La experiencia de Manuel

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Sobre el cielo se extiende una manta de color anaranjado; se vislumbra por detrás de las montañas y con su calidez, da la bienvenida a la noche que se aproxima

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Sobre el cielo se extiende una manta de color anaranjado; se vislumbra por detrás de las montañas y con su calidez, da la bienvenida a la noche que se aproxima.

Manuel y sus amigos habían salido a pasar el rato en una pequeña tienda que regentaba la mamá de su mejor amigo. La tienda se ubicaba sobre la carretera para que, aquellos viajeros y vecinos del pueblo, abastecieran sus alacenas y para que los fines de semana —alguno que otro hombre— se emborrachara con sus compadres.

A la mamá de Manuel no le gustaba que estuviese cerca de aquella tienda; los peligrosos en ese pueblo junto al Río Magdalena, no se dejaban esperar. Se veían de todo tipo.

Aquella tarde, casi entrada la noche, Manuel le mintió a su madre sobre el lugar al que se dirigía. Estaba en la flor de sus quince años, debía aprovechar cada minuto de su vida y la verdad, disfrutaba pasar tiempo con los chicos del pueblo, incluso, a veces se escapaban para jugar junto al río y no le daban mucha importancia a los mitos y leyendas locales.

—Por lo que más quiera, no se acerque al río —le había dicho su madre, antes de salir—. A la Madre de Agua le gustan los niños y los jóvenes.

Manuel, había escuchado en una ocasión anterior la historia de la Madre de Agua. Le causaba curiosidad, pues sabía que eran pocos los jóvenes que volvían de vuelta a casa y toda la información que se recibía sobre aquel ser, sólo eran rumores; aunque, alguna parte de su ser, deseaba ver a esa mujer en carne propia.

Había dicho que se quedaría a jugar en casa de una amiga; su amiga, le había acolitado aquella treta. Sabía que, de alguna forma, estaba mal mentir, pero... ¡pasar el tiempo junto a la tienda de la familia de su mejor amigo era divertido! A veces se quedaban en la tienda viendo a los hombres borrachos haciendo tonterías y eso les causaba mucha risa; también, a veces el abuelo de su mejor amigo, se sentaba en una silla mecedora y les contaba historias antiguas sobre el pueblo; aventuras que vivió cuando era joven.

La noche llegó. Las risas iban y venían. Corrían de un lado a otro jugando al "atrápame si puedes".

—¡No debemos acercarnos al río! —chilló su amiga, la cómplice de sus mentiras.

—Es cierto —agregó otro de sus amigos—. Está anocheciendo y es peligroso.

Sin embargo, una dulce melodía llegó a los oídos de Manuel.

—¿Escucharon eso? —preguntó.

Pero sus amigos le dieron la menor importancia. Fue ignorado. Se perseguían unos a otros, mientras Manuel, se quedó circunspecto mirando hacia los árboles. Era como una canción de cuna, como una nana que se oía a lo lejos y llegaba desde la espesura de los árboles. Manuel era un chico curioso y aunque sus amigos lo ignoraran, estaba seguro de escuchar algo.

Caminó hasta aquellos árboles, interesado por aquella melodía. Más adelante; mientras se internaba entre el boscaje, un destello de luz apareció ante él en medio de aquella oscuridad; como guiándolo. Decidió seguirlo. Sabía que lo estaba atrayendo hacia el río, pero su cuerpo se sentía embelesado por aquel sonido y por el fulgor que ante sus ojos apareció.

Después apareció ante él, una mujer: de cabello rubio como hilos de oro, una piel pálida y hermosa; mirándolo con aquellos ojos verdes como esmeraldas. Caminaba con los pies al revés, cada paso que daba dejaba rastros de ir en la dirección contraria a la que iba; y los pasos de Manuel, cubrían aquel rastro.

Ya en el río, la mujer se adentró a las aguas. Una multitud de peces coloridos acudieron a ella. La mujer se sentó sobre los peces y esperó a por Manuel. La silueta de la mujer, junto a la luz que emitía y la compañía de los peces, la hacían lucir como un símbolo de pureza e inocencia.

Manuel siguió caminando hasta adentrarse en el río, seducido por el conjunto de sonidos e imágenes que frente a él se extendían.

La luna —en cuarto creciente— era su compañía, mientras poco a poco, se hundía en el agua ante los ojos verdosos de La Madre de Agua.

Historia basada en el mito "La Madre de Agua", mito asociado al Río Magdalena de Colombia, y a las regiones Antioquia y Tolima

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Historia basada en el mito "La Madre de Agua", mito asociado al Río Magdalena de Colombia, y a las regiones Antioquia y Tolima.

En algunas historias se la describe de ojos azules o verdes, de cabellera rubia y de hermoso rostro, descrita también como una ninfa o diosa de los ríos.

Madre de Agua © (Relato corto) ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora