Hero - One Shot

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-Maggie, ¿podrías decirme adónde me estás llevando?

-¡Dios mío, Megan! ¿Podrías callarte un poco? Esto es serio.

La música retumbaba en mis oídos con fuerza. Los tacos me estaban matando, había estado bailando toda la noche y los tobillos comenzaban a arderme. Las luces estroboscópicas atacaban mis córneas provocando que por momentos perdiera un poco la razón. De repente, me sentía perdida. Si no fuera por la mano de mi mejor amiga que me guiaba a través del club, me habría perdido en ese mar de sudorosos y acalorados cuerpos. De acuerdo, tal vez el alcohol estaba haciendo su parte. No me había medido con los tragos esa noche, había aceptado todas las invitaciones que incluyeran alcohol de por medio.

-Maggie, ¿dónde está Josh?-grité aferrándome al brazo de mi amiga. Esperé que mi voz fuera lo suficientemente potente como para que atravesara la música y los gritos eufóricos.

Maggie pareció no escuchar. Continuamos yendo hacia no sé dónde mientras todo el mundo se divertía. ¿Por qué yo no me divertía? ¡Quería bailar! ¿Dónde estaba Josh?

Trastabillé con mi propio taco y choqué contra un muchacho que era asombrosamente alto. Reí exageradamente y dicho muchacho se volteó para mirarme.

-¡Oye, yo a ti te conozco!-exclamé eufórica-¡Eres Jay, el rarito del curso!-las palabras escaparon de mis labios sin pasar por ningún filtro que las analizara.

El chico, dueño de los ojos más celestes del universo y el cabello enrulado, sonrió avergonzado.

-Siempre es un gusto verte, Megan-dijo con una ironía que me fue posible detectar.

Sonreí como una idiota, por más que quisiera, no podía borrar la sonrisa de mi rostro. Maggie me obligó a seguir, aunque me hubiera gustado seguir charlando con mi nuevo amigo Jay. Bufé. Ya me había cansado de caminar y los pies me ardían de una manera impresionante. Cuando Maggie se volteó y me observó horrorizada, supe que algo andaba mal. Seguí su mirada y allí estaba él. Josh. Mi Josh. Con una rubia escuálida. Haciendo lo que no debería hacer con nadie excepto conmigo. Quise acercarme y golpearlo justo en el rostro, tal vez a la rubia también. Ambos debían tener su merecido. En lugar de eso, me aproximé a la barra y pedí tantos tragos como mi cuerpo me lo permitió.

Jay's POV

Todavía seguía pensando en ella. Esos ojos castaños, vidriosos por los efectos secundarios del alcohol. Su pelo moviéndose de un lado a otro con cada paso que daba.

-¡Jay!-Tom me despertó del pequeño trance en el que había entrado. -Nosotros vamos a ir por unos tragos a un bar que está a un par de cuadras de aquí, ¿vienes?

-Claro-respondí.

A medida que pasaba pude apreciar los alocados y sensuales movimientos que las chicas hacían. No pude evitar meter alguna que otra mano traviesa. Después de todo, soy un chico. Lamentablemente, era el conductor designado. Eso significaba cero alcohol, y por lo tanto, cero diversión. Esta había sido una de las noches más difíciles, principalmente, porque el club debía su fama a la calidad de sus tragos. El alcohol siempre había sido mi mejor amigo, mi aliado en mis peores momentos.

-Espérenme aquí, ahora traigo la camioneta.

Mis amigos apenas podían mantenerse de pie. Max se tambaleaba y tenía los ojos perdidos en un punto vacío. Siva lo sostuvo y permitió que éste lo rodeara con su brazo para evitar otra caída. Reí para mis adentros al presenciar la escena. Comencé a tararear una canción en mi mente mientras buscaba mis llaves. Andaba perdido en mis pensamientos cuando me sorprendí al ver a una mujer sentada en la acera mugrienta. Normalmente, la pasaría de largo y la ignoraría, pero hubo algo que hizo que me importara. Al acercarme, pude notar que era Megan, sostenía una botella de cerveza en su mano. Lucía deplorable, su ropa se encontraba desaliñada, su cabello era un revoltijo de nudos y su maquillaje se le había corrido formándole dos grandes ojeras negras debajo de los ojos. Aun estando a un par de metros de donde se encontraba, el hedor a alcohol mezclado con tabaco me resultaba repulsivo. Tenía la mirada fija en el horizonte, a medida que bebía los últimos sorbos de su botella pude advertir como se mecía suavemente. No podía dejarla allí tirada y sola.

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