Akihiro.

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Un portazo despertó al joven japonés y lo hizo caer de la cama.

- ¿Pero qué diablos? ¿¡Laura!?

Por el pasillo se escuchaba como la chica corría de un lado a otro sin responder.

- Se le habrá hecho tarde a la tonta... - Se levantó emitiendo un suspiro prolongado, observó el reloj que colgaba sobre la cabecera de la cama y se arregló un poco, la chica seguía corriendo y el sólo se limitó a asomarse por la ventana, prestó atención detenidamente la calle y a las personas que iban y venían, todos corriendo y apurados, como se notaba que esto era América.

- ¡DAKEN! El desayuno está listo, ¿vas a bajar o qué? - grito la chica desde la cocina.

- ¡Si ya bajo! Dijo el joven pelinegro saliendo de su cuarto.

- ¡Como eres lento hombre! - Dijo Laura sentándose en el desayunador y a medio poner de sus calcetines tomo rápidamente su jugo y metió un pan en la boca como si no hubiese un mañana.

- Ya estoy aquí - Dijo el joven mientras tomaba asiento observando el frenesí de su hermana.

- ¿Quieres una invitación? Ponte a desayunar ¡Dios! - grito en un tono de súplica y regaño mientras terminaba de amarrarse los cordones de sus tenis.

Él tomó el jugo de un trago y una rebanada de pan que untó con crema de maní y se dispuso a beber un vaso con leche. Laura no podía dejar de mirar al chico, sus movimientos elegantes y cuidadosamente rápidos. Por un momento se preguntó si todos los japoneses serian iguales a él y cuando se dio cuenta su hermano había terminado primero que ella.

- Laura... ya es tarde, apúrate... - comento Daken al observar el reloj de la pared.

- ¡¡No tienes por qué decírmelo dos veces!! - le grito ella, mientras saltaba de su silla a la puerta, tomo su bolsa y salió casi corriendo; el joven se preguntó qué era lo que se suponía debía de hacer, cuando el teléfono de la sala comenzó a sonar y él por instinto respondió:

- Residencia de Laura Howllet - Contestó de una forma solemnemente formal.

- Daken, soy Laura, idiota, en la mesa de la sala te deje las llaves de la casa y $60 dólares; eso debería de ser suficiente para que... bueno lo que sea que vayas a hacer hoy... uhm... ¡a si es verdad! Por favor saca una copia de las llaves y pasa por mí a la cafetería; de ahí... espera... si, ajam, no idiota... te dije que por esa calle... hash... ¿Daken sigues ahí?

- Si, te escucho...

- Ok bueno pasaremos a comprar algunas cosas al súper... me tengo que ir, ya casi llego... Cuídate, ¿Está bien? Nos vemos después. - pero antes de que el pudiera contestar algo ella ya había colgado en el teléfono.

Daken tomó asiento en el pequeño sofá que se encontraba a un lado de él y exhaló profundamente. Así que tomo el dinero y las llaves y salió rumbo a la estación de autobuses.

La calle era algo pronunciada y la casa de su hermana estaba casi en la mitad; tanto que para poder subir o bajar igual debías de hacer algo de esfuerzo físico. Entonces el pelinegro decidió bajar por la pendiente y tomar un autobús, o quizá tendría que caminar un poco. De todas formas quería conocer su nuevo vecindario. No era la primera vez que estaba en los Estados Unidos pero las veces anteriores solo había sido por vacaciones o por negocios, así que corría de un lado a otro con trajes incómodos y corbatas algo ajustadas. Ahora disfrutaba el vagar por esas calles medio vacías; realmente sí caminaba gente a su lado y algunas veces chocaba con alguno que otro despistado pero era mucho menos gente que en su pequeño pueblo natal en Japón y no se diga en la capital o en alguna de las grandes ciudades.

Ya había recorrido algunas manzanas y se dio cuenta que en todo ese tiempo no había visto algún comercio en el que pudiera sacar una copia de las llaves. Se acercó a un hombre que pasaba y apenas Daken le dio los buenos días, el sujeto salió corriendo como alma que lleva el diablo.

Quizá las calles son distintas pero la gente es igual de desconfiada en todos lados. - pensó el asiático y siguió avanzando hasta encontrar una vieja parada de autobús. Tenía un mapa de rutas y localizó la que llevaba hasta la terminal donde había dejado sus cosas; según el cual, el camión que debía de tomar pasaba cada 25 minutos. Se sentó y veía pasar por aquí y por halla a algunas personas, autos y escasamente a algún perro. Más pronto o más tarde una chica se paró a su lado izquierdo y el no tardó en reaccionar; era muy guapa aunque algo pequeña pero eso no le quitaba su encanto. Sus facciones eran muy finas y delicadas, llevaba el cabello castaño corto con un pequeño flequillo de lado que le cubría la frente sin llegar a los ojos.

- Disculpa ¿te quieres sentar? - pregunto Daken respetuosamente

- ¿Uhm? ¡Oh si claro! Es raro encontrar a un caballero en estos tiempos, gracias. - comento la chica en un tono risueño muy distinto a su expresión inicial que la hacía parecer muy seria y hasta fría.

Daken rio un poco por aquel comentario, le recordó una vez en que su madre le había comparado con un samurái cuando niño. De pronto la pequeña chica interrumpió sus pensamientos con su suave voz.

- ¿No eres de por aquí cierto? Lo note por tu acento, no te preocupes. Mi nombre es Janet van Dyne ¡mucho gusto! - la chica alargo una de sus manos y la mantuvo firme frente al chico con una amplia y lúcida sonrisa.

- Me llaman Daken, mucho gusto. - dijo el rápidamente tomando muy suave la delicada mano y haciendo una pequeña reverencia.
- Oh dios, no creas que no sé qué significa ese... apodo... - la chica chisteo la lengua en señal de desaprobación y movió negativamente la cabeza. - Así como me vez hace unos años yo era una modelo que viajaba por el mundo y llegue a pasar por Japón.
En esa pasarela en Tokio mi asistente asignado era muy amable pero sufría bulling laboral y lo llamaban de esa forma; él se negaba en decirme que significaba hasta mucho, mucho después lo entendí. Así que por favor dime cuál es tu verdadero nombre. ¿Si? - La castaña se mostró dulce y comprensiva en su historia y el agradeció que alguien se tomara la bondad de preguntar por su nombre real.

- Akihiro es mi nombre - dijo el tras un marcado suspiro y se sintió liberado de cierta forma.

- Gracias caballero Akihiro - sonrió la chica en un tono dulce e y sorpresivamente comenzó a buscar algo en su bolso, tardo un rato en encontrarlo; el mismo tiempo en que un camión se acercó a la parada y entre tanto ella le preguntó:

- ¿A dónde vas? ¿Ya tienes un lugar para quedarte? ¿Estás de vacaciones? ¿Tienes trabajo? - preguntaba frenéticamente la chica y solo esperaba un segundo para escuchar la respuesta a cada una.

- A la terminal de autobuses; Si, con mi hermana a unas calles de aquí; No sé, a lo mejor y me quedo; No todavía no tengo trabajo. - respondió igual al ritmo en que le hacían las preguntas

Al llegar el camión y estacionar a un lado de la parada ella saco de su bolsa una pequeña libreta y escribió rápidamente en ella y al abrir la puerta de ascenso desprendió la hoja en la que había apuntado algo y se la entregó a Daken. El la tomo y ella abordo mientras le decía:

- ¡El camión que esperas es el próximo! ¡Nos vemos!

- Gracias Janet - grito un poco pues las puertas ya se cerraban y el camión comenzaba a avanzar.

- Quizá no toda las personas sean igual. - pensó el pelinegro y leyó la nota que la chica le había hecho. Decía:

"Si necesitas algo no dudes en llamarme: 342-869- 098 o a mi celular: 098-46-3838-2776. Quizá te pueda conseguir un puesto en donde trabajo. Bye bye!!!!"

El chico sonrió y guardo el pequeño pedazo de papel en su cartera y volvió a sentarse en la parada desvencijada. Ya solo faltaban menos de 15 min para que llegara el camión. Jugueteo un rato con sus dedos y se levantó para comenzar a caminar de un lado a otro. Esa falta de compañía sorpresiva le incomodo un poco.

Después de unos minutos se acercó un anciano que se sentó en el lugar vacío pero ni siquiera intento entablar conversación con él.

The children of Logan (HIATUS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora