Entrenando

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Mi padre me arrancó la piel a tiras cuando se enteró de que Cato me había ganado en un combate.

Me llevo a un rincon de la sala de tortura de casa y empezó a pegarme con una vara de metal.

Sentí como mi espalda quedaba destrozada,como mi piel se rasgaba poco a poco,enseñado casi una cuarta parte de mi columna vertebral.

Mi espalda sangraba,mi respiración iba lentamente,y mi corazón amenazaba con dejar de latir.

Gritos salían de mi boca insconcientemente,y luego,solo me desmayé.

Me desperté en medio de la noche.

Estaba en mi habitación,tumbada en la cama,y tapada con un gran numero de mantas.

Mi madre había tenido compasión y me había llevado allí,después de haber hecho lo que pudo por sanar mis heridas.

Mi madre sabía bastante de heridas,ya que yo de pequeña solía meterme en muchas peleas, y ella no tenía más remedio que aprender a sanar,si no quería quedarse sin hija,claro.

Mi espalda me escocía bastante,pero mi madre sabía lo que se hacía,y estaba medio curada.

Sin hacer caso del enorme dolor que me producía el simple hecho de moverme,me levanté y me vestí.

Eran las tres de la madrugada,pero no dudé en salir a la calle,y caminar hacía el edificio de entrenamiento.

Por supuesto,el edificio se supone que tendría que estar rodeado por agentes de la paz,pero con el tiempo,fuero desapareciendo, principalmente porque nadie estraría tan loco como para entrar a robar armas al lado del ayuntamiento del Distrito 2.

Levantéla tapa del alcantarillado y bajé la escalare que conducía hacia las cloacas,o como a mi me gustaba llamarle,el tunel subterraneo.

Ya me había acostumbrado totalmente al horrible olor de allí,pero sin embargo a veces tenía que pararme en medio del oscuro tunel por el dolor de mi espalda.

Subí otras escaleras,y abrí la pequeña trampilla que comunicaba directamente con la sala principal de entrenamientos.

Llegué cojeando hasta la zona de cuchillos,y me alegró bastante ver que el dolor de mi espalda no influía en mi puntería.

Llevaba varios minutos entrenando cuando un ruido llamó mi atención.

Instintivamente,lanzé un cuchillo hacia donde procedia ese sonido.

Pero el chico,agilmente, lo esquivó.

-Hey!-se quejó Cato,mirandome con reproche.

Agarre muchos cuchillos,y sinceramente,casi lo maté.

Pero él tambien era muy rápido.

-¡Se puede saber que te pasa!-gritó,cuando ya no tenía ningún arma en mano que lanzarme.

Quería matarle,lo admito.

-Eres...-de mi boca salieron un conjunto de palabrotas,pero al parecer aquello fué bastante para mi cuerpo.

Caí al suelo,y me desmayé,por segunda vez en aquel día.

Lo último  que ví antes de desplomarme fué la cara horrorizada de Cato.

Los tragicos amantes del Distrito 2 (Clato)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora