"¿Estas seguro que esto es la mejor opción, mi lord?"
"¿Acaso tenemos una mejor opción? Si es así, le pido que me lo diga, Conde Rosswell."
"..."
"Me lo imagine. Que traigan a los Clérigos, no podemos seguir ocupando el tiempo, Ahora."
"Cómo usted ordene, mi lord..."
"...Sigh..."
Harold Rutherford, Legítimo supremo rey del imperio humano Avalon, lengendario guerrero y leyenda viviente temida por las facciones enemigas, participe de innumerables batallas de la "Gran Guerra".
Rey nato, nunca en su vida a mostrado signos de debilidad, lleva en su espalda un sin fin de logros y cicatrices que lo hacen merecedor de su titulo.
Pero, pese a todo ello, desde hace varias semanas se le ha notado bastante cansando e irritado por varios sucesos que han estado sucediendo y que cada vez lo agobian más.
La Gran Nación Orca estaba preparándose para iniciar otra guerra, después solo 8 años de paz, según su red de espionaje iban a asediar una ciudad fortificada junto a su nación hermana, La Gran Nación Troll, ubicada estrategicamente en la frontera de su reino, que limitaba con "La Zona Neutra" la cual era un Gran pedazo de tierra en Midgard dónde se hacían intercambio de bienes con otras naciones.
Otro asunto que no lo dejaba dormir por las noches era la expansión del territorio de los Elfos de Sangre, la contraparte de los Altos Elfos. Ambas con la misma habilidad prestigiosa de la magia pero con diferentes causas.
Entre otros asuntos más los cuales sólo le causaban migraña, tomó la decisión de realizar un ritual el cual consistía en Invocar 60 Héroes, los cuales lo ayudarían en rechazar la gran eminencia de amenazas sobre su pueblo, pero había un gran costo para ello.
Debía sacrificar a 30 Clérigos de gran poder, ellos invocaran el portal hacia la otra parte, pero necesitaban a otro elemento como catalizador, ese era su amada hija menor de tan solo 17 años, la cual tenía que ser entregada a uno de esos héroes como ciervo en cuerpo y alma para mantenerlos en Midgard.
Un ritual completamente mezquino, solo una vez en la historia se tuvo que realizar hace no mas de 500 años por la casi extinción de la facción de la luz.
Pero no tenia opción, ya lo había hablando con su amada esposa e hija, la cual estaba de acuerdo y haría lo que fuese por su pueblo.
Así que, sin mas opciones, teniendo todos los preparativos ya hechos, comenzaría con el ritual.
"Hija... si no quie-"
"Padre, estoy decidida a ello, aún si tenga que ser la cierva del mas indeseable humano, lo haré por nuestro reino"
"Querida hija..."
"Tranquila madre, todo estará bien"
Fue lo último que le dijo a su madre con una encantadora sonrisa decidida, escondiendo el temor que tenía por dentro.
"Valientes héroes de otro mundo, oh les suplico, que atiendan mis súplicas de ayuda, a cambio, me ofreceré a uno de ustedes, yo... Iris Rutherford, Hija del gran rey Harold Rutherford, heredera del supremo elemento mágico arcano antiguo."
Cuando terminó de recitar el cántico para el ritual, toda la sala se iluminó de repente, cegado a todos los presentes.
Cuando pudieron abrir los ojos observaron a un número exacto de 60 personas, las cuales estaba desorientadas, confundidas y en shock.
Ella pudo ver al primero que entro en situación rápidamente, Analizando la situación con notable molestia.
"¿Tch ahora que me salio en la mano?"
"Así que es el quien va ser mi amo, da un poco de miedo pero no esta mal"
Pensó un poco aliviada, ella nació con una habilidad que le permitía sentir el corazon de las personas, y podía observar que su ahora amo, tenia por un lado un corazón sensible y cálido pero por otro lado tenia oscuridad y frialdad, una combinación extraña, pero al menos sabia que no es una mala persona.
"Sean bienvenidos, fueron seleccionados por el llamado de la Diosa Gea, para que luchen por este mundo..."
Nueva historia, pronto la de Naruto.
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Yo...¿Un asesino?
FantasyEn la gran tierra de Midgard, bella y hermosa creada por los Dioses, los cuales la crearon con el propósito de que los seres pudieran convivir con prosperidad y abundancia. En un principio, fue así... cada civilización aislada una de otra vivían en...