Atrapado en cuatro paredes, una ventana horizontal que permite ver el aburrido pasillo gris en el que hace unos segundos había recorrido. Si, asqueroso como lo recuerdo.—Tome asiento Sr. Dominguez — una voz grave y vieja me ordena, estoy tan cansado que ni me molesto a observar su severo rostro. —Dado a que sus acompañantes no pudieron decirnos nada acerca de lo que sucedió en la Centro de Investigación, esperamos que usted sea diferente y coopere con nosotros; de no ser así, me temo que pasarán su preciado tiempo en la cárcel. —Mis ojos pasean sin rumbo para contemplar el suelo, mi boca se tuerce en desaprobación a las amenazas del detective Ortega.
El silencio vaga en la habitación, torna todo el ambiente en un vomitivo dolor, las esquinas rechinan y mi estómago suplica comida de verdad. Es difícil para mi abrir mis labios, están secos y en ellos se formaron grietas.
—De saber que... —apenas logro enunciar, los detectives se inclinan hacia adelante, interesados en mis palabras. —nos culparían...
Alzo mi cabeza, posteriormente fijo mi mirada a esas dos personas.
—...Me hubiese dejado matar. — dejo escapar un gruñido.
Ambos detectives intercambiaron miradas confusas.
—Sabemos que es una situación complicada — una mujer habla, sus ojos color zafiro están incrustados en los mios. — Pero deje de bromear , trece personas inocentes murieron allá arriba.
— ¿Quién dijo que todos eran inocentes? Me abrazo para darme calor, es como si en esta sala quisieran torturar a sus víctimas con el frío y la hambruna para obtener lo que quieren. —Y soy consciente de ello, ver la muerte en sus ojos es lo que más me perfora en el corazón. —trago la poca saliva que me queda, mis respiraciones son lentas y llenas de ardor; ardor por los idiotas que se hallan enfrente mio.
— Señores detectives —. Una puerta se abre a mis espaldas, la voz no la reconozco; aunque en estos momentos, es el mínimo de mi interés. —Los forenses ya han llegado a la zona del crimen, han recomendado no interrogar a nadie hasta obtener las pruebas necesarias y que los acusados tengan sus respectivos abogados.
La señora Aguilar se levanta de su asiento echando humos, recorro su camino hacia la salida con la vista, la persona que arruinó su interrogatorio le sigue sin chistar, debe ser su secretario. Por fin me puedo levantar.
—No creas que te saldrás con la tuya tan fácilmente Dominguez. —el tosco rostro del acompañante masculino de la interrogadora está a escasos centímetros de mi sien. Su aliento es espantoso, más; por muy obvias razones no se lo confesaré.
—Si le molesta, ¿Me dejaría incorporarme? — Se aparta en un movimiento. — Gracias, he estado sentado como cuatro horas.
Ya solo somos dos.
Y... Las cámaras no parpadean una luz roja.
Debo calmar el escenario, debo calmarnos.
—Llego a pensar que finges estar molesto conmigo solo por que a tu lado estaba tu jefa. No es un buen comienzo, su frente se frunce demasiado, la he cagado.
— ¡Es suficiente Eric!— su puño derecho golpea la mesa tan endeble — De verdad espero que tu no hayas hecho tal atrocidad, pero tu actitud me da cero confianza.
— Solo trato de atenuar el ambiente e irme a casa a descansar— masajeo mi barba descuidada.— Somos amigos ¿Lo olvidas?
—Ya sabes donde esta la maldita salida — No hay expresión en sus órdenes, su cansancio es tan similar al mío, solo que él lo lleva cargando por 26 años.
Tengo un pie fuera del monótono cuarto, sin embargo doy media vuelta y me arrastro en dirección al hombre de humilde vida, tengo que alzar mi cuello para verle. Le abrazo con avidez, y no espere que me lo correspondiera.
—Ay Eric, —susurra — Dejando todo esto de lado, en realidad me alegro que estés con vida. —¿Lo dices en serio? Porque para mi ya estás muerto.
Antes de terminar mi frase, del bolsillo derecho de su traje, saco una pluma elegante que albergaba en su interior un micrófono. No sé de donde obtengo la fuerza para romper el objeto; pero lo hago, contra la pared lo lanzo, después de haberlo partido a la mitad.
—¿¡EN SERIO ANDRÉS, UNA PUTA PLUMA ESPÍA!? — mi voz llora y mis ojos igual, el se queda de piedra. — Ahora si, esta relación la mandaste a la mierda. Me largo.
—¿Pero...Cómo? —me detuve en seco. —A veces, cuando tu vida pende de un hilo, decides aprender cada detalle posible de supervivencia. Descuida, ya mejorarás.
—Ah, y otra cosa... Te apesta el hocico.
Esta vez, sigo el camino a la salida.
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» Almas ensangrentadas« || Among us AU
Mystery / ThrillerEric es el hombre más afortunado: una esposa que lo ama, padres orgullosos y es socieconomicamente admirable. En su trabajo como Ingeniero Supervisor le han encargado misiones en el Centro MIRA HQ, todo dentro de un mes, asi que junto a sus demás co...