capítulo uno.

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— ¡¿Ha visto alguien mi cepillo de dientes?! —Eka estaba a punto de explotar a causa de los nervios. Llevaba una semana de espanto; no terminaba de congeniar con sus compañeros de equipo, Map había estado a punto de sacarle de la pista una media de ochenta y siete veces por carrera y, para colmo, Copy estaba nominada. Copy. Su mayor apoyo, la persona que mejor había logrado llegar a entenderle. De no haber sido por ella y su capacidad de hacerle entrar en razón, seguramente ya se habría liado a lanzar zapatos a media academia. Así que saber que estaba en la cuerda floja, que podría perderla en cuestión de horas, no era algo que el joven llevase especialmente bien.

Para ser exactos, quedaban diecinueve horas para la gala y el ambiente estaba tenso cuanto menos. Eka estaba a punto de desistir en la búsqueda del cepillo de dientes, enjuagarse la boca con Listerine y buscar el cepillo cuando tuviese la mente un poco más calmada cuando apareció Map con cara de haberse comido un limón. Era curioso saber que estaban en una posición similar; él a punto de perder a Copy, Map a punto de perder a Arya. Quizás fue eso, ese punto de encuentro, lo que evitó que volviesen las discusiones que habían tenido prácticamente todas las noches tras apagarse las cámaras. No fue nada más allá de una mirada que apenas se mantuvo por más de tres segundos, pero fue quizás la mirada más cómplice que habían compartido hasta el momento. Un te entiendo. Lo sé. Estoy aquí si necesitas hablar (por muy tercos que ambos fuesen). Ya se lo habían dicho a ambos en varias ocasiones, que eran dos caras de la misma moneda, que si en algún momento conseguían dejar de lado sus diferencias, podían formar un dúo maravilloso. Pero en la mente de ambos, eso no era más que una estupidez; no iban a llegar a ese punto.

Y aún así, cuando Map desapareció por la puerta de la habitación, con el rostro contraído en una mueca de confusión, Eka parecía una persona nueva. Todo ese enfado, esa rabia contenida, esas ganas de gritarle al mundo lo injusta que era la situación... Todo se había calmado, ya no tenía esa voz en la cabeza que le decía en bucle que sacase fuera todo de la peor de las maneras. Sería absurdo negar que ese cambio tan repentino le asustó. Porque lo hizo. Y lo peor de todo era que Eka no conseguía hacer la conexión que toda persona razonable habría hecho. Que no se había calmado por arte de magia, que lo que había apaciguado ese fuego había sido una simple mirada. Porque a veces todo lo que uno necesita es saber que hay alguien ahí fuera que te entiende; incluso si ese alguien es, en vista del juego, tu supuesto enemigo.

Hagamos, por el momento, énfasis en supuesto.

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⏰ Last updated: Nov 12, 2020 ⏰

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