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Para recapitular: él aún odiaba a Hoseok. Odiaba su fachada de chico bueno y simpático mientras que en otros momentos era un estúpido y egocéntrico. Odiaba ser el único que podía verlo... o quizás no. Quizás le gustaba demasiado y trataba de ocultarlo con orgullo competitivo.

Trató de reflexionar sobre ello en el viaje en auto hacía la casa del castaño. En serio trató, pero solo podía pensar que era cuestión de minutos para que llegaran y se concretara lo obvio. Él se acostaría con Hoseok. Después de todo este tiempo hablando mal de él, no haría más que sucumbir a sus encantos como la mayoría de personas hacía.

Maldito Jung y su capacidad para conseguir todo lo que se proponía.

Lo observó por el rabillo del ojo. El castaño se encontraba mirando al frente mientras conducía. No había tensión en su cuerpo, pero Yoongi notaba que pensaba en lo mismo que él. El brillo inusual en sus ojos delataba sus pensamientos.

Creyó que en algún momento desistiría de esta locura. Su cerebro le diría que si bien eran evidentes sus intenciones con el muchacho, avanzar aún más sería pasarse de la raya. Después de todo, ¿qué sabía de Jung Hoseok? Era el capitán del equipo de la escuela al otro lado de la ciudad y solo eso. No sabía de sus amigos, familia, ni siquiera sabía si tenía novia. Mucho menos sabía donde vivía.

Aquel pensamiento terminó cuando sintió el auto estacionar en la calle. Observó alrededor y notó que se hallaban en un barrio de buena reputación de la ciudad. Bien, si en algún momento cambiaba de opinión sería más sencillo regresar.

Hoseok sacó la llave y le guiñó un ojo. Esa confianza en sí mismo era atractiva, tenía que admitirlo.

—Vamos —dijo el castaño saliendo del vehículo.

El más bajo lo siguió hasta lo que parecía ser un edificio de doce pisos. Por el vestíbulo y decoración podía adivinar que se trataba de una propiedad costosa. Cuando subieron al ascensor y el contrario presionó un botón, decidió hablar.

—¿Dónde estamos? —preguntó sin ánimos de dar vueltas.

Hoseok volteó y le sonrió.

—Es el departamento de mi hermano mayor, o al menos lo es cuando está en el país —al ver su confusión agregó —Este departamento fue regalo de mis padres a mi hermano cuando se independizó, sin embargo, su trabajo lo obliga a estar viajando continuamente. Por lo tanto, me deja utilizarlo cuando necesito paz para estudiar.

—¿Estudiar? —bufó sin creerle.

La sonrisa se borró de su rostro. De repente estaba serio de una manera muy curiosa.

—Es cierto. Respeto mucho a mi hermano como para utilizar su departamento para fines no educativos... —lo miró de arriba abajo y se lamió el labio inferior para luego observar sus ojos —... solo que hoy me permitiré hacer una excepción.

El corazón de Yoongi comenzó a latir más rápido mientras sentía como se sonrojaba. ¿Eso había sido un coqueteo absurdo o era verdad? ¿Sería capaz de hacer algo así?

Antes de que pudiese responder, las puertas del ascensor se abrieron. Su rival salió y entonces lo siguió hasta el final de un pasillo. Agradeció que no tuviese que ser él quien abriera la puerta porque de seguro se le caerían las llaves de lo nervioso que estaba. Observaba a todos lados mientras juntaba sus manos. No podía unir dos palabras en su mente como para hablar y terminar con el silencio.

Se sobresaltó al oír que el castaño abría la puerta. Luego de entrar, la sostuvo para él mientras le sonreía. Era una sonrisa tan cálida y tranquila que alivió un poco el nerviosismo del más bajo. Entonces caminó algunos pasos hasta llegar a una sala de estar y volteó. Hoseok colocó el cerrojo y se quitó la chaqueta dejándola detrás del sofá.

El idiota de Jung - HopegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora