La Primera Vez Que me Vi

4 0 0
                                    

Pasó sin más, en mi cuarenta cumpleaños. Estaba plantada frente al espejo, mirándome de arriba abajo, juzgándome, como siempre. La flaccidez es la protagonista de todas mis críticas. A veces me gustaría gritarle al mundo "Tengo un cuerpo flácido, ¿y qué?". Pero entonces quedaría al descubierto algo que llevo ocultando con más o menos estilo durante años. Años de engordar y adelgazar sin sentido. Estoy triste, como para pasar el mal trago. Estoy contenta, como para celebrarlo. Estoy bien... Me digo que la comida no es la respuesta a todo e intento no comer tanto, o más bien comer sano. Mi problema es que me chifla tanto un cocido como una magdalena. No tengo prejuicios. 


No es que me sobre el tiempo, tengo que arreglarme para salir. Hay que celebrar el cumpleaños. No tengo ganas de nada, pero hay que disimular el astío. No me importa tener un año más, me molesta que el mundo entero crea que ese es un buen motivo para salir a celebrarlo.
Pero aquí sigo, frente al espejo, mirándome en lugar de vestirme. ¿En qué estoy pensando? En qué me doy asco. No es sano. 


La puerta de la habitación se abre y entra mi salvador, ya vestido y más guapo cada día. El hombre de mis sueños, mi alma gemela. No puedo evitar reírme ante la situación. 


- Eres preciosa. - Me dice mientras me abraza por la espalda y me besa en el cuello.  

- Mientras lo sea para ti... - Le digo, intentando contenerme. 

- Para mí eres la más hermosa, aunque tú no te veas así. 


Lo sabe, sabe qué pienso de mí y aunque no lo entienda, no lo dice. Él me ve hermosa. ¿Qué más podría desear? Pues por ejemplo, verme con sus ojos. Me encantaría verme de la misma forma que él me ve. Sé que cuando dice que soy hermosa, lo dice de verdad, lo siento en el alma. Su forma de mirarme, el deseo que veo en sus ojos, no miente. Pero yo no soy capaz. Quizás es por mi bien, para que no me convierta en una creída, puede que si me viera como él me ve, dejara de ser quien soy. No sé. 


Empiezo a vestirme. Él me mira y noto como sus ojos desprenden un fuego que sólo yo puedo ver. Me gusta. He elegido una blusa holgada y un tejano no muy ceñido, hoy nos haremos muchas fotos, tengo que asegurarme de que mis michelines no sobresalgan demasiado. No soy muy de llevar faja, porque siento que me ahogo, así que los complementos lo son todo. Esta blusa, tiene unos juguetones flecos por delante, y unos pliegues en la espalda que estilizan la figura. Así que me pondré el collar corto de raso, ceñido al cuello, y unos pendientes negros a juego. El pelo recogido en un moño que parece muy casual pero que en realidad tiene su trabajo. Botas altas con tacón ancho, seguras pero que estilizan mis piernas para que parezcan más largas. Y uno de mis accesorios favoritos, un bolso enorme que acapara todas las miradas y que parece hecho con un anorak de esos rellenos de plumas, color rojo.
Me veo bien, vestida y disimulada. 


-Siempre te ves bien amor. - Amo a este hombre con locura pero no soporto que me lea la mente. 

-A tus ojos daría igual que llevara un saco de patatas...

-No... - Creo que me he pasado, parece serio. - Eso no es verdad. Sé que crees que te digo que estás guapa para halagarte pero, no es verdad.

-Amor, lo siento, yo sólo... 

-Espera - me interrumpe mientras se acerca a mí y me abraza por la cintura - Te veo hermosa, me gustas, tal y cómo eres. No te cambiaría nada. Pero que quede muy claro que te veo tal cómo eres, no cómo tú te ves, sino tal cómo eres en realidad. Te sobran algunos quilos, sí, pero sólo porque cada vez que salimos a caminar me dices que te pesan las piernas. Y tienes el colesterol alto, y eso hay que mejorarlo. Pero ya, es sólo una cuestión de salud. Te dices cosas terribles a veces, y no lo entiendo, aún así me callo y no digo nada pero hasta aquí. 

¿Me amo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora