El fin del apocalipsis

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Elisabeth condujo hasta la base y una vez allí mataron a los zombies de la entrada y bajaron del vehículo. Kuroi se aseguró de que no quedasen zombies con "vida" y se dispusieron a entrar a la base la cual se veía bastante destrozada desde afuera. Había un mecánico muerto el cual tenía una palanca ensangrentada en la mano.

Kuroi: Parece que no todo el mundo sabe defenderse con una palanca. *la coge*

Kuroka: ¿Qué quieres decir? ¿Y por qué la coges?

Kuroi: No es nada, cosas mías. Podría servirnos para abrir alguna puerta que esté atascada como esa de ahí. *señala a la puerta principal, la cual estaba entreabierta pero un poco dañada*

Elisabeth: Cielos, te fijas en todo. Por eso me gustas tanto.

Kuroka: Eso sobra, Beth.

Elisabeth: No pienso discutir por un chico.

Kuroka: MI chico.

Kuroi: ¡Basta! ¿Es que estamos en el instituto o qué? Eso lo hablaremos a su debido momento.

Kuroka: Pero Kuroi, ¿No vas a darme la razón?

Kuroi: ¿Qué te acabo de decir Kuroka?

Kuroka: Tienes razón, perdón. Sigamos adelante.

Después de esa pequeña discusión Kuroi usó la palanca para abrir la puerta principal, la cual hizo un estruendoso ruido que alertó a algunos zombies y militares recién transformados. El trío se puso en guardia con armas de cuerpo a cuerpo y se repartieron el trabajo, acabando con todos los zombies de la recepción. Descansaron un poco para recuperar el aliento y retomaron su camino en busca de un mapa de las instalaciones para poder encontrar el laboratorio. De camino a una sala a Kuroi le surgió una duda.

Kuroi: Hey Beth.

Elisabeth: ¿Mhm?

Kuroi: Creo que es un poco obvio así que lo preguntaré sin pelos en la lengua. ¿Los semi-vampiros como yo podemos transformarnos en zombie si nos muerden?

Elisabeth: Pues claro. Tarda más en hacer efecto pero por mucha sangre que bebas te acabas transformando igual. Le ocurrió a mi madre.

Kuroi: Vaya, lo siento Beth.

Elisabeth: Era una gilipollas que se preocupó de si misma hasta el final. Hasta me hubiera tirado a una horda por poder huir y salvarse. Así que no te preocupes, ya está bien donde está.

Kuroi: Pues... Pues sí... Que se pudra. *mira a Kuroka* ¿No vas a decir nada sobre lo de que soy un vampiro?

Kuroka: Elisabeth me puso al corriente mientras te dábamos por muerto... Al menos estás vivo.

Kuroi sonrió y se paró cuando vio una puerta que parecía ser de la sala del comandante. Supusieron que ahí hallarían un mapa de las instalaciones así que entraron y revisaron toda la habitación hasta que lo encontraron. Vieron cual sería el camino más rápido de llegar a zona de los laboratorios y se prepararon bien, hidratándose con una máquina de agua que había en la habitación y comiéndose unas barritas energéticas del cajón del escritorio. Al salir se dirigieron con seguridad a los laboratorios pero de camino encontraron a un soldado superviviente el cual estaba aterrorizado. Trataron de hablar con él pero solo miraba hacia el otro lado del pasillo, apretando el gatillo sin parar aunque no tenía munición. Se miraron entre ellos y pensaron que si entraban en contacto con él físicamente este se asustaría mucho más, por lo que siguieron adelante con miedo de lo que haya podido dejar a un soldado en ese estado. Al cruzar el umbral de la puerta se encontraron con una masacre tanto de zombies como de soldados. Rápidamente se dieron cuenta que probablemente el otro soldado hizo eso en un intento desesperado por sobrevivir pero que a la vez quedó traumatizado al ver a sus compañeros morir a manos de los zombies y de sus propias balas. Se quedaron callados unos segundo sin saber qué decir o hacer.

