Dazai Osamu no celebra Halloween. No es que lo odie, no, bueno quizás un poquito. Verán, sucede que Osamu es un perezoso de primera. La idea de gastar su tiempo en pasar horas decorando su casa y luego pasar otro montón más en quitar y limpiar todo el primero de noviembre, le parece la cosa más descabellada del mundo. Hasta para navidad se salta la decoración, aunque ésta sí la celebre; la única vez que decoró su casa por fuera, duró un año entero con la decoración hasta que Chuya se cansó de ver las luces ya inservibles y las guirnaldas llenas de polvo y telarañas, y lo limpió a cambio de un buen vino de los que el castaño siempre esconde para ocasiones así.
Y aunque sus amigos le digan cada año que haga un pequeño sacrificio y tan siquiera compre dulces para los niños que vayan a tocar a su puerta, o le regalen un kilo de dulces para que los entregue, él se echa en su sofa, enciende el televisor y observa una película comiéndolos mientras la puerta es golpeada una y otra vez por un grupito de mocosos coreando el clásico "dulce o travesura". Así, cada año tiene que ver como consigue limpiar su puerta, toda llena de huevos reventados, papel de baño tirado y otras cosas indescriptibles para su propio juicio. Y considera que no es su culpa que aún sin decorar, y poniendo un letrero avisando un "No celebro halloween", los pequeños engendros del mal que sus vecinos llaman hijos, sigan creyendo que les dará dulces solo porque su puerta tenga el número 13.
Este año ha hecho planes de ver un maratón de películas de terror a todo volúmen, escogiendo aquellas en especial que tienen muchos gritos agónicos para que los chiquillos al pasar crean que está matando a alguien. Así y tal vez este año se salve de tener que buscar un voluntario que asee su puerta o pasar días con el mal olor de los huevos pudriéndose, hasta hartarse y tener que limpiarlo él.
El treinta por la noche se reúne con Ango y Oda. La pareja, como cada año, han hecho planes para disfrazarse junto a los cuatro niños que han adoptado hace ya tiempo. Invitan a Dazai, como siempre, a unírseles. Osamu ríe de solo imaginarse disfrazado, caminando junto a ellos con un montón de mocosos de entre 6 y 8 años, y se le acalambran las piernas de solo pensarlo. Él, caminando hasta que el montón de infantes se les agote la batería interminable que tienen. La risa lo supera y ríe en alto hasta las lágrimas, mientras se niega rotundamente.
Al grupo no se le escapa la llegada de un trío peculiar y conocido que viene llegando al bar, todo decorado con motivos del Halloween que se aproxima inmintente con el pasar de la horas. Chūya encabeza el conjunto, seguido de Tachihara y Akutagawa. Oda los saluda con una mano y Ango con un asentimiento de cabeza. Estos pasan a unirse a su mesa, arrastrando consigo tres sillas para ubicarse. Dazai tuerce el gesto, con el sentimiento de que no es una coincidencia.
La conversación sigue entre tragos. La peculiar agrupación sigue exponiendo el interés por conocer cuál será el disfraz del otro.
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― Ango irá de Sherlock Holmes ―comenta Oda, sonriente. Luego añade―: quería que fuera su Watson pero no había de mi talla.
― ¿Entonces de qué irás, Odasaku? ―pregunta Dazai, fingiendo interés en el tema solo porque Oda es quién ha empezado.
― Cazador de monstruos ―responde.
― Yo vestiré de soldado nazi ―agrega Tachihara antes de que le pregunten.
― Suerte con eso ―dice Dazai, irónico. El resto ríe.
― ¿Qué usará Akutagawa? ―pregunta Chūya antes de darle un sorbo al vino.
― Este es el mejor ―ríe Tachihara―. ¡Un monje! Jajajaja.
― Es padre, cabeza hueca ―corrige él, a la vez que le golpea―. Lo escogió Jinko, no me juzguen a mi sino a él.
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¿𝙳𝚞𝚕𝚌𝚎 𝚘 𝚃𝚛𝚊𝚟𝚎𝚜𝚞𝚛𝚊? «𝘚𝘰𝘶𝘬𝘰𝘬𝘶»
FanfictionA Dazai Osamu no le atrae celebrar el Halloween. La idea de tener que gastar horas en decorar la entrada de su casa, conseguir un disfraz y levantarse repetidas veces a abrirle la puerta a un montón de mocosos en disfraces, le da grima. Su pacífico...