• Derry, Maine. 1963 •Richie se secó el sudor de la frente.
Era diciembre, el aire estaba frío y el estaba afuera y de noche, en realidad no tendría que tener razones para estar sudando.
Excepto que sí las tiene.
El bocazas no se encontraba en cualquier afuera: estaba afuera de la casa de los Kaspbrak.
Y no era cualquier noche de diciembre. Era la noche.
La tan esperada noche, por la mitad de las chicas de la Derry, y, por supuesto, por Eddie.
(Y por Richie también, no engañaba a nadie)
De hecho probablemente lo esperaba más que el castañito.
Verán, cuando descubrió la afición de su novio a los bailes que organizaba la escuela, no pudo evitar imaginárselo.
Después de hacerle mil preguntas al pobre castañito, que estaba rojo hasta las orejas.
—¿Como es que no lo sabía, Eddie espaguetti? —no paraba de preguntarle.
Lo que Richie no pudo evitar imaginarse fue a él mismo, bailando con aquel pequeño pastelito, quizás una canción lenta y sus pies deslizándose por la pista.
Sus manos lo apretarían cerca suyo y no lo soltaría en toda la noche.
La idea le hizo sonreír, sólo de imaginárselo.
En ese momento se lo había guardado para sí mismo, pero un mes después anunciaron que el baile de invierno sí se realizaría este año. Y después de las clases, lo más casualmente que pudo, Richie le preguntó a Eddie si quería ir con él.
Como si no llevara planéandolo toda la mañana, desde que lo oyó en las bocinas del salón.
No hace falta decir lo mucho que Eddie se emocionó, lo abrazó al instante echándole los brazos al cuello, aunque estuvieran a medio pasillo y los vieran raro.
—¡¿Lo dices en serio, Richie?! —le preguntó sujetándole un poco más abajo de los hombros.
—Claro que sí, Eds. Jamás le mentiría a mi señorito, eso sí que no. —empezó en voz de esclavo negrito— Jamás, jamás, jam-
Eso fue un beso corto por parte de su 'señorito', que aprovechó que dejó de pasar gente en el pasillo donde estaban y lo silenció de la forma que más prefería.
—Te quiero, Richie —había murmurado en su pecho, abrazándole de nuevo.
Richie también lo quería, por si no ha quedado lo suficientemente claro.
Lo quería como a nadie, quería sus ojitos, su pelo, su risa.
Su preocupación genuina por los demás y la valentía con que afrontaba cualquier problema (ejem, ejem, Bowers). Quería cada pedacito de Eddie. No le daba tanto miedo como antes el decir que lo amaba.
De cualquier manera aún no se lo decían. Pero eso tenía una solución, y esque Richie Tozier pensaba decírselo hoy.
Al final del baile. Seguro que le encantaría a Eddie.
Oh, cuánto esperaba Richie que le encantara. Hasta pidió el auto a su padre, no el auto de siempre: pidió el mercedes blanco.
Quería que Eddie se sintiera especial, y ante el pensamiento de su castañito Richie finalmente se decidió a apretar el timbre frente al que pasó cerca de cinco minutos sólo tomando aire.
El ding dong sonó dentro de la casa, hizo eco dos, tres, y antes de que la cuarta vez terminara la señora Kaspbrak apareció en la puerta.
Lo miró de arriba a abajo.
Lo que Sonia Kaspbrak vio fue un muchacho de diecisiete, con la sonrisa más nerviosa que había tenido en su vida, probablemente.
—Buenas noches, señora Kaspbrak.
—Buenas noches hijo, pasa.
Richie entró ajustándose la corbata, sus manos no dejaban de sudar y más que nada le sirvió para secárselas en ella.
—Eddie bajará en cualquier momento hijo, ¿quieres sentarte? —dijo amablemente la mujer, sentándose en el sillón de la sala que tenía su forma hundida en él.
—Muchas gracias, así estoy bien —dijo con una sonrisa— ¿Cómo ha estado, señora Kaspbrak?
Richie rogó telepáticamente a Eddie que bajara de inmediato, que terminara con esta tortura. Nunca había podido tener una buena conversación con su madre, y aunque lo recibió mucho más amable que de costumbre no veía porqué iría mejor esta vez.
—Oh, puedes decirme Sonia. Bien, bien. Eddie ha estado muy emocionado por ir hoy ¿sabes? Incluso me pidió comprarle zapatos nuevos —dijo en una risilla.
—¿Sí? —Richie se aguantó a decir cualquier otra cosa. ("A la gente no le gusta que hables, Richie. Menos a los adultos")
—Ah, sí. Sé que está en buenas manos contigo. —dijo mirándolo con un brillo en los ojos.
A Richie le pareció extraño, pero ya le preguntaría a Eddie.
—Puede estar segura que así será —dijo con una sonrisa sincera. Esta vez sí que quería decirlo.
En ese momento Eddie bajó las escaleras.
En ese momento, Richie se quedó sin aliento.
Eddie estaba precioso. Sus mejillas estaban sonrosadas, sus labios brillaban. Y su cuerpo estaba perfectamente vestido en un traje azul cielo, que le hacían parecer un príncipe.
—Hola Richie
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oh love, oh lover boy. reddie
Fanfictionthey just want to be cliche and love each other for the rest of their lives.