La vida en el castillo era bastante dura, más si tenías que estar a cargo de lavar la ropa de la familia real. Y más si el príncipe nunca se dio a conocer, nadie sabe ni como se llama, ni su rostro. Menos la realeza.-¡Eun Jae!- gritaba una vieja- ¿Esa ropa se va a lavar sola?
Miro el canasto de ropa entre mis brazos.
-Si los guardias se dan cuenta de que estás aquí sin hacer nada, ¡te matarán!
-¡Sí señora!- me levanto del suelo y me dirijo hacia fuera-.
Vieja puta...
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-¡El curandero ha llegado del largo viaje!-gritaba un señor-.
¿Curandero? ¿Viaje? ¿Qué?
Dejo el canasto a un lado y observo como se abren las grandes puertas de la ciudad.-¡Gracias a dios! ¡Ya ha llegado!-gritaba la gente-.
-¡Arrodíllense ante él!- gritaba un guardia-
Yo sin saber qué estaba pasando, me arrodillé.
Ese tal curandero, bajó del caballo sobre el cual iba montado y se dispuso a hablar.
-Vengo de las afueras del reinado, he visitado a los curanderos de todas las regiones. Hay una mala noticia.
¿Mala noticia?
-Hay un tipo de epidemia que está arrasando la zona sur, la gente muere, pero al poco tiempo reviven- vuelve a subir al caballo- No puedo dar más información, pero por si acaso, necesitaremos cerrar las puertas para que nadie pueda salir.- marcha hasta el castillo-.
Dios santo, eso tampoco es tan mala noticia, ¡creía que nos atacarían los Japoneses!
-¡Eun Jae!- la vieja otra vez- Sé un poco más responsable, ¿No? La ropa real está al descubierto, ¡la dejaste delante de los ciudadanos!
¡Diablos!
-¡Lo siento otra vez señora! ¡Voy a lavarlo ahora mismo!
Cojo el canasto de ropa y me voy a la zona para lavar las prendas reales.
-Dios señorita Eun, la llevamos esperando una eternidad.- dice Suhan, una señora de unos 45 años-.
-Lo siento señora Suhan- le hago una reverencia y me arrodillo hacia el lavadero para hacer mi trabajo-.
¿Cuantas veces me tendré que disculpar? Creo que tendré que llevar a cabo mi plan de salir de esta ciudad y irme a un pueblo, o mejor una aldea.
Luego de varias horas lavando todo lo que dejaron, me encamino al catillo para tender la ropa.
-¡Eun Jae!- mi hermana corría hacia mi- ¿Cuándo vas a volver a casa? Mamá, papá y yo te echamos de menos...
-Tranquila hermosa, lo más pronto posible.- le acaricié la cabeza-.
-¿Por qué estás tan tarde trabajando?
-Dejaron muchas cosas para lavar y...- algo me interrumpió-.
¡Las campanas! ¡El castillo iba a cerrar! ¡Mierda!
-Me tengo que ir Nae, nos vemos cuando antes- digo besándole la mejilla-.
Ah, ¡mis piernas! ¡No puedo correr con tanto peso!
-¡Auch!- me caigo al suelo-.
Joder, todo está echo una mierda...
-Eh tú- levanto mi vista y, oh dios- ¿Qué mierdas haces?
El chico extendió su mano hacia mi y la cogí sin pensarlo.
-¿Estás bien?
-¡Sí!- me limpio el vestido torpemente- No te preocupes
-Mi ropa...- señala hacia la ropa exparcida por el suelo-.
Mierda, no puedo volver así al palacio, vale la pena lavarla y dormir en la calle.
-Ah, sí.- cojo la ropa- Tendré que volver a lavarla.
Espera...!
¿Antes dijo "mi ropa"?-¿Tu ropa?
-Ah lo siento, me equivoqué- se reía falsamente-.
-De acuerdo, gracias por ayudarme.- le hago una reverencia y me giro para ir a lavar la ropa otra vez-.
-¡Espera! Yo te ayudaré, es demasiado tarde y una señorita no puede ir a solas por los oscuros callejones.- decía mientras me quitaba la ropa de las manos.
-¿Y tú eres?...
-Kim Seokjin