Kuroi: Yo me encargo. *vuelve con el soldado*

Kuroka: *se queda mirando*

Elisabeth: Es lo mejor que le puede pasar después de haber vivido algo así.

Kuroi se acercó al soldado y le apuntó a la cabeza con la pistola. El soldado cerró los ojos entre lágrimas y sonrió, lo que hizo que Kuroi no pueda mirar como su vida se desvanecía tras disparar el arma en su cerebro. Suspiró y volvió con las chicas.

Kuroi: Eso debe de haber atraído a más zombies. En marcha.

Las chicas asintieron y fueron con Kuroi hacia los laboratorios evitando y matando a unos cuantos zombies. Al llegar vieron desde afuera que adentro de un laboratorio con puertas y ventanas de cristal acorazado habían tres científicos asustados porque habían muchos zombies intentando romper las ventanas o puertas para entrar. Kuroi hizo una señal a las chicas para que se preparen para atacar y eso hicieron. Mientras acababan con los zombies uno de los científicos entreabrió una puerta para poder hablar con Kuroi y le pidió que le trajera una caja con unos frascos verdes que había en el laboratorio de en frente, que con ellos podían hacer una cura que usándola como spray podía matar a los zombies y curar a los infectados. Kuroi se abrió paso entre los muertos y entró al laboratorio que le indicó el científico. Buscó la caja y cuando la encontró la cogió dejando su segunda espada para poder llevar la caja. De camino un zombie le agarró del brazo donde tenía la espada y le mordió el brazo. Gritó con dolor y le dio un cabezazo con mucha fuerza haciendo que se le rompa el cráneo y le salte su sangre a la cara. Otro zombie le mordió la pierna y Kuroi lo apartó para seguidamente aplastarle la cabeza con su otra pierna. Se abrió paso hasta entregarle la caja al científico a través de un hueco de la puerta. El científico le dijo que aunque sí que podían crear la cura no sería suficiente para matar a todos los zombies de la base y curar a los infectados. Kuroi preguntó al científico que cuánto tardaría y dónde guardan la gasolina y armamento explosivo en la base. El científico le dijo que solo necesitaba diez minutos ya que la cura estaba casi lista y que los explosivos están al lado de la sala de combustible, lo que causaría una enorme explosión si se prendía una llama. Kuroka y Elisabeth estaban exhaustas y a penas podían hacer más para acabar con ellos, de algún modo no paraban de venir zombies y soldados transformados, lo que hacía que sean mas difíciles de matar por sus cascos y blindaje corporal. Kuroi les echó una mano para dar tiempo a los científicos y cuando estuvieron listos Kuroi les dijo a las chicas que los escolten afuera mientras él distraía a los zombies, lo cual no querían hacer. Pero les enseñó las mordeduras y les dijo que si intentaban matarlos a todos morirían y no habría ninguna cura. Las chicas, tristes, decidieron hacerle caso y escoltaron a los científicos afuera mientras Kuroi los distraía y atraía hacia el almacén de combustible. Cuando escuchó el disparo con un ritmo de una canción supo que era la señal y mientras gritaba de rabia y era mordido por zombies, disparó a un contenedor de combustible y explotó junto al resto de la base y zombies. Afuera en la ciudad casi no quedaban zombies así que los Zombie Hunters y los soldados acabaron con ellos después de la gran explosión. Todos los supervivientes ayudaron con la limpieza y reconstrucción de Mercy, ahora llamada New Mercy. Se hizo una escultura de dos espadas en honor a Kuroi, el hombre que sacrificó su vida por la humanidad e hizo posible la expansión de la cura por todo el mundo. La cura fue soltada en forma de lluvia por todo el mundo, lo que tardó mas de tres años en completarse y el mundo poco a poco volvió a ser como antes. En la sede original de los Zombie Hunters MC se colgó la chupa que llevó Kuroi durante su estancia en el club como un gesto recordatorio al héroe que salvó el mundo. Kuroka y Elisabeth siguieron juntas como amigas ayudándose la una a la otra en lo que hiciera falta, tanto para lo bueno como para lo malo.

Fin.

Kuroi Kenshi no Densetsu 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora