Prólogo: Noche eterna en ciernes

194 6 1
                                    

"La oscuridad lo consume todo:  nada insondable que ejecuta las displicentes delicias de una verdad que no conoce mundo, en un mundo que no conoce la verdad"

Esas eran las palabras que más de una vez había leído en los libros de mi padre. De pequeño, aquellas historias me fascinaban, me brindaban una visión diferente de la realidad con la que convivía, anhelaba leer más y más de esos términos que tan novedosas percepciones me convidaban, preso de su morbosidad y cautivo de mi inocente curiosidad. Qué ciego estuve, fruto de una mente de alevino; para mí todas esas ideas eran buenas y resplandecían con un fulgurante destello de dulce mentira piadosa, embargándome y deseando que fueran ciertas. Ahora anhelo estar viviendo un sueño, codicio que efectivamente se trate de un embuste, de un engaño del destino que me colocó en esta casilla del tablero de ajedrez, en este baldío lugar que llamamos Tierra, a merced de las demas piezas, cuyos ojos muestran sus sagaces ansias de devorarme. Literalmente.

Hace años que esos libros cumplieron su promesa, la promesa de mostrarme la realidad que yacía en sus palabras, a un alto precio, el precio de un mundo consumido por el frío y las tinieblas. Exactamente diez años. Hace diez años que vivimos en una noche eterna, una década que ha traído miedo y dolor consigo. Nadie sabe porqué, de la puesta de sol al alba, nuestras esperanzas fueron truncadas y el brillo que desprendía nuestro destino se vio anulado y mortificado por la culpa y el dolor que acaeció ese aciago día, justo hace diez primaveras. Tanto tiempo ha pasado: las piedras, heladas por el frío nocturno, eterno, algunas especies, las que fueron incapaces de evolucionar, extintas, las flores, tiempo ha marchitas, descansan en los rincones en los que aun se conservan los restos de lo que alguna vez fueron campos, hoy en dia tan muertos y gélidos como el resto de cadáveres que albergan en sus entrañas; tierras conocidos hoy como el Abismo. Pocos se atreven a cruzarlo, ya sea para viajar entre las ciudades que se mantienen en pie o salir en busca de respuestas, pues en estas desoladas tierras el mayor peligro no son las criaturas que han aprendido a vivir en este nuevo desierto o las terribles temperaturas que azotan cada rincón de su vasta extensión: con la evanescencia del sol, la oscuridad trajo con ella algo temible, que amedrenta aun a quienes sobrevivieron a sus garras, deleite del más absoluto horror que se pudiera presenciar nunca en la más dantesca historia de terror, seres sedientos de consumir todo lo que queda de nuestra fuerza por vivir un día mas. Los llamamos Sombras. No sabemos de donde salieron, lo que esta claro es que a nadie le importó. No, estaban más preocupados de sobrevivir a ellas.

Un mundo nocturno, sin estaciones, sin color, sin vida; únicamente la tenue figura de lo que es una pesadilla para quienes hoy vivimos, entre lágrimas de despropósito y quejidos desgarradores. Nos quemamos en la mas inexorable agonía, esperando el momento en el que esta atroz pesadilla acabe.

Pero encontramos como sobrevivir. Aun en un orbe extenuado por el crepúsculo, nosotros, el ser humano, hemos prevalecido; supongo que , como se suele decir, mala hierba nunca muere. Estoy seguro, esto lo provocamos nosotros, nuestra deleznable ambición y nuestra repugante búsqueda de conquistar lo incomprendido; somos un veneno que no desaparece de su huésped con tanta facilidad. Ante esta amenza que se cernía sobre nuestra raza, el hombre comprendió que debía refugiarse en lo único que puede combatir a la oscuridad: la luz. Fue constreñida por la oscuridad y sus mensajeros, las Sombras, pues esta la temía. Entendimos que era la singular manera de "cazar y no ser cazados", de avanzar y evolucionar como lo hicieron las bestias de los páramos. Comenzamos a organizarnos en núcleos urbanos, ubicados siempre en torno a las más primigenia forma de luz, que nos acompañó en nuestros albores y ,como en su momento, nos dio seguridad y calor: el fuego. Cada una de las llamas que alimentan cada ciudad superviviente mantienen alejadas a las sombras, que se ven incapaces de acercarse al fulgor que desprenden, y estan conectadas a una llama mayor, Lumen, el corazón del continente, situada en la capital del reino, Ignis Magna, la ciudad más grande construída en los últimos años. Nos vimos obligados a vivir como antaño los vetustos transeúntes de estas tierras, desprovistos de nuestra tecnología, inservible desde la primera noche, la Noche zero, por motivos que aun desconocemos...o que, mejor dicho, nos ocultan. El gobierno que nos rige se esfuerza por dar protección a los ciudadanos, y se estructura institucionalmente en Ignis Magna,dirigido por un emperador, además de tener múltiples facciones bélicas que buscan propiciar la seguridad en las ciudades y un consejo que toma las decisiones de relevancia referentes al estado: supervisar y aprobar las leyes elaboradas tras la catástrofe -leyes propuestas por varios representantes elegidos por el pueblo- , y de la organización de expediciones de investigación y erradicación al Abismo, el consejo de los Quattro Lumen, elegidos por el emperador. Aun con todo, el gobierno busca imponer su "seguridad", se olvidan del bienestar de muchas familias y comienza a existir un auge en la pobreza del continente, haciendo caso omiso a las plegarias de aquellos que necesitan de verdad ayuda. ¿Qué mueve al gobierno a actuar así? hay algo que nos ocultan, de eso estoy seguro.

Muchas personas han muerto aun así en estos eriales, valientes que decidieron adentrarse en el Abismo y fueron presas del frio o las Sombras. Pero observando, algunos hemos aprendido a salir airosos de nuestros temerarios viajes. Así es como la gente comenzó a aventurarse, y con el tiempo quisieron encontrar las respuestas que el gobierno quería ocultarnos. No fui la única persona que apreció un comportamiento extraño en su hacer, que empezó a advertir su falta de interés en buscar el origen de todo y su extraño afán por callar a todo aquel que gritara contra ellos esta circunstancia. De hecho, hace aproximadamente ya tres años, hubo unas suerte de "caza de brujas" por parte de las facciones bélicas hacia todo aquel que decidiera oponerse a la política del gobierno. Murieron un gran número de personas a manos de quienes debían protegerles, personas que comenzaban a dudar de la veracidad de los argumentos del emperador y de las leyes promulgadas expeditas por el consejo de los cuatro. Así nacimos nosotros, personas que vivimos renegadas de la sociedad en el Abismo, buscando cualquier documento de la Noche Zero y consiguientes que ilustre todas nuestras dudas acerca de la conducta del gobierno para con nosotros y de todos los secretos que nos puedan estar ocultando, luchando noche tras noche por sobrevivir en estos inhóspitos suelos. Nos llaman Caminantes del Abismo; y yo, yo soy Adler Freanand, y escapé de esa masacre del pueblo costero Queen´s Port, donde me crie y pase toda mi infancia, hasta que tuve que abandonarlo hace dos años y medio, cuando el movimiento mordaza llegó hasta él de manos del Ejercito Imperial. Esta es mi historia.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 24, 2015 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

El libro de las SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora