𝕿𝖊𝖇𝖆𝖘

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Como todo emperador, Jeon no iba a ser distinto a sus ancestros. Cuando su abuelo materno, faraón por aquel entonces le dejó a él todo el poder, abdicó solo una regla.

Para gobernar debe contraer matrimonio con la más bonita de las mujeres.

Y Jeon lo hizo.

El pueblo no le quería. A sus veintitrés años, le llegó bastante tarde el trono, pues se acostumbraban a empezar a gobernar con dieciséis o incluso menos, pero él era distinto.

Los ciudadanos no le veían capaz de gobernar un imperio entero. Y la razón se podía ver a simple vista.

Jeon Jungkook no era egipcio.

O si lo era, pero no la mayor parte.

Su madre, a espaldas del gran faraón, su ahora abuelo favorito, se ganó el corazón de uno de los tantos marines y comerciantes de la zona asiática, y como resultado de ese amor fugaz y secreto que les costó la vida a ambos, apareció el próximo heredero y único al trono de Egipto.

Quiso permanecer con su apellido y orígenes orientales, y su abuelo no se lo negó. Jungkook era un egipcio disfrazado de oriental. Adoptó sus culturas, creencias, dioses e idioma desde la cuna, y estaba dispuesto a dar la vida por sus tierras.

Así que con ese pensamiento se ganó a las personas que habitaban en sus territorios. Costó años y paciencia, pero lo hizo. Y cuando estuvo preparado, también se le eligió esposa, con la cual meses más tarde contraería matrimonio y tal vez, en unos años más de gobierno, naciera el próximo legítimo heredero, de orígenes cruzados también, por supuesto.

Y ahí estaban ahora, en el altar el cual fue mandado a construir a la orilla del río Nilo, con su prometida justo al frente, un señor recitando viejos textos sobre divinidades y su abuelo a su lado mirando con orgullo al siguiente gobernador.

Lo había hecho bien. Se repetía mentalmente el hombre, quizás no pudo hacer nada por la vida de su hija y de su amado, pero haría hasta lo imposible porque a Jungkook no le faltara nunca nada.

- Faraón Jeon, ¿acepta a Hehet en sagrado matrimonio?

- Acepto. -confirmó mientras alzaba su mano y colocaba la joya preciosa sobre el anular de su ahora esposa.

Y con eso, la gloriosa etapa del faraón Jeon comenzó.

Una época llena de gozo, sincronía, paz, prosperidad y amor para todos.

O eso creía hasta que cuando disfrutaba de la primera noche junto a su esposa como recién casados en su Luna de Miel, un ejército se avecinaba sigilosamente con la idea de marcar como propio su territorio.

Con el general Park al frente de la misión.

Faraón ➶︎ KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora