CAPITULO 1. LA OFERTA

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Todavía a sus veinticinco años no ha dejado de obedecer al hombre que dice ser su padre, camina por el amplio corredor de aquella casona, un lugar lleno de alegría antes de que su madre muriera, por lo menos ella le brindaba el amor que necesitaba, pero ahora no le queda ese amor, aunque tener a su pequeña hermana Sammy es un consuelo.

Se dirige al despacho donde su padre le mandó instrucciones con Lawa que deseaba verlo al medio día, con sus mejores ropas, arreglado y lo más bonito que pudiera, seguro es que seguía con esa idea de querer un heredero varón, y por esa obsesión lo despreciaba a él y a su hermana, solo por que su madre nunca pudo tener un varón "de verdad".

Al cumplir dieciocho años supo que era un doncel, eso acabó con todas las esperanzas de su padre de tener un "digno heredero" sería muy mal visto que un torpe y estúpido doncel dirigiera toda su fortuna.

Da un suave suspiro al bajar las escaleras, por lo menos las palabras de su padre ya no lo hieren como solían hacerlo, la vida le enseñó que lo más importante es Sammy y el bienestar de ella.

Escucha unas voces discutir, la voz de su padre la reconoce y otra voz masculina que no logra ubicar.

–¡No planeo entrar en su chantaje! – lo grita una voz masculina seguido de  un fuerte golpe a algo de madera tal vez el escritorio.

– Tendrá que hacerlo señor Jongcheveevat, si es que quiere recuperar la tierra que una vez le perteneció a su familia – escuchaba a su padre hablar con una carcajada al final, como si disfrutara torturar a las personas.

– ¿Qué ser es capaz de vender a su propio hijo con un pedazo de tierra por sus deseos? –lo pregunta enfado aquel joven Jongcheveevat, no puede evitar escuchar todo detrás de la puesta del estudio.

– Se de buena fuente que su familia ha tenido primogénitos varones, por eso le hago la oferta – se lo hace saber su padre al reírse.

– ¿Planea que me case con su hijo para que quede embarazado y dé a luz a un varón? – lo pregunta el joven con una voz sarcástica, como si lo que le pidiera fuera imposible.

Por su parte tan solo tapa su boca, al saber que si hace algún ruido su padre es capaz de detectarlo... ¿le había propuesto a ese señor que se casara con él?

– ¡Me está vendiendo a su hijo, por un precio, que bien parecería una oferta! – lo vuelve a gritar el joven furioso ante aquella crueldad.

– Piénselo señor  Jongcheveevat, usted puede perder el pedazo de tierra que tanto anhela, le devolveré el rancho que una vez fue de su padre y las tierras a cambio de un millón de baht y que me de un heredero varón con mi preciado hijo – lo vuelve a repetir el señor Traipipattanapong con esa voz tan seca y fría.

– ¿Si no acepto que sucederá?– lo pregunta aquel hombre de cabello negro, que logra divisar por la ranura de la puerta.

– Está el señor Fiat, él si está interesado en la oferta, sólo que se la plantee primero a usted porque esas tierras le pertenecieron a su familia una vez... soy considerado – lo dice al sonreír.

– Deseo ver a su hijo – se lo dice un joven que tan solo cierra el puño al sentirse incompetente.

– Será un placer – sonríe malévolamente.

Respira hondo, tratando de tener fuerzas para entrar al lugar, una vez sintiéndose seguro al tener una postura fría, toca la puerta para escuchar un "pase" de su padre, al abrir la ve a su padre, un hombre de su tamaño, ojos negros llenos de frialdad, cabello del mismo tono que sus ojos, piel morena y un porte tan frío que lo hace estremecer de miedo, ve a su otro lado y esta ese hombre en medio del estudio, alto... mucho mas alto que su padre, cabello castaño, ojos negros y astutos, piel clara, cuerpo musculoso haciéndolo lucir muy atractivo, con aquel traje de gala.

"VENDIDO" . Adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora