¿Qué haces aquí?

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Disclaimer: Todo pertenece a Rowling. Menos el Drarry. El Drarry es nuestro y siempre lo será.

«Esta historia participa en el reto "Tropos, tropos everywhere" del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black»

La imagen de portada pertenece a Alek Dar. Su tumblr es preciosérrimo, id a verlo, please.

Tropo sorteado: Personaje que confiesa su amor borracho.

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—Buenas noches, Hannah. —Harry saludó amablemente a la tabernera cuando entró en El Caldero Chorreante.

Usando su aliento para calentarse las manos del frío exterior, echó un vistazo alrededor. La hora de cenar había pasado y hasta los clientes más tardíos habían abandonado ya el local. El camarero que ayudaba a Hannah durante el curso mientras Neville daba sus clases en Hogwarts, estaba terminando de limpiar las mesas con la varita a la vez que hacía levitar las sillas para barrer y fregar. Detrás de la barra, Hannah controlaba el fregadero y limpiaba la superficie de madera.

—Hola, Harry. ¿Qué tal el día? —preguntó Hannah con una sonrisa cansada.

—Tranquilo. Hoy tocaba papeleo —contestó este mientras se dirigía hacia el único cliente que permanecía en el local. Sentado frente a la barra, con la cabeza hundida en los brazos y un vaso lleno de un líquido ambarino a su lado, parecía desaliñado. Ni siquiera se había quitado el abrigo. No hizo gesto alguno que hiciese ver que había notado la presencia de Harry—. ¿Cómo está Neville?

—Bien, hoy le tocaba ronda en el castillo, así que llegará de madrugada. —Otra sonrisa cansada de Hannah no consiguió esconder la amargura de su voz—. La vida de profesor en Hogwarts es complicada de compaginar con la vida de un bar. Menos mal que Minerva le permite pasar las noches aquí, si no... —dejó la frase en el aire antes de dirigirse al camarero, que estaba barriendo—. Alex, terminaré yo, puedes marcharte a casa.

—De acuerdo, Hannah —asintió el joven, dejando la escoba antes de desaparecer por la puerta de la cocina.

Harry arrastró un taburete hasta situarse al lado del otro cliente. Cogió el vaso y lo olisqueó. «Whiskey de fuego añejo de buena calidad», constató. «Este cabrón tiene buen gusto hasta para deprimirse». Volvió a dejarlo encima de la barra, alejándolo, e indicó con un gesto a Hannah que lo retirase.

—¿Qué se te debe, Hannah?

—Nada. Tiene cuenta desde hace años, solo tengo que restar de ahí —contestó mientras vaciaba el contenido del vaso en un fregadero y, con un toque de varita, hacía que empezase a limpiarse por su cuenta—. Voy arriba a comprobar que Alice sigue dormida, ¿de acuerdo? Tomaos el tiempo que necesitéis.

—Gracias —se despidió Harry con una sonrisa—. No tardaremos mucho.

El joven salió de la cocina ya vestido con ropa de calle y, tras despedirse de Hannah, movió la mano en dirección suya, despidiéndose.

—Buenas noches, señor Potter.

—Buenas noches —respondió educadamente dirigiéndole un vistazo rápido. Volvió la cabeza hacia él de nuevo, intentando ubicarle, súbitamente convencido de que le conocía. El chico sonrió con amabilidad cuando se le quedó mirando intentando recordar de qué le sonaba—. Tú ibas a clase con mi hijo, ¿verdad?

—Hasta el año pasado, sí. En Slytherin. —el joven asintió—. Iba un curso por delante de Scorpius y Albus. Me conoce porque estuve en su casa el verano pasado pasando unos días.

—Sí, lo recuerdo. Después estuvisteis los dos en casa de Scorpius otros tantos días. Alex... ¿Brown? —preguntó, tendiéndole una mano para estrechársela.

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