Soledad

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Un día me abrazó tanto la soledad que le tome cariño, llore como un niño y le conté mil historias, charlamos por largas horas como dos grandes amigos, después nos despedimos y cada quien siguió su camino. Sin embargó, nos vemos de vez en cuando y me alegra su visita, ella sigue siendo la misma, siempre sabía, siempre honesta, siempre lista.

Kelbin Torres.

Almas DestruidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora