LSELL | Charlotte Swan es una adolescente conocida por su corazón bondadoso y su actitud alegre.
Jamás ha creído realmente en el amor de pareja, sin embargo, su vida se pone patas arriba cuando conoce al nuevo miembro de la manada Quileute.
Seth Cl...
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Los golpes sonaban fuertemente en cada habitación. Su corazón latía con miedo al mismo ritmo que las pisadas que se acercaban a ella.
Charlotte se encontraba oculta detrás del montón de vestidos en el armario, cubriéndose la boca con la mano para evitar soltar cualquier ruido y con los ojos fuertemente cerrados.
Las pisadas se detuvieron a unos centímetros del armario y la chica soltó un jadeo.
—¡Te encontré! —gritó Emmett abriendo las puertas.
Jugaban a las escondidas y él, a pesar de que todo el tiempo supo que ella estaba en el armario decidió que la dejaría divertirse un rato.
—¡Ya no quiero jugar! —se quejó saliendo del montón de ropa de Alice.
Emmett la cargó cual si fuera una pluma —aunque para él pesaba menos que eso— y la llevó hasta la sala.
—¿Te encontró de nuevo? —le preguntó Jasper.
Emmett la bajó y ella se sentó a un lado de Carlisle.
—Siempre me encuentra. —respondió recargando su cabeza en el hombro del patriarca.
—Deberías considerar juegos para chicas de tu edad. —le sugirió Jasper.
—Las chicas de su edad van por ahí besándose con cualquier mocoso. —gruñó Emmett sentándose sobre el respaldo del sofá. —Mi niña no hace esas cosas.
La pequeña abrió los ojos en grande y se concentró en la televisión, enterandose de la situación en Seattle.
—Pues tu niña se puso nerviosa.
—Jasy, cállate. —se quejó la rubia.
—¿Besaste a alguien, mon cher? —preguntó Emmett. —¡Dime que no besaste al perro!
—¡Por Dios, Emmett cállate! —chilló avergonzada y se cubrió el rostro.
Edward y Bella entraron a la sala recibiendo toda la atención.
—Se besaron más de una vez Emmett, superalo. —dijo el primero y sonrió al escuchar los insultos mentales de su hermano. —Tenemos un asunto más importante.
Gracias, Edwin. Pensó la pequeña.
Carlisle apagó la televisión. —Está empeorando, tenemos que hacer algo.
—Se necesita más de uno de nosotros para causar el daño que reportan, muchos más. —habló Jasper cambiando su expresión a una más seria. —Y son indisciplinados, descarados.
