prólogo

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«¿Por qué él?»

«Hay tantos para elegir...»

«¿Será por su peculiar color de cabello?»

«Seguro solo le tuvo lastima.»

«Fue demasiado dinero como para ser mera lástima...»

El oscuro velo le cubre el rostro —Aunque no era un velo realmente, simplemente era un pedazo de tela oscura que llegaba a sus tobillos. Así que Dongju no puede saber a quién se refieren. todo lo que dicen se escucha como confusos murmullos, todos hablan a la vez, desordenados, molestos.

Cada movimiento que dongju hace es doloroso y desagradable. Las cadenas suenan al chocar entre sí, y se sienten apretadas y pesadas en sus muñecas y cuello. No puede hacer otra cosa para evitar el dolor que el quedarse quieto, sentado sobre el suelo, inmutable.

Las puertas de la habitación donde se encuentra son abiertas de golpe. No ve nada más que sombras caminando hacia él. No levanta su vista del suelo, y el velo poco le permite ver de todos modos.

— ¿Es el? —Una voz grave pregunta.

— Así es, es este niño.

Hay silencio. Un par de manos enguantadas de negro toman el velo, y con un tirón, lo retira del adolescente.

Por unos instantes, dongju se siente expuesto. Su delgado cuerpo está ahora a la vista de un nuevo desconocido. Aún así, sus apagados ojos no se apartan del suelo, su vacía expresión no cambia. ¿Qué importaba ya, de todos modos?

Su frágil y escueta figura es cubierta por una bata delgada, sucia y que no tenía el mejor olor. Él mismo no estaba en las mismas condiciones que la prenda debido a que aquella mañana los habían hecho bañar a todos antes de aquella subasta.

el cabello rojo le va desordenado, con ondas sin definición alguna cayendo como quieren, tan largo que cubre sus ojos y roza sus hombros.

— Déjanos solos. —dice la gruesa voz.

— ¿Mn? ¿cómo dijo, señor?

— Que nos dejes solos.

El martillero hace un sonido de molestia el cual inútilmente intenta disimular con un carraspeo, y con una voz amable que no pudo sonar más falsa, acepta la exigencia y abandona la habitación.

El silencio reina los próximos minutos. Dongju no ve más que un par de zapatos de piel, en conjunto con un par de pantalones de vestir negros. a juzgar por la sombra de la persona, es alto, y no solo eso, es grande. Bastante grande.

Un jadeo de sorpresa abandona sus labios cuando la mano enguantada sujeta las cadenas de su muñeca, obligándolo a alzarse con un tirón. Dongju observa momentáneamente el rostro de su comprador.

Una máscara.

Una máscara carente de expresión, blanca, cuya nariz y boca son simples relieves y sus ojos son un par de agujeros almendrados dónde apenas podía percibirse brillo.

— ¿Dómo te llamas? —pregunta la voz grave.

— Dong... ju...

— Muy bien, Dongju. yo soy Leedo, y a partir de hoy, serás mi aprendiz.

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⏰ Última actualización: Nov 26, 2021 ⏰

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