Prólogo

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Wong Yukhei era un hombre realizado. Tenía veintiocho años, una pareja estable y un trabajo remunerable en la agencia de publicidad que pertenecía a su familia. Cuando llegaba a casa todas las tardes del trabajo, tenía la energía suficiente para ejercitarse, beber con amigos, e incluso recibir a su hermoso novio y hacerle el amor hasta que las fuerzas los abandonaran el día siguiente.

Siempre que salía con Baekhyun, se aseguraba de llevar un regalo que fuera digno de su hermoso chico, algo que le mantuviera siempre esa hermosa sonrisa que tanto amaba admirar y que le volvía loco de amor cuando, desnudos y después del sexo, se dedicaban tiernas miradas silenciosas.

Yukhei llevaba unos cuantos meses saliendo con Byun Baekhyun, un hombre mayor pero con una jovialidad casi adolescente. Baekhyun tenía cuarenta y un hijo de su primer matrimonio a quien aún no había tenido el gusto de conocer, y aunque realmente le entusiasmaba la idea de que le presentaran al chiquillo, su novio insistía en lo contrario. Yukhei trataba de comprenderlo, el matrimonio del mayor fue difícil, y el divorcio mucho peor, su hijo se había quedado con su otro padre por una temporada, y no fue hasta hace apenas unos meses que se mudó de regreso con Baekhyun para asistir a la universidad más cómodamente.

―Tiene un carácter muy complicado ―Baekhyun hace una mueca, aprieta los labios y Yukhei piensa en lo terriblemente adorable que luce cuando piensa demasiado en algo―, ha crecido y su forma de pensar es... como si no quedara nada del dulce niño que era antes ―murmura consternado, sus bonitos ojos parecían perder el brillo cada que hablaba de su hijo, mientras que a Yukhei le llenaba de impotencia el no poder hacer más para consolarlo.

Yukhei suspira largamente, envuelve con su enorme mano la más pequeña de su novio e intenta transmitirle seguridad. Puede disfrutar de la calidez de su toque y la suavidad de su piel cada que lo sostiene, y eso era algo que le fascinaba de Baekhyun: lo menudo y frágil que se sentía cuando reposaba entre sus brazos, o cuando tenían cualquier contacto.

Ambos se encuentran en un café, aprovechando el par de horas de descanso que el mayor se dio del trabajo. Siempre buscaban tenerse cerca, dedicarse un tiempo de ocio aunque fuera para tomar el té o conversar de todo y nada. Mirándolo desde cerca, era imposible para Yukhei dudar del gran amor que sentía por Baekhyun. A pesar de su edad, todavía parecía un jovencito en sus veintes, probablemente por lo bajito y pequeño que era, o por los ojitos de cachorro que, bajo los mechones castaños, lo miraban con ternura. Yukhei daría lo que fuera para que nunca dejara de ser feliz y que su preciosa sonrisa adornara ese bello rostro.

―Los chicos cambian mientras crecen, mi amor ―le dice a modo de consuelo―. Renjun apenas cumplió los veinte, con la universidad y el cambio de vecindario, seguramente las cosas se han puesto muy estresantes para él.

―Quién sabe qué tanta porquería le ha metido en la cabeza el maldito perro de Chanyeol ―Baekhyun resopla furioso, un mechón de su flequillo vuela haciendo evidente lo mucho que aún detestaba hablar de su ex.

―No pienses así, amor, ¿no tú me dijiste que Renjun se quejaba porque casi no veía a su papá?

―Es verdad, a mi pobre niño lo dejaban solito mientras el imbécil ese se iba con su nueva noviecita.

―Tal vez ese es el problema entonces ―Baekhyun lo mira sin entender a lo que se refiere―. Si le molestaba la ausencia de Chanyeol, probablemente piense que tú puedas hacerle lo mismo.

―Eso jamás, ¿me oíste? ¡Jamás! Me dolió tenerlo como para dejarlo nada más así solito, y encima lo extrañé muchísimo mientras estuvo lejos.

―Eso tú y yo lo sabemos, pero él no, bebé. Mira, por eso creo que es buena idea que nos conozcamos, si tú me presentas con él, y los tres pasamos tiempo juntos, Renjun se va a sentir seguro y va a confiar en ti y en nuestra relación.

― ¿Y qué tal si no es por eso?

―Entonces los tres juntos lo averiguaremos.

―Ay, Yukhei ―Baekhyun suspira conmovido, sonríe y acaricia con devoción la mejilla del más joven, quien siente su corazón dar brincos en su pecho cual cachorro amaestrado siendo premiado por su dueño. Baekhyun se siente hipnotizado por el dorado de su piel y el sensual grosor de sus labios―. Tengo mucha suerte de tenerte a mi lado, de verdad.

―Soy yo quien ha tenido suerte, mi amor ―el menor susurra sobre sus labios, acariciándolos con los suyos para luego dejar un beso casto en sus mejillas pálidas, y otro sobre el pequeño lunarcito que adornaba la punta de su pequeña nariz.

Baekhyun era un hombre precioso, sus ojitos tiernos le restaban edad, pero también lo hacía su jovialidad y excelente sentido del humor. Era enérgico y su personalidad encajaba tan bien con la de Yukhei, que eran como un par hechos el uno para el otro.

Ambos se conocieron cuando el bufet jurídico para el que Baekhyun trabajaba contrató los servicios de la agencia de publicidad de su familia. El proyecto estuvo primeramente en manos de Kim Jongin, el primo mayor de Yukhei, pero debido a que su esposa dio a luz, Yukhei tomó la batuta y la agencia trabajó la propuesta bajo su dirección. Mientras que, del otro lado, Baekhyun era quien supervisaba y miraba de cerca el trabajo de la agencia Insight. La química entre ellos era evidente, y al finalizar el proyecto, se aventuraron a averiguar si las chispas entre ellos podían ir más allá de una oficina o un café.

Desde ello llevaban ya diez meses como pareja, y más de un año de haberse conocido. Yukhei estaba totalmente seguro de querer una eternidad con Baekhyun, que ambos formaran parte de sus vidas y el mundo supiera lo enamorados que estaban.

― ¿Qué te parece si nos reunimos para cenar los tres juntos?

― ¿Enserio? ¿Ya puedo conocer a tu hijo? ―Baekhyun asiente con una sonrisa, por lo que Yukhei lo envuelve fuertemente entre sus brazos, arriesgándose a que el café se cayera encima de su traje, aunque poco le importaba en ese instante. Finalmente se convertiría en un miembro más íntimo de la familia―. Muchas gracias, amor, te prometo que haré lo posible porque Renjun y yo nos llevemos bien.

―Tal vez necesite algo de tiempo, ya sabes ―agrega el mayor, separándose del abrazo a regañadientes―. Con la experiencia que tuvo con su papito, dudo que confíe tan fácilmente otra vez.

―Y lo comprendo. No prometo que nos hagamos los mejores amigos en diez minutos, pero sí prometo tratar de entenderlo desde su posición.

―Sé que lo harás ―responde dulcemente el mayor, sus ojitos brilla emocionados y Yukhei solo desea llevárselo a su casa y desnudarlo para adornar su cuerpo con besos tiernos―. Te amo, muchísimo.

―Soy yo quien te ama más, precioso ―murmura el menor, su profunda voz cala la piel de Baekhyun y lo eriza hasta la punta de los dedos. Él también lo desea, y se ve tentado a darse una escapada romántica con Yukhei que durara aunque fuera el resto de la tarde.

―No hagas que quiera hacer cosas que no debo.

― ¿Ah no? ¿Y cuáles son esas cosas?

―Irme de pinta contigo, noviar... ―Baekhyun se muerde el labio inferior, se acerca más a su chico y deja un sensual beso cerca de su oreja, y puede sentir como el moreno aprieta el agarre sobre su hombro. Está excitándole tanto como a él mismo―, escondernos en algún lado y hacer cosas inmorales.

―Santo dios, Baekhyun...

― ¿Qué me dices, amor? ¿Quieres hacer cosas inmorales conmigo?

Yukhei se despega de él, sonríe coqueto y no necesita responderle. Simplemente toma la mano del bajito y lo ayuda a bajarse del taburete. Salen a toda prisa del café y sin pensarlo demasiado, se dirigen al auto del moreno en dirección a su casa, dispuestos a desfogar el deseo creciente en sus cuerpos.

Younger | lurenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora