Parte 1

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Sigilosos pasos se dejaban escuchar por el pasillo de una elegante mansión donde albergaba al dueño que a su corta edad, poseía un título que no cualquiera podía gozar, no cualquiera llegaba al nivel de semejante trabajo "real": ser el perro guardián de la reina.

A juzgar por la hora, el dueño de ese caminar arrastraba un carrito que contenía los alimentos respectivos para el té de la tarde.

- Adelante - contestó la voz que se haya dentro de aquella habitación: el despacho.

Obedeciendo al permiso, la persona responsable que está a cargo de ser el mayordomo principal, ingresa con su habitual y cordial sonrisa. Sin embargo, en este día en particular, escondía algo más que una simple fachada.

- ¿Ha logrado avanzar en su trabajo? - pregunta con neutralidad el leal sirviente.

- Hmn... - sin despegar la vista de unos papeles, contesta en tono de que la respuesta no será del agrado del que preguntó.

- Eso es un "no" - deja salir un suspiro de derrota, mientras acomoda las cosas en el escritorio.

- ¿Y tú? ¿Has terminado lo que te pedí? - el joven de mirada azulina interroga al mayordomo a fin de evadir el tema anterior mientras inicia a degustar los alimentos.

- Ya está casi todo. La señorita Elizabeth no lo puso fácil ante sus sugerencias.

- Porque sabía que sin importar el qué, serías perfectamente capaz de hacerlo - como si el comentario fuese algo sin más, lo dice de modo natural, satisfaciendo al alagado.

- Por supuesto ¿cómo sería el mayordomo de los Phantomhive, si no pudiera preparar una fiesta de Halloween?

El joven conde observa de re ojo a su mayordomo que sonríe con sorna. Recordando que ha estado a su servicio por ya tres años, y que de algo de tiempo atrás, su manera de verlo ha cambiado un poco, y eso, no pasó por alto por el mayor, al contrario, eso lo alagó de sobremanera, tanto, que se tomó la libertad de crear un plan que beneficiaría a ambos. La pregunta era ¿cuándo? Entonces, al presentarse la oportunidad, gracias a la señorita Elizabeth, decidió ejecutarlo en la noche de todas las brujas, la "víspera de todos los muertos".

- El señor Lau ha sido muy amable en traerle su disfraz - anuncia el azabache mientras recoge todos los platos y utensilios.

- Esa es la peor parte - suelta el joven con fastidio - ¿Qué tan vergonzoso es?

- Temo desilusionarlo, pero creo ciegamente que se le verá muy bien.

El conde al escuchar tales palabras de su galante mayordomo, en sus mejillas se dejó ver sutil, pero sin dejar de ser un bonito color carmín.

El mayor, satisfecho por su hazaña, sale del lugar dejando a un adolescente abochornado.

- Debo admitir, amo, que estoy ansioso de que llegue la noche, donde todos los demonios salen de cacería y que este servidor, no suprimirá sus deseos.

Con ese pensamiento en manos, el demonio disfrazado de humano, se encamina a terminar sus deberes que sin importar lo ocupado que esté, la recompensa, al final, valdrá la pena.

...........

- ¿Acaso Lau cree divertido mandarme un traje así? - el dueño del hogar se queja viéndose al espejo con el disfraz totalmente puesto.

- ¿Qué es lo malo en él? - con voz inocente pregunta el responsable de vestirlo.

- Está demasiado corto el pantalón ¿además qué se supone que soy?

La noche especial del demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora