One Day

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Terminó de colocarse una corbata en lugar de su usual pañuelo, era uno similar a aquel que su comandante le regaló en la época de guerras y destrucción. A diferencia que ahora Levi fue quien lo compró, pero el sólo hecho de verlo podía recordar con total claridad su rostro.

Extrañaba a ese hombre, al amor de su vida, Erwin era tan cursi que llegaba a decir cosas como esas. En ese entonces le parecían extrañas y hasta repugnantes, pero ahora con su ausencia deseaba mucho oír su voz, escuchar su torpe risa, su llanto o lo que fuera. Le bastaría escuchar su nombre provenir de sus labios  una vez más.

"Levi... Te amo..."

Fue el último cursi discurso que escuchó. En su vida imaginó que terminaría él despidiéndolo y no viceversa. Tenía la esperanza, al menos mínima, de que ambos acabaran con la guerra y tuvieran una vida tranquila, él con su tienda de té y Erwin siendo profesor como tanto deseaba.

Pero no todo se puede cumplir. Al menos no en un mundo como ese.

Ahora al menos podía ir y volver a casa sin la preocupación de ser comido por un titán e ir con un equipo de maniobras con cuchillas. Lo único que requería era de sus llaves y celular, el resto podría prescindir.

Suspiró y se miró una vez más al espejo, estaba muy formal con ese traje negro azulado y corbata rojo vino, pero la ocasión lo ameritaba. Era la boda de una de sus antes subordinadas, Petra. Había tenido la suerte de reencontrarse con algunos compañeros, su escuadrón, Mike y Hange. Claro que tendría que estar feliz por ello, pero faltaba algo... más bien alguien.

Él.

Lo había estado buscando por muchos años, mas no tuvo resultados. Todos sus conocidos y amigos decían no conocer a un tal Erwin Smith, rubio y de cejas gruesas, con unos ojos celestes cual mar que derretía glaciares con sólo verlos.

Ya había perdido la esperanza, Erwin no estaba en ese mundo, quizás la anterior fue su última vida, quizás ya no existía más y él buscando como idiota. Eso entristecía a más no poder a Levi, no quería pensarlo, pero era inevitable ser negativo.

Salió del apartamento teniendo un nudo en su garganta y ojos lagrimosos. Había llegado al punto en no sólo querer verlo, sino necesitarlo. Pero... En esas circunstancias nada más podía hacer.

Tomó el tren y bajó unas dos estaciones después, el viaje duró al menos veinte minutos. Miró su reloj desesperándose un poco, detestaba llegar tarde, quedaban unos cinco minutos apenas para llegar a tiempo.

En mano llevaba su presente de bodas, había escogido un vestido de diseñador, tenía dinero ahorrado así que podía darse esos lujos. Además que Petra era alguien especial para él. ¿Y para el novio? Nada, supuso que ya alguien mas se encargará en darle algo, asi que mucho no se preocupó.

Caminó unas pocas cuadras y ya se escuchaba la música. La fiesta era en el exterior en un parque, así que el césped verde y las mesas blancas contrastaban bien, además que daba cierto toque relajante, Levi no podría soportar estar tanto tiempo encerrado en un salón con un montón de gente borracha.

Por suerte llegó a tiempo, la novia aún no había llegado, así que Auruo esperaba impaciente en el altar con los nervios de punta, eran muy notorios pues decía dos palabras y ya su lengua comenzaba a sangrar. Suspiró yéndose a sentar en una de las mesas a esperar a que el evento se llevara a cabo.

—¡Le-vi! —reconoció al instante la voz de la alocada mujer que lo llamaba. Pronto sintió un empujón en su espalda acompañado por un peso medio.

—Tsk, estás aquí —gruñó mientras ella sólo se refregaba y abrazaba al adulto.

—¡Claro que vine! Esta boda es lo que más esperaba, ya era hora que Auruo se lo propusiera —habló en su característico tono, sin importar los años que pasaban, ella seguía siendo la misma.

One Day 一 Erwin × LeviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora