The full moon and the lovers.

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El siete de noviembre había dejado atrás su estela, el olor de la lluvia mientras todavía caía impacto de golpe al olfato de Min, llenándolo de un incierto sentimiento de felicidad.

Yoongi se deshizo de las cálidas sabanas con las que se había acurrucado toda la noche, impaciente por que el reloj marcaba en sus destellos rojizos el inicio del nuevo día... Del ocho de noviembre.

De un saltó al suelo abandonó la cama, la alcoba anteriormente en penumbra recibió un golpe de luz mientras el chico buscaba en el armario la ropa que desde días antes había planeado colocarse.

Con una ducha de apenas quince minutos, los pantalones alargados y blancos rodearon sus piernas y una camisa algo transparente tomó su lugar en el abdomen pálido, dejando sus hombros al descubierto.

Se lanzó un par de miradas en el espejo, feliz con como se veía.

Aplicándose algo de colonia tomó una pequeña cesta que había preparado con anterioridad y salio a la inmensidad del propio bosque entonando la misma canción que empleaba siempre, con las notas de alegría haciendo presencia.

El petricolor inundaba los olores propios del bosque y los goterones helados se impactan contra su piel. En otra ocasión Yoongi hubiese vuelto a adentro, buscando refugio entre su cómodo cama y cálidas cobijas, pero solo por hoy todo deseo de descansar se marchaba para darle paso a alegría y energía de una manera desbordante.

Tomando el discreto camino de piedra que se habría por la parte trasera de su patio se echo a andar durante un par de minutos.

El leve cantar de un atrevido búho se escuchaba desde la copa de un árbol y cuando la lluvia empeoró Yoongi saco un pequeño buzo de la canasta y se lo puso, le quedaba algo grande y le tapaba del frío... además el color rojo le sentaba bien en su piel.

Mientras más caminaba más se internaba por el pequeño camino en las entrañas del bosque, y este, oscuro por las grandes copas de los arboles sobre su cabeza lo resguardaban un poco de la lluvia.

Al salir del bosque Yoongi atravesó una pequeña aldea todavía dormida, algunas luces encendidas y sombras que trataban de ser tan discretas como podían al ser las únicas entre la aldea.

Sabía que lo miraban a él.

Sabía que era tradición de algunas familias el verle pasar.

Y sabía muchas cosas que la gente pensaba que no.

Volteo a ver a la pequeña hilera de casas y agitó la mano en un saludo para nada discreto.

Unas luces se apagaron pero otras sombras le devolvieron el saludo como si se tratara de un viejo amigo que decidía pasar por allí.

Yoongi metió la mano en la canasta, cogió las monedas de plata y las lanzó por el suelo del pueblo mientras continuaba tarareando la misma melódica canción solo para él.

En la última casa del pueblo, que en realidad era un viejo molino, lanzó las últimas monedas, se despidió con la mano de las casas dormidas y continuo su travesía a través de otro camino más angosto que el anterior.

La maleza le llegaba a las rodillas dificultando cada paso que daba, contuvo una maldición con todas sus fuerzas mientras avanzaba despacio y con los ojos fijos hacía arriba.

Cuando su vista se poso en los pequeños comederos de aves se apresuró hasta llegar a ellos, metió la mano en la canasta para sacar la comida y la sirvió cuidadosamente en cada pequeño plato.

Trece comederos para pájaros llenos después se encontraba frente a un pequeño riachuelo, sin esforzarse mucho salto de roca en roca con cuidado de caerse al agua oscura y que de seguro estaría a un paso de la congelación, hasta llegar al otro lado sin percances.

Under the rain [тαєgι]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora