El último cigarro

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                                Capitulo I

Ha pasado más de un mes desde que los muertos volvieron a la vida. Desde que le abrí la cabeza a golpes sin pestañear a mi mejor amigo, mi compañero de entrenamiento, cuando intentó probar mi carne. Desde que me atrincheré en mi pequeño piso y me evadí del caos, gritos y explosiones de la arrasada ciudad, una ciudad apenas invisible que ni salía en el mapa de las noticias del tiempo esa ciudad era Córdoba. Desde que demoraron a mi vecino mientras daba golpes a mi puerta suplicandome que le abriera y lo ignoré. Pero todo  esto carece de importancia cuando han pasado 3 días desde que fumé mi último cigarrillo y ya no lo soporto más.

No recuerdo la última vez que comí. No tengo hambre ni suministros. Estoy en un estado permanente de ansiedad, mareo y un letargo. No logro concentrarme ni en las tareas más sencillas.

                              Capítulo II

Mi mente piensa exclusivamente en una cosa: la deliciosa nicotina atravesando mis maltrechos pulmones y llegando directamente a mi cerebro. Todos mis problemas se solucionaran  con unas caladas de un pitillo. Con su ayuda podré volver a afrontar la supervivencia y el día a día en el fin del mundo.

La casa apesta a heces y orina. Hace días que no me molesto en tirar el cubo por la ventana al ejambre de muertos vivientes que hay en la calle. Antes era divertido, recogía el cubo, y encendiendome un exquisito cigarro, se lo tiraba entre risas, caladas y gritos. Ahora no tiene ningún sentido. Sin ese cigarro ya no es lo mismo. ¡Necesito un puto cigarro!

                                  Capítulo III

Tampoco ayuda el maldito muerto viviente devorador de vecinos que lleva siglos aportando mi puerta y me está taladrando el cerebro. De repente una bombilla se ilumina en mi cerebro. ¡Seguro que el tiene tabaco! Estará seco y doblado, pero no importa. No logro pensar con claridad, pero esto lo veo muy claro. Jamás he tenido algo tan claro en mi vida. Necesito su tabaco y lucharé a muerte por él .

Quitaré las barricadas, abriré la puerta a mi estanco andante y le estamparé el hacha en la cabeza. Su trofeo bien vale el riesgo.

                               Capítulo IV

Lo que no contaba era que estaba más débil de lo que pensaba por no comer y me ha costado mucho acabar con él. Sin embargo el maldito ha conseguido morderme y casi me arranca la mano de cuajo. Pero no importa. Ya tengo lo que quería. Todo esfuerzo tiene su premio. Entiendo el cigarro, le doy una calada y ya puedo morir agusto.

Me he convertido en un zombie fumador¿O a caso no lo he sido siempre?

"La publicidad, las grandes marcas, los ideales de sociedad...etc es el opio del pueblo que nos adormece y nos pintan unos bonitos vicios perjudiciales para nosotros y aditivos para convertirnos en marionetas o mejor dicho en ZOMBIES"

El último cigarroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora