Prefacio

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Recuerdo muy bien la primera vez que lo vi en aquel bar, fue como si un rayo iluminara completamente un túnel lleno de oscuridad, trayendo luz y claridad todo a su paso. En mi mente sonaba claramente los primeros acordes de una canción que estaba tocando aquella noche cuando él entró al lugar y se sentó a unos metros lejos de mí.

Y vi sus ojos.

Fue como olvidarme de todo.

Nunca había conocido a una persona como Harry Styles. Jamás alguien se había acercado hasta a mí, con tan solo unas pocas horas de conocerme, y me había preguntado cómo estaba; y no hablaba de aquella típica pregunta que haces cuando te encuentras a alguien conocido. No, era aquella que llevaba un interés emocional; si estaba segura de lo que estaba haciendo, si estaba bien o si me encontraba nerviosa por alguna presentación que hiciera.

Aquello era una de las cosas más resaltantes en él: su genuina preocupación por los demás. Era algo fascinante, o por lo menos para mí era así.

Cada vez que me sentaba en el balcón a mirar las estrellas cuando estaba teniendo mi momento de inspiración, con ritmos bailando junto con algunas letras en mi mente, él me preparaba una taza de chocolate con mucha azúcar —algo que, aunque me encantara, él decía que no era muy saludable para mí— y me acompañaba. Según él, había algo muy hermoso cuando me veía concentrada tocando mi vieja guitarra mientras susurraba melódicamente las letras que se arremolinaban en mi cabeza.

Nunca, en el largo tiempo que llevaba escribiendo canciones desde que era una niña de solo catorce años, alguien se había interesado tanto en conocer las historias detrás de mis canciones como él lo hacía. Algo se formaba en mi pecho cada vez que veía su expresión tan suave y tan atenta cuando le relataba algo.

Y cada vez que hacíamos el amor, era un momento tan dulcemente mágico. En suaves y sensuales susurros, recitaba alguna que otra línea de algún libro que había estado leyendo, y que —a veces— me parecían conocidas. Era una persona líricamente hermosa, su preciosa personalidad, genuina gracia e inteligencia era algo sumamente atractivo. Aunque no había que dejar de lado sus momentos tiernos de timidez. Era inolvidable aquellas noches en las que se quedaba en mi apartamento, donde aprovechaba de jugar con Meredith y contaba sus malos chistes —pero igual siempre terminábamos en carcajadas.

Y, al amanecer, cuando se iba hacer las compras, dejaba notas pegadas en las puertas o en la cocina —incluso, alguna eran con letras de mis canciones— diciendo lo mucho que me amaba.

Era un alma perdidamente enamorada.

Siempre decía, cada vez que encontraba la oportunidad, mientras que nos acostábamos en el sillón mi sala, a charlas sobre nuestros días y me decía lo loco que le volvían mis labios pintados de rojo. Al igual que esos días, era gracioso cuando sus hoyuelos se marcaban al sonreír o lo gracioso que yo le resultaba cuando estaba de mal humor.

Era gracioso, en cierta parte, cuando teníamos discusiones; uno de los dos tenía que salir de la habitación dando un portazo para hacer de toda la cosa un gran drama. Los reyes del drama. Pero luego regresábamos a disculparnos con susurros y balbuceos tímidos, adornados con suaves besos.

Harry era terco, y la mayoría del tiempo quería tener la razón en una discusión. No le gustaba que las cosas estuviesen fuera de control y su fingida molestia cuando le jugaban una mal broma era lo más tierno que podías presenciar.

Pero, a pesar de todo aquello; de sus virtudes y defectos; yo estaba encantada de haberlo conocido y tenerlo en mi vida.

¡Hola! Esta es mi nueva fanfic.
¡Espero que les guste! :)

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⏰ Última actualización: May 14, 2019 ⏰

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