eterna y bueno ya de paso que venga el lobo feroz.

- ¡Jou, jou, jou! Que la magia de la navidad les conceda sus deseos - dijo el hombre dando unos cómicos saltitos.

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Habían pasado varios días desde que había pedido el dichoso deseo, no podía evitar reírme cada vez que lo recordaba. Pero como dicen por ahí " ten cuidado con lo que pides porque se te puede cumplir ".

Era lunes en la mañana cuando me estaba alistando para ir a la oficina y de pronto recibo una llamada de Camila.

                    **Llamada**

- Bueno?

- Buenos días Cris - dijo al otro lado de la línea.

Pude percibir algo extraño en su voz.

- Camila ¿qué tienes?, te noto rara- dije algo preocupada.

- Ay amiga al parecer he pillado un resfriado y estoy todavía en cama.

- ¿Necesitas que vaya para allá?

- No, en realidad te llamaba para pedirte otra cosa.

- Si claro lo que sea. ¿ Qué necesitas?

- Bueno, pues como sabes hace ya unos meses pude conseguir una entrevista con el empresario Dionisio Ferrer.

- Si ya sé, me lo comentaste. ¿Y qué con eso?

- Que justamente hoy era la dichosa entrevista y para colmo aparece el resfriado del demonio. Por eso te llamaba, para saber si puedes ir en mi lugar.

《Deseo Concedido》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora