Marinero.

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Metí ambas manos a los bolsillos de mi pantalón vino de vestir, la escena ante mis ojos era clara, había perdido todo por idiota.
Tarde me había dado cuenta de mi pésima aptitud con Lena, a través de mis lentes negros de sol observaba como Lena estaba en el altar con alguien más, alguien que sí se había dado cuenta de la mujer tan increíble que es ella y sí había sabido apreciar todo de ella.

Ahora solo podía observar de lejos como ella daba el "sí" a pasar el resto de su vida con alguien más, pero no podía culparla ni reclamar nada, yo misma era responsable de que eso estuviera pasando, yo la había empujado a ello.

Y saber que ella había estado al lado mío, saber que yo hubiera podido disfrutar de todo esto y más, pero había tirado todo a la basura solo por un par de noches de diversión y chicas que al final de todo solo estaban ahí por mi dinero.

Me encontraba ahí con la intención de detener la boda, ese era mi meta principal al ir ahí, la segunda era hacerle saber a Lena que la amaba y que por favor me perdonara por todo el daño que le había hecho... me fue imposible acercarme más al lugar cuando la vi a ella enfundada en aquel vestido blanco, ella es hermosa pero este día lucía como una reina, la sonrisa en su rostro era grande, en verdad lucía feliz, no podía hacerle daño de nuevo, simplemente no podía.

Así que solo me había quedado a unos metros del lugar donde se realizaba la ceremonia, estaba segura que nadie podía verme parada bajo aquella palmera grande.

La boda se estaba realizando en un jardín privado, había batallado demasiado para idear entrar sin que me negaran la entrada los guardias, logre conseguir una invitación extra de quien las había hecho y eso obviamente había costado algo de dinero ya que tenían la excusa de la privacidad del cliente y eso de no filtrar información.

Todo para que al final solo estuviera observando de lejos sin hacer nada.

Lena y su ahora esposo, Jack, se dieron el beso sellando su matrimonio haciéndolo oficial frente a sus familiares y amigos, caminaron por el pequeño pasillo que se encontraba entre las sillas de los invitados, todos gritaban felicitándolas y arrojándoles pequeñas cosas blancas mientras ellos se limitaban a sonreír y abrazar a todos agradeciéndoles por su presencia.

El dolor en mi pecho se hizo más fuerte cuando se dieron un beso por segunda vez, ambos aún con una sonrisa en el rostro, miles de recuerdos pasaron por mi mente. Pero solo dos fueron los más persistentes.

Abrace a Lena por la espalda la cual se encontraba en la cocina haciendo el desayuno, era la primera vez que se quedaba a dormir, se había sentido increíble poder pasar la noche abrazada a ella. Me sentía feliz de tenerla en mi casa cocinado para nosotras, bese su mejilla repetidas veces provocándole cosquillas por la forma en que lo estaba haciendo.

—Me agrada tenerte aquí —camine del otro lado de la barra para poder verla de frente.

—¿Sí? ¿Acaso tiene que ver que esté cocinando para ti? —preguntó con los ojos entre cerrados.

—En lo absoluto, aunque... no descartó que es fantástico que ahora estés haciendo el desayuno, realmente hule rico —inhale de una forma exagera para hacerle saber que hablaba en serio.

—Lo que tú digas, cariño —dijo sin creerme.

—Hablo en serio, muy en serio —puse mi mejor cara de seriedad.

—Está bien, te creo —dijo finalmente mientras reía.

—¿Lena?

—Mhm.

—¿Quieres vivir conmigo? —pregunté nerviosa.

Ella alzó la cara con el ceño fruncido, y me pidió repetir la pregunta, cosa que hice y ella no quitaba aquella arruga molesta de su frente después que la volví a repetir.

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