Prólogo

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El sol brillaba en su máximo esplendor dándole una sensación cálida al cuerpo de Jeongguk, el joven reía abiertamente mientras jugaba con su hermana menor. Ella apenas tenía dieciséis, aunque sólo se llevaran unos pocos años, para él siempre sería una niña. Tomó la pelota con la que estaban divirtiéndose para hacer un ágil movimiento dando inicio a un nuevo partido amateur de voleibol. 

— Jeongguk. — La voz de su padre llegó a sus oídos. — ¿Puedes venir un momento a mi oficina? 

— ¡Estamos en medio de un partido, papá! — Su hermana chilló en desacuerdo. 

— Es importante, Jeonghye.— Hwan fue rotundo. 

El castaño le dio una mirada a su hermana, disculpándose por dejar su partido a medias, para después seguir al hombre a dónde le había indicado. Era muy raro ver al mayor de los Jeon de mal humor, cuando esto pasaba era porque las cosas realmente estaban muy mal. 

— ¿Qué sucede? — preguntó apenas estuvieron a solas. 

— Voy a ser directo contigo, hijo. Sé que no deseas seguir al mando de la empresa una vez que yo esté fuera del juego, pero eso no te hace menos propietario de ella. 

Jeongguk hizo una pequeña mueca, sabía que a su padre le hubiera encantado que él sintiera las ganas de ser un gran empresario como lo fue su abuelo, pero a lo que le apasionaba estaba muy lejos de las empresas. Quería ser un artista, que fuera reconocido por sus obras, no por ser el dueño de una de las empresas más grandes del país.  

— Estamos en quiebra. — cuando aquellas palabras dejaron la boca de su progenitor sus pensamientos pararon. 

— ¿Qué? — su voz salió en un susurro. —Eso no puede ser cierto. 

— Algunos… algunos tratos salieron mal, inversiones que no debieron ser hechas, ya sabes. 

— Por favor dime que no aceptaste el trato de los Lee. 

— Se veía bien. — Hwan bajó la mirada, evitando los ojos furiosos de su hijo mayor. 

— Te dije que no lo hicieras, todo el maldito mundo te dijo que no lo hicieras. — Jeongguk abrió sus brazos con exasperación. Si bien quería relacionarse lo menos posible con el manejo de la empresa familiar, tenía instintos, toda su vida estuvo llena de ella, por más que se lo negara a él mismo, sabía que podría hacer un buen trabajo. 

— No te he traído para hablar sobre eso. 

— ¿Y para qué? — Fue mordaz, no le gustaba hablarle así al hombre que lo había traído al mundo y que le dio todos los lujos posibles, pero fue un testarudo, se cegó por la buena pinta del acuerdo, sin siquiera ver todos los riesgos que este podría traer, que trajo. 

— Me ofrecieron un trato. 

— Papá. — Advirtió. 

— No, hijo, escúchame. Min Suk está dispuesto a respaldarnos, a sustentarnos económicamente has-... 

— ¿Min Suk? ¿Estás bromeando conmigo? ¿Qué tienes en la cabeza, papá? 

Min Suk era conocido por ser un hombre frío y sin corazón, lo más conveniente era mantenerse alejado de su camino sino querías que el hombre te asesinara. Era de múltiple conocimiento que ése tipo de hombre no ofrecía tratos por la ligera, siempre había un oscuro deseo atrás, nada bueno podía salir para la persona que se aliara con él. 

— Es una locura, ni siquiera sé por qué lo estoy considerando. — Su padre se tomó la cabeza. 

— ¿Qué te ofreció Min? — Jeongguk podía oler lo putrefacto del asunto. 

Pregnancy || KookGi  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora