Te atrapé

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Tal y como siempre lo hacía, abrió las puertas del gremio con su clásica energía y sonrisa, indicando que ya habían llegado; la misión había sido todo un éxito, pero no ajena a desastres. 

Lucy, caminó cansada hacia el bar donde Mira la esperaba con su malteada favorita; justo lo que necesitaba para cerrar el día y largarse a su departamento.

Luego de la misión de los 100 años y de haber vuelto de Édolas, y enterarse de que su contraparte tenía una preciosa niña junto a Natsu, las cosas habían estado tranquilas; como a ella le gustaban. Incluso mejor, las misiones no escaseaban y estos últimos meses no había tenido problemas con su renta, lo cual era un problema menos.

Un problema menos, suspiró con cansancio mientras caminaba de vuelta a su departamento; porque sí, las cosas en su vida no dejaban de estar caoticas con la presencia de su compañero y más aún, ahora que se había empezado a comportar de una forma bastante peculiar.

Cada vez que lograba que algún chico apuesto se acercara a ella, Natsu aparecía, se colgaba de su cuello o simplemente se la llevaba de ahí para alguna misión; otras, incluso, tenía el descaro de decir que ella estaba ocupada; y aveces, se tomaba la libertad de quemar a cualquier pretendiente que intentara hablarle.

No negaba que ella quería al chico; después de tantas cosas juntos, había desarrollado sentimientos por él, pero no era esto lo que quería. Ella quería estar con alguien que le correspondiera y Natsu no la correspondía; ella lo sabía.

En la cabeza de su amigo había otras cosas más importantes que el amor, si es que alguna vez pensaba en aquello; y dudaba que si hubiera alguien en su corazón, fuera ella. Así que tenía muy claro que todo lo que estaba haciendo su amigo, era por las razones equivocadas.

Natsu estaba confundiendo las cosas, creía que porque sus contrapartes de Édolas estaban juntos, ellos también debían estarlo; que ese era su destino. Pero ella no quería eso, no quería estar con él por esa razón; ella quería amor en su vida y si su amigo no era esa persona, entonces simplemente esperaría a que su corazón cambiara de dueño y encontrara al indicado.

Tal vez, en algún otro mundo paralelo, ella terminaba enamorada con alguien que no era Natsu y esa era su esperanza.

Abrió la puerta de su departamento con parsimonia, no tenía apuros y lo único que quería era dormir.

- ¡yo!- Saludó una voz muy conocida para ella.

Miró con tranquilidad; años atrás se hubiera alarmado de encontrarlo ahí, invadiendo su privacidad, pero ya no. Ahora estaba acostumbrada a su presencia.

- hey- respondió- creí que seguías en el Gremio.

Se sacó sus zapatos y caminó hacia su dormitorio, seguida muy de cerca por Natsu que sonreía.

- vi que ya no estabas, así que decidí venir aquí- indicó- y traje cosas para cenar.

Ella sonrió, desde hace un tiempo él estaba haciendo eso y ya había pasado a ser parte de la rutina. Tomó las cosas y preparó todo en la cocina.

Cenaron con tranquilidad, comentando de la misión y de las próximas que harían, y poco a poco la tarde se fue y la noche cayó.

Con sueño, se dirigió a su dormitorio mientras se despedía del chico e ingresaba al baño para darse una buena ducha. Nada mejor que eso para dormir tranquila y relajada.

Se tomó su tiempo, la misión la había dejado sucia y exhausta, lo suficiente como para que su cuerpo doliera al más mínimo movimiento y cuando por fin salió ya había pasado una hora.

Cerró la ventana, puso seguro a la puerta y apagó las luces; al fin llegaba la hora de dormir.

Despertó con suave ruido de su ventana cerrandose y una leve brisa helada golpearle el rostro; no necesitó abrir los ojos para saber quién era o qué había sido.

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