La Carta - Fanny Montaño

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¡Quería Tita!

Son las 11 am, de un día soleado, pero siento frío y no sé si será por el eterno tic tac del reloj del fondo de la sala o el boom que hace mi corazón al latir, causado por los nervios de ver a esa persona extraña en mi adolescencia, que no he visto, pero que siento que conozco. Camino entre mares de personas con la ilusión de chocar con aquel ser que desborda mi corazón; el tiempo es oro y los minutos cada vez se hacen más cortos al paso del tropiezo, buscando ver entre las nubes aquel vuelo de águila que busca su propio destino de descanso y la tranquilidad de cerrar los ojos sin miedo al peligro.

Voy llegando aquel lugar que no se si he visitado con anterioridad y escuchar el rumm de los carros con el vuelo inesperado con el que conduce de un lado para otro, algunos vuelan dejando pasos y otros llegando a encontrarse con un pasado un poco más vivo que el hambre que come poco a poco mi estómago.

Después de una larga espera por fin puedo divisar al fondo de la inmensa sala colmada de ruidos, una figura que se mezcla con la oscuridad del salón y no sé si sea por la miopía, pero hace juego con el fondo; deseo ver cómo puedes volar y mostrarme el vuelo de cazar sueños extraviados al otro lado del mar que buscan alcanzar aquella torre que desafía el temor de escalar el peligro.

Al ir bajando la velocidad de tus alas puedo imaginar lo que te separa de tu cobijo, se avecina las aventuras y aquellos juegos que se quedaron en anécdotas que saltan de nuevo a aquella historia que te acompañaba a recorrer el refugio de una edificación de fantasías; al caminar en medio de calles rodeadas de ladrillo y cemento y el desconocido camino de despedidas se empiezan a hundir al fondo del mar y la preferencia por aquella bebida negra y agridulce que sirviera la abuela en su lujosa porcelana traslucida.

Fanny Montaño O.

EX OMNIBUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora