Sentía que los huesos se le estaban helando, los dientes le castañeaban debido al intenso frío, su nariz estaba roja y muy fría. Eran vientos muy fuertes y apenas podía moverse, tan sólo eran unos cuantos metros hasta su casa, pero aun así parecía una eternidad el tiempo que tardaría en llegar. Con manos temblorosas acercó la llave al picaporte de la puerta principal, abrió y entró rápidamente cerrando tras de sí, inmediatamente el calor de su hogar le hizo sentir la cara menos entumecida y exhaló.
-Ah, rayos, está demasiado frío afuera...
Se empezó a quitar el gorro y la bufanda, el abrigo, después se quitó el segundo abrigo y se quedó únicamente un suéter de canalé. Se retiró las botas para ponerse las pantuflas y se dirigió con las bolsas de las compras a la cocina.
Era un otoño duro, muy crudo y eso era bastante inusual, las últimas semanas habían tenido granizadas y tormenta de nieve que los dejaban encerrados un par de días, así que cuando había oportunidad tenían que salir a hacer compras de emergencia. Yang Yang había ido de prisa a comprar víveres, pero para su desgracia los fuertes vientos con algo de lluvia le habían tomado desprevenido y aunque poco había caminado mucho lo había resentido su cuerpo; seguía con las manos heladas y la nariz roja, sentía las mejillas entumecidas y los dedos de los pies bien fríos. Eran difíciles esos días, pero siempre se recordaba que esa temporada no era tan difícil como la que se avecinaba, de cierto modo siempre agradecía la nieve, el frío y la lluvia porque con esta era más difícil no solamente salir o caminar, también ver y oler.
Liu Yang Yang de veinte años, complexión delgada, un metro setenta y dos de estatura, sesenta kilos y cabellos castaños claros, era un omega. Durante todos los años en que había comenzado a ser un omega fértil la familia del chico había hecho lo posible por mantener alejados a los alfas de él, Yang Yang mismo desde que había comenzado a vivir solo hacía año y medio -aproximadamente- había luchado contra su celo y el de los alfas que lo rodeaban. Él no tendría problema con tener sexo con un alfa y ya, lo que no deseaba era tener un bebé y menos de un alfa que probablemente no conocía de nunca y que simplemente estaba por allí buscando donde vaciar su semilla y saciar su jodido celo. Detestaba la época de celo y más en primavera, cuando los aromas eran tan intensos y escandalosos, pero ya era otoño y el segundo celo estaba en puerta o más bien ya estaba encima y aunque él luchaba contra sus propios instintos le era difícil no sentir excitación, necesidad de que algo se enterrara dentro de él y le hiciera simplemente olvidarse que existía algo mejor que follar.
Descansando en el sofá miró al techo mientras su gato siamés se subía al mismo y se acostaba, pensaba en lo mucho que desearía ser alguien normal o al menos un beta y no tener tantas complicaciones con los alfas, esos malditos que podían oler a kilómetros y que eran usualmente estúpidos y malhumorados. Le gustaban los alfa cuando no era temporada de celo porque parecían muy normales, se comportaban como hombres ordinarios y al tener sexo con alguno fuera del celo siempre podía protegerse y todo estaría bien; pero con el celo era diferente porque la necesidad reproductiva estaba ahí, no era una cuestión de querer o no si no de necesitar y sabía de buena fuente que cuando los alfas no fornicaban en su celo tenían dolorosas, muy dolorosas erecciones que podían hacerlos hasta perder el conocimiento e ir al médico.
Pero estaría bien, podría pasar esos días de celo en paz si el clima se mantenía de ese modo y ya no tendría que saber de eso por otros seis meses. Sin embargo, sabía que las cosas no eran tan simples y no serían tan fáciles o convenientes siempre y que aquello terminaría cuando tuviera a un alfa o más bien cuando un alfa lo reclamara como suyo sin más. La cuestión era que para Yang Yang ser de alguien no implicaba tan sólo ser cogido preñado, él quería genuinamente enamorarse de un alfa -o un beta-, entregarse no solo físicamente si no también su corazón y que en el momento que llegara el celo sin más ambos se dejaran llevar por sus instintos animales y cogieran de la manera más salvaje, sucia y pasional que pudieran. Pero quizá estaba soñando demasiado, quizá algún día dejaría de pelear contra la naturaleza y simplemente permitiría que un alfa caliente y hormonal lo reclamara como suyo.
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Teast Like a Cherry [KunYang]
FanfictionEn la temporada de celo hay que tener cuidado de cubrir lo mejor posible el aroma, los alfa del vecindario pueden querer atacar pero a veces hay un lobo él piel de cordero asechando y esperando para hundir su boca en tu cuello. Cuida a quién le abre...