El crimen del abrigo. El castigo del payaso.

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A whole life to meet me

...

Toda una vida para conocerme.

—...¿conseguiste lo que te pedí? —preguntó el castaño agarrando su celular contra la oreja, mientras que con la otra mano cerraba con llave la puerta de su apartamento, antes de salir a la calle.

—Esa no es la pregunta que deberías hacer. Es obvio que lo conseguí, estás hablando conmigo. —respondió alguien del otro lado de la línea.

—Como se esperaba de...

—...mi mejor amigo. Capaz de...

—... completar mis oraciones sin...

—...ni siquiera saber qué es lo próximo que voy a...

—...¡Salchicha!/Salchicha.

—Jajaja~, siempre igual —retomó el castaño —, estoy seguro de que no llamaste solo por eso.

—En efecto... necesito un favor.— le pareció que la voz del otro lado de la línea sonaba un poco...¿nerviosa? ¿cansada?

—¿A donde tengo que ir a recogerte? —como era de esperarse en su amistad, ambos sabían perfectamente lo que el otro estaba pensando. Casi y era inaudito mantener una conversación. Él sabía al 100% el lugar al que tenía que i-

—A la cárcel...

Okey, eso no se lo esperaba.

Pero, regresemos en el tiempo. Una semana antes de este suceso; para poder comprender en que lío se había metido el mejor amigo de Dazai Osamu.

O mejor dicho, en qué lío lo habían metido.

.

.

.

Las mañanas en Japón eran distintas a las que estaba acostumbrado. Ya eran acumulados cinco años desde que se mudó de país, pero eso no hacía que viera alguna diferencia en cada mañana.

No le era agradable la luz del sol desde tan temprano, prefería estar escondido dentro de su cuarto de cortinas negras planeando un retorcido plan para llevar abajo Yokohama.

Ok, no tan así; pero sí prefería quedarse leyendo sus novelas favoritas o escribir algo más de su proyecto.

Había comenzado a escribir un libro hace alrededor de unos tres meses. No planeaba dejarlo, pero las ideas le llegaban lentas, con periodos de tiempo entre una y otra.

¿Acaso la pereza podía influir en alguien como él?

La respuesta es sí.

Nadie se libra de esa condenada.

Volviendo al tema: caminaba con paso tranquilo, mirando rápida pero cuidadosamente su entorno; memorizando, sin quererlo así, su entorno, personas, sucesos...

Cada mañana hacia el mismo recorrido, pasaba por las mismas calles, saludaba a las mismas personas (su casera y la señora inválida de la esquina que vende flores), y se dirigía a la misma universidad.

Pasaba por el pasillo, aún falto de estudiantes debido a la temprana hora, y abría su casillero.

Ahí cambiaba de capítulo el monótono libro que era su vida:

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𝙰 𝚠𝚑𝚘𝚕𝚎 𝚕𝚒𝚏𝚎 𝚝𝚘 𝚖𝚎𝚎𝚝 𝚖𝚎𝚎  |᪥| Fyodor |᪥| ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora