Parte única

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—Bakugo...

Kirishima Eijiro tenía un problema.

Mientras su novio se recostaba su regazo y él le acariciaba el cabello suavemente, pensaba en aquel problema que vivía día a día.

—Ya casi es hora de que te vayas— Respondió el rubio.

—¿Crees que pueda pasar la noche aquí hoy? — Se arriesgó a preguntar.

Él sabía la respuesta a esa pregunta desde antes de hacerla.

—No.

Pero tenía que intentarlo.

Hundió sus dedos en el cuero cabelludo de su pareja.

—¿Sabías que tu cabello es más suave de lo que parece?

—Hm...— Fue su contestación.

—Sí, porque uno lo mira y parece... pawghh— Sus manos se movieron asemejando una explosión—, pero en realidad es muy suavecito— Se rio.

Katsuki no le respondió, solo asintió lentamente. Se giró de manera que su rostro quedó de costado en las piernas de Kirishima. Su mano tocaba su muslo y lo recorría suavemente.

—Kirishima...

—Ya lo sé, ya me voy, no te preocupes— Sabía que le repetiría la orden dada anteriormente—. ¿Me dejas levantarme? — Susurró en voz tenue.

Él obedeció. Se sentó para poder dejarlo ponerse de pie. Kirishima se paró de la cama y se dirigió a la puerta con un poco de dificultad. Con las luces apagadas no podía ver mucho.

—Nos vemos mañana, Kats.

Bakugo asintió y se recostó en su cama, ya dispuesto a irse a dormir. Kirishima abrió la puerta, dedicándole una mirada triste a su novio antes de salir.

—Buenas noches.

(...)

Kirishima Eijiro tenía un problema, pero él no lo podía solucionar.

—¡Bakugo, hagamos equipo! — Se aproximó corriendo a él el pelirrojo.

Cuando estuvo cerca de él, Bakugo lo jaló de los engranes a que usaba por hombreras en su traje de héroe y le susurró cerca de su oído.

—Idiota, no vayas por ahí llamando la atención. Te he dicho que no podemos hacerlo todo juntos.

—Lo sé, lo sé— Se irguió—, pero All Might nos dejó hacer equipo con quien quisiéramos para este ejercicio. No tiene nada de malo, somos amigos, Bakugo.

Bakugo apretó los dientes con molestia, pero no tuvo argumentos para contestar.

—Bien, pero no llames tanto la atención.

(...)

—Apaga la luz.

—Sí.

Eijiro obedeció la petición de su novio. La misma petición de cada noche.

Porque cada noche Eijiro se sentía en el cielo, cuando podía estar a solas con él; cuando podía besarlo durante minutos que se convertían en horas; que eran solo los dos, disfrutando de la compañía del otro; cuando le contaba chistes y bromas de las que Katsuki se reía; cuando le podía ver sonreír con frecuencia.

Pero todo eso se acababa al amanecer.

Como si Katsuki se reiniciara, cada mañana parecía ser otra persona.

Enamorémonos al anochecer | KiriBaku/BakuShimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora