Capítulo Único

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Día 1
Temática: Fiesta de pijamas

***

Kenma odiaba el ruido.

En general era bueno manejando sonidos fuertes a su alrededor ya que su mente los bloqueaba de forma automática, como si hubiera bajado el volumen hasta cero. Aquel era su mecanismo de defensa cuando quería ignorar a otros.

Aun así, eso en ocasiones no funcionaba. Como en aquel preciso instante, donde tenía que aguantar a ciertas personas bulliciosas que le impedían concentrarse de lleno en su videojuego.

—¡Kuroo, te comiste la última galleta!

—¡¿Eh?! ¡No fui yo, acabo de ver a Lev llevándosela a la boca!

—¡Tienes migajas en la cara, deja de mentir!

Sí, aquellos que le hacían más difícil el completar la misión actual en la que estaba eran los miembros de su equipo. Todos se hallaban en un mismo cuarto, con los futones muy cerca el uno del otro. Se encontraban en uno de los hostales a los que solían frecuentar cuando tenían campamento de entrenamiento.

Hizo una mueca, pausando de nuevo el juego. Miró alrededor, buscando una forma de lograr que todos se callaran, aunque era una tarea bastante complicada.

Kuroo y Yaku estaban a un insulto de recurrir a los puñetazos, peleando por la comida que habían traído a escondidas del entrenador al cuarto. Lev e Inuoka estaban enfrascados en una conversación sobre un tema que a Kenma en realidad no le interesaba —aunque por lo que pudo escuchar, se trataba de algo sobre sus mascotas—. Shibayama y Teshiro jugaban cartas a un costado del resto, aunque de tanto en tanto se reían por las tonterías que decían los otros. Fukunaga y Kai intentaban aplacar a los dos primeros para que no siguieran peleando y no hicieran más ruido, o la dueña del hostal les llamaría la atención —o despertarían al entrenador Nekomata, y eso significaría despertar a una bestia furiosa—.

Por otro lado, Yamamoto Taketora estaba sentado a su lado. En realidad, muy cerca de él. Bastante. Kenma sabía bien que el chico estaba fisgoneando lo que hacía en el videojuego, ya que decía que le gustaba la forma en la que jugaba porque era algo que él no podía hacer —sus dedos eran lentos, según Tora. Kenma sabía que solo era malo jugando—.

—¿Por qué no sigues jugando? —preguntó Tora, recostándose en su hombro.

Kenma gruñó con molestia ante el peso extra, mas no hizo nada para alejarlo del todo.

—No puedo —masculló, comenzando a sentirse de verdad irritado.

Tora no mencionó nada más, aunque el rubio pudo sentir la mirada del chico sobre él. Suspiró alto, bajando los hombros.

¿Por qué no podían tener cuartos separados? Se sentía como si estuviera en una de las pijamadas que a Kuroo le gustaba hacer cuando eran niños. Claro, eran solo ellos dos, pero a su amigo el simple hecho de llamarla "pijamada" le parecía algo especial y genial. Ahora era una pijamada con un montón de chicos grandes de secundaria que, a pesar de las apariencias, seguían comportándose como niños de primaria.

Para Kenma, eso solo significaba una razón para no poder concentrarse de lleno en su juego y tener que aguantar todo el griterío a su alrededor.

En definitiva, no era fanático al ruido.

—¡Ya sé! —exclamó Lev de repente, alzando los brazos por lo alto e interrumpiendo así la tonta discusión entre Kuroo y Yaku, captando la atención de todos. La expresión risueña del chico no le dio buenas vibras a Kenma—. ¡Deberíamos contar historias de terror! ¡Yo sé muchas!

Gruñidos de amor |ToraKen Week 2020|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